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Manjar Sabático

06-06-2020

Colosenses 4:5

5 Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo.

La Edificación del Carácter, Cap. 1 "Verdaderas y falsas teorías en contraste"

La santificación que presentan las Sagradas Escrituras tiene que ver con el ser entero: el espíritu, el alma y el cuerpo. He aquí el verdadero concepto de una consagración integral. El apóstol San Pablo ruega que la iglesia de Tesalónica disfrute de una gran bendición: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Tesalonicenses 5:23. {ECFP 5.1}

Existe en el mundo religioso una teoría sobre la santificación que es falsa en sí misma, y peligrosa en su influencia. En muchos casos, aquellos que profesan poseer la santificación no conocen esa experiencia en forma genuina. Los que en verdad tratan de perfeccionar un carácter cristiano nunca acariciarán el pensamiento de que no tienen pecado. Su vida puede ser irreprochable, pueden ser representantes vivos de la verdad que han aceptado; pero cuanto más disciplinen su mente para espaciarse en el carácter de Cristo, y cuanto más se acerquen a la divina imagen del Salvador, tanto más claramente discernirán la impecable perfección de Jesús, y más hondamente sentirán sus propios defectos. {ECFP 5.2}

Cuando algunas personas pretenden estar santificadas, con eso dan suficiente evidencia de que están muy lejos de la santidad. Dejan de ver sus propias debilidades y su indigencia. Consideran que ellos reflejan la imagen de Cristo, porque no tienen un verdadero conocimiento de él. Cuanto mayor es la distancia entre ellos y su Salvador, tanto más justos aparecen a sus propios ojos. {ECFP 6.1}

Cuando meditamos con arrepentimiento y humilde conciencia en Jesús, a quien traspasaron nuestros pecados y a quien agobiaron nuestros dolores, podemos aprender a andar en sus pasos. Contemplándolo nos transformamos a su divina imagen. Y cuando esta obra se realice en nosotros, no pretenderemos que en nosotros mismos haya justicia, sino que exaltaremos a Cristo Jesús, mientras permitimos que nuestra alma indefensa dependa de sus méritos. {ECFP 6.2}

Se condena la justicia propia

Nuestro Salvador siempre condenó la justicia propia. Enseñó a sus discípulos que el tipo más elevado de religión es aquel que se manifiesta de una manera silenciosa y modesta. Les advirtió que debían realizar sus actos de caridad en forma silenciosa; no para la ostentación, no para ser alabados u honrados por los hombres, sino para la gloria de Dios, esperando su recompensa en el más allá. Si realizaban buenas obras para ser alabados por los hombres, no recibirían ninguna recompensa de parte de su Padre celestial. {ECFP 6.3}

A los seguidores de Cristo se les enseñó a no orar con el propósito de ser escuchados por los hombres. “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. Mateo 6:6. Expresiones tales como éstas, que salieron de los labios de Jesús, muestran que él no consideraba con aprobación ese tipo de piedad tan común entre los fariseos. Las enseñanzas que profiriera sobre el monte muestran que los hechos de benevolencia asumen una forma noble, y los actos de culto religioso difunden una preciosa fragancia, cuando se realizan sin pretensiones, con humildad y contrición. El motivo puro santifica el acto. {ECFP 6.4}

La verdadera santificación es una completa conformidad con la voluntad de Dios. Los pensamientos y sentimientos rebeldes son vencidos, y la voz de Jesús despierta una nueva vida que impregna el ser entero. Los que están verdaderamente santificados no presentarán su propia opinión como una norma para medir lo correcto y lo erróneo. No son fanáticos ni justos en su propia opinión, sino que recelan de sí mismos y están siempre temerosos, no sea que, al faltar alguna promesa, se deba a que ellos hayan dejado de cumplir con las condiciones sobre las cuales se basa. {ECFP 7.1}

La sustitución del sentimiento por la razón

Muchos que profesan santificación son totalmente ignorantes de la obra de gracia que se realiza en el corazón. Cuando son probados, se los encuentra como el fariseo: justos en su propia opinión. No soportan ninguna contradicción. Prescinden de la razón y el juicio, y dependen totalmente de sus sentimientos, basando sus pretensiones de santificación sobre las emociones que tengan en una oportunidad determinada. Son tercos y perseveran en sus propias y tenaces pretensiones de santidad, usando muchas palabras, pero sin llevar el fruto precioso como prueba. Esas personas que profesan ser santas no solamente están engañando sus propias almas con sus pretensiones, sino que ejercen una influencia que desvía a muchos que desean fervientemente conformarse con la voluntad de Dios. Se los puede escuchar reiterar una y otra vez: “¡Dios me guía! ¡Dios me guía! Vivo sin pecado”. Muchos que se relacionan con este espíritu se encuentran con algo oscuro y misterioso que no pueden comprender. Pero es precisamente aquéllo lo que difiere totalmente de Cristo, el único modelo verdadero. {ECFP 7.2}

La santificación bíblica no consiste en una poderosa emoción. He aquí donde muchos son inducidos a error. Hacen que sus sentimientos constituyan su criterio. Cuando se sienten alborozados o felices, pretenden que están santificados. Los sentimientos felices o la ausencia de gozo no es evidencia ninguna de que una persona está o no está santificada. No existe tal cosa como santificación instantánea. La verdadera santificación es una obra diaria, que continúa por toda la vida. Los que están luchando con tentaciones cotidianas, venciendo sus propias tendencias pecaminosas, y buscando la santificación del corazón y la vida, no realizan ninguna pretensión ostentosa de santidad. Tienen hambre y sed de justicia. El pecado les parece excesivamente pecaminoso. {ECFP 8.1}

Hay personas que pretenden ser santas y que profesan creer la verdad como sus hermanos y puede ser difícil hacer una distinción entre ellos; pero la diferencia existe, sin embargo. El testimonio de aquellos que pretenden tener una experiencia exaltada hará que el dulce espíritu de Cristo se retire de una reunión, y eso dejará una influencia congeladora sobre los creyentes, mientras que si estuvieran viviendo verdaderamente sin pecado, su propia presencia atraería a los ángeles santos a la asamblea, y sus palabras serían seguramente como “manzana de oro con figuras de plata”. Proverbios 25:11. {ECFP 8.2}

El tiempo de prueba

En verano, al mirar a los árboles del bosque lejano, todos arropados con un hermoso manto de verdor, es posible que no podamos distinguir entre los árboles de hojas perennes y las demás especies. Pero cuando se acerca el invierno, y el rey de la escarcha los aprisiona en su helado abrazo, despojando a los otros árboles de su hermoso follaje, las especies de hoja perenne se disciernen con facilidad. Tal ocurrirá con todos los que andan en humildad, desconfiados de sí mismos, pero asiéndose temblorosamente de la mano de Cristo. En tanto que los que confían en sí mismos, y dependen de su propia perfección de carácter, pierden su falso manto de justicia cuando son expuestos a las tormentas de la prueba, los que son verdaderamente justos y con sinceridad aman y temen a Dios, lucen el manto de la justicia de Cristo tanto en la prosperidad como en la adversidad. {ECFP 9.1}

La abnegación, el sacrificio propio, la benevolencia, la bondad, el amor, la paciencia, la fortaleza y la confianza cristiana son los frutos cotidianos que llevan aquellos que están realmente vinculados con Dios. Sus actos pueden no ser publicados al mundo, pero ellos están luchando todos los días contra el mal, ganando preciosas victorias contra la tentación y el error. Votos solemnes son renovados, y cumplidos por la fuerza obtenida mediante la oración fervorosa y la constante vigilancia. La persona ardiente y entusiasta no discierne las luchas de estos obreros silenciosos; pero el ojo de Aquel que ve los secretos del corazón, nota y considera con aprobación todo esfuerzo realizado con humildad y mansedumbre. Es el tiempo de prueba el que revela el oro puro del amor y la fe en el carácter. El celo perseverante y el afecto cálido de los verdaderos seguidores de Cristo se desarrollan cuando vienen sobre la iglesia pruebas y perplejidades. {ECFP 9.2}

Nos entristece ver a cristianos profesos que son desviados por la falsa y fascinante teoría de que ellos son perfectos, pues resulta muy difícil desengañarlos y guiarlos por la senda recta. Han tratado de hacer el adorno exterior hermoso y agradable, mientras falta el interior, es a saber la mansedumbre y la humildad de Cristo. Todos pasarán por el tiempo de prueba, y en esa ocasión, las esperanzas de muchos que durante años se han sentido seguros, resultarán no tener fundamento. Cuando se los coloca en nuevas posiciones, bajo variadas circunstancias, algunos que han parecido ser pilares en la casa de Dios revelan que son madera podrida debajo de la pintura y el barniz. El humilde de corazón, que diariamente ha sentido la importancia de unir su alma con la Roca eterna, permanecerá incólume en medio de las tempestades de la prueba, porque no confió en sí mismo. “El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos”. 2 Timoteo 2:19. {ECFP 10.1}

Es normal llevar frutos

Los que se esfuerzan por llamar la atención a sus buenas obras, hablando constantemente de su condición sin pecado, y tratando de destacar sus conquistas religiosas, están solamente engañando sus propias almas al hacerlo. Un hombre sano que puede atender los trabajos comunes de la vida, y que va a sus tareas día tras día con espíritu alegre y con una vigorosa corriente de sangre que fluye por sus venas, no les llama la atención a todas las personas con quienes se encuentra, sobre la buena salud de que disfruta. La salud y el vigor son condiciones naturales de su vida, y por lo tanto apenas tiene conciencia de que está gozando de tan rico don. {ECFP 11.1}

Tal ocurre con el hombre verdaderamente justo. Es inconsciente de su bondad y piedad. Los principios religiosos han llegado a ser la fuente de su vida y su conducta, y es tan natural para él llevar los frutos del Espíritu, como es para la higuera producir higos, o para el rosal dar rosas. Su naturaleza está tan completamente imbuida del amor por Dios y sus semejantes, que hace las obras de Cristo con un corazón voluntario. {ECFP 11.2}

Todos los que entran en la esfera de su influencia perciben la hermosura y la fragancia de la vida cristiana, mientras que él mismo es inconsciente de ella, puesto que está en armonía con sus hábitos y sus inclinaciones. Ora por luz divina, y le gusta vivir en armonía con esa luz. Su comida y su bebida es hacer la voluntad de su Padre celestial. Su vida está escondida con Cristo en Dios; sin embargo no se jacta de esto, ni parece consciente de ello. Dios acepta al hombre humilde que sigue de cerca en los pasos del Maestro. Los ángeles son atraídos a él, y a ellos les agrada detenerse a lo largo de su senda. Pueden ser pasados por alto como indignos de que se les dedique atención por aquellos que pretenden haber logrado exaltadas conquistas, y que se deleitan en hacer prominentes sus buenas obras; pero los ángeles celestiales se inclinan con amor sobre ellos y son como muro de fuego que los circunda. {ECFP 11.3}

Por qué fue rechazado Cristo

Nuestro Salvador era la luz del mundo; pero el mundo no lo conoció. Estaba constantemente ocupado en obras de misericordia, proyectando luz sobre la senda de todos; sin embargo no pidió a aquellos con los cuales se relacionaba que contemplaran su virtud inigualable, su abnegación, su espíritu de sacrificio y su benevolencia. Los judíos no admiraban una vida tal. Ellos consideraban su religión sin valor, porque no estaba de acuerdo con su norma de piedad; decidieron que Cristo no era religioso en espíritu o en carácter; porque la religión de ellos consistía en ostentación, en orar en público y en hacer obras de caridad por causa del efecto. Proclamaban con trompeta sus buenas obras, como lo hacen los que pretenden poseer la santificación. Querían que todos entendieran que ellos no tenían pecado. Pero toda la vida de Cristo se hallaba en directo contraste con esto. No buscaba ni ganancia ni honores. Sus maravillosos actos de sanamiento eran realizados de la manera más silenciosa posible, aunque él no podía restringir el entusiasmo de aquellos que eran los recipientes de sus grandes bendiciones. La humildad y la mansedumbre caracterizaron su vida. Y fue debido a su conducta humilde y a sus maneras modestas, que se hallaban en tan señalado contraste con las de los fariseos, por lo que éstos no quisieron aceptarlo. {ECFP 12.1}

La mansedumbre es un fruto del espíritu

El más precioso fruto de la santificación es la gracia de la mansedumbre. Cuando esta gracia preside en el alma, la disposición es modelada por su influencia. Hay un constante esperar en Dios, y una sumisión a la voluntad divina. La comprensión capta toda verdad divina, y la voluntad se inclina ante todo precepto de Dios, sin dudar ni murmurar. La verdadera mansedumbre suaviza y subyuga el corazón, y adecua la mente a la palabra implantada. Coloca los pensamientos en obediencia a Jesucristo. Abre el corazón a la Palabra de Dios, como fue abierto el corazón de Lidia. Nos coloca, junto con María, como personas que aprenden a los pies de Jesús. “Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera”. Salmos 25:9. {ECFP 13.1}

El lenguaje de la mansedumbre nunca es el de la jactancia. Como el niño Samuel, los mansos elevan el ruego: “Habla, porque tu siervo oye”. 1 Samuel 3:10. Cuando Josué fue colocado en la más alta posición de honor, como comandante de Israel, desafió a todos los enemigos de Dios. Su corazón estaba lleno de los nobles pensamientos de su gran misión. Sin embargo, a la intimación de un mensaje del cielo, se colocó en la posición de un niño para ser guiado. “¿Qué dice mi Señor a su siervo?” fue su respuesta. Josué 5:14. Las primeras palabras de Pablo, después que Cristo le fue revelado, son las siguientes: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Hechos 9:6. {ECFP 13.2}

La mansedumbre en la escuela de Cristo es uno de los frutos destacados del Espíritu. Es una gracia obrada por el Espíritu Santo como santificador, y capacita a su poseedor a dominar en todo tiempo su temperamento duro e impetuoso. Cuando la gracia de la humildad es practicada por los que naturalmente son de disposición áspera y precipitada, harán los más fervientes esfuerzos para subyugar su desdichado temperamento. Todos los días obtendrán el dominio propio, hasta que resulte vencido aquello que no es amable ni semejante a Cristo. Se asimilan al Modelo divino, hasta que pueden obedecer la orden inspirada: “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. Santiago 1:19. {ECFP 14.1}

Cuando un hombre profesa estar santificado, y sin embargo por sus palabras y sus obras puede ser representado por la fuente impura que arroja aguas amargas, podemos decir con seguridad acerca de él: Ese hombre está engañado. Necesita aprender el A B C de lo que constituye la vida de un cristiano. Algunos que profesan ser siervos de Cristo han albergado por tanto tiempo el demonio de la aspereza, que parecen gustar del elemento no santificado, y hallan placer en hablar palabras que desagradan e irritan. Estos hombres deben ser convertidos antes que Cristo pueda reconocerlos como sus hijos. {ECFP 14.2}

La mansedumbre es el adorno interior, que Dios estima de gran valor. El apóstol habla de esto diciendo que es más valioso que el oro, o perlas, o atavíos costosos. En tanto que el ornamento exterior hermosea solamente el cuerpo mortal, el adorno de la mansedumbre embellece el alma, y vincula al hombre finito con el Dios infinito. Este es el ornamento que Dios mismo escoge. Aquel que embelleció los cielos con los orbes de luz, ha prometido, por medio del mismo Espíritu, que “hermoseará a los humildes con la salvación”. Salmos 149:4. Los ángeles del cielo registrarán como mejor adornados a aquellos que se vistan del Señor Jesucristo, y anden con mansedumbre y humildad. {ECFP 15.1}

Para lograr la condición de hijo

Al cristiano se le presenta la posibilidad de realizar grandes conquistas. Puede siempre estar ascendiendo a mayores alturas. Juan tenía una idea elevada del privilegio de un cristiano. El dice: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1. No es posible para la humanidad elevarse a una mayor altura de dignidad que la que aquí se presenta. Al hombre se le concede el privilegio de llegar a ser heredero de Dios y coheredero con Cristo. A los que han sido así exaltados, se les revelan las inescrutables riquezas de Cristo, que son mil veces más valiosas que la riqueza del mundo. Así, por los méritos de Jesucristo, el hombre finito se eleva a la compañía con Dios y su querido Hijo. {ECFP 15.2}

Testimonio: 02-11-2017

Anoche, amados, noviembre 2 del 2017, el Señor me dio un sueño. En este sueño yo veía cómo las personas, en los diferentes lugares donde estaban, salían —por la desesperación—, buscando refugio en otros lugares. Entonces, yo veía cómo las personas se iban, y por más que yo trataba de decirles: “miren, pero, ¡quédense! ¡porque aquí es donde Dios nos tiene, y aquí es donde nosotros tenemos que estar! ¡Ahora es el momento de ayudar, de ayudar al que está al lado de nosotros!” Ellos escapaban por su vida, en la desesperación, porque como no se habían preparado no sabían qué hacer. Su desesperación los llevaba a buscar otras tierras, otros rumbos. Entonces yo me trataba de parar al frente de ellos porque vi una línea muy larga, y ellos entraban por esa puerta, y ya cuando entraban por esta puerta pues ya no los veía más, era como que esa puerta los llevaba a los diferentes destinos a donde ellos querían ir. {Daisy Escalante: 02-11-2017 , es.p1}

Entonces mientras yo estaba en esa desesperación de tratarlos, de que ellos entendieran, y agarrarlos para que no se fueran, apareció entonces mi acompañante y me dijo: “Daisy, déjalos. Su suerte ya está echada”. Entonces yo dije: “Señor, pero yo estoy tratando de que se despierten, de que se den cuenta que, no importa donde quiera que se vayan, esto va a ser mundial, y va a llegar. Entonces, va a ser más difícil para ellos, porque si no se prepararon ahora, o sea antes en tiempo de paz, ahora en tiempo de guerra va a ser más difícil”. Entonces me dijo: “tranquila”. Entonces me llevó a otro lugar, en ese otro lugar, cuando fui allí, vi personas que estaban sentadas, estas personas habían perdido su casa, tenían muy poco que comer, pero tenían un arroyo. Ellos, de ahí, tomaban su agua, y lo poco que tenían de comer no solamente comían ellos, sino que compartían con otros. Entonces yo decía: “Señor, pero, ¡mira! Están ahí tratando de levantar sus paredes, su casita, porque se les vino abajo. Y, ¿por qué ellos no están en desesperación? Y aquellos que tenían, hasta, casas de cemento, que no se les cayó nada y no perdieron nada, ¿por qué están con esa desesperación?” Entonces mi acompañante me dijo: “es que no es la preparación material únicamente, necesitamos la preparación espiritual. {Daisy Escalante: 02-11-2017 , es.p2}

Entonces yo veía cómo estas personas se desenvolvían, y cómo, a su vez, mientras en el diario de su vida, de ellos desenvolverse, en el camino, también ayudaban a otras personas que también estaban caídas, a que se levantasen. ¡Fue tan linda aquella escena! Se pareció mucho a lo que estamos viviendo ahora aquí en Puerto Rico, y en México, y en otros lugares que ustedes ya conocen [pues] esto es de ámbito, ya, nacional lo que está pasando, [se conoce] en todo el mundo. Entonces, en ese momento, cuando ya estoy en un lugar, ahí viendo todo lo que estaba pasando, desperté. Y, cuando desperté: “¿ya?” -dije-, “¿ya? ¿ya se acabó?” —dije para adentro de mí, en mi mente—. Entonces, la voz volvió y me dijo: “tu esposo te va a decir algo”. {Daisy Escalante: 02-11-2017 , es.p3}

Entonces, en este momento yo me quedé así. Eran alrededor de las tres y media de la mañana, casi las cuatro, por ahí. Entonces me quedo mirando a mi esposo y digo: “pero, ¿cómo que mi esposo me va a decir algo? ¡[si] él está totalmente dormido!” Y en este momento mi esposo me dice: “Daisy, tuve un sueño”, y comenzó a contarme el sueño. Entonces me dijo: “tengo que leer algo, y cuando abrió su biblia, cayó en Jeremías 40. Entonces como ya me habían dado este capítulo para otra persona que tenía que enviárselo anteriormente, éste, me llamó mucho la atención. Entonces comencé a leer Jeremías 40 y cuando leí Jeremías 40 el Señor me dijo: lee Jeremías 40 pero lee también hasta el 44. Entonces este es el matinal que tuvimos esta mañana todos acá en nuestra casa y nos pudimos dar cuenta de que, cuando Dios habla a los que van a traer el castigo sobre las naciones desobedientes, muchas veces los que traen el castigo son aún más obedientes que los que realmente nos decimos ser los hijos de Dios. {Daisy Escalante: 02-11-2017 , es.p4}

Entonces allí vemos esta dinámica, amados hermanos, de cómo Dios, pues, fue llevando a Jeremías a instruir al pueblo, más el pueblo no hizo caso. Ellos pensaron que, yendo a Egipto a buscar comida, a buscar lo que ellos necesitaban, allí encontraron la espada, allí encontraron la muerte, allí encontraron el hambre y la sed para ellos y sus familias. Quiera Dios que cada uno de nosotros que escuchemos esto, recapacitemos y nos demos cuenta, porque yo los pude ver en el sueño que ellos salían más no podían regresar, porque la situación se había puesto tan terrible y tan precaria que había sido bien difícil, bien difícil, y ellos estaban enterrando sus manos en la tierra para buscar comida más no la encontraban. {Daisy Escalante: 02-11-2017 , es.p5}

Quiera Dios que sigamos las instrucciones de Dios y nos estemos quietos, y que podamos darnos cuenta que estamos bajo la dirección de un Dios todopoderoso, que todo lo que está pasando en este mundo no está pasando de incógnito ante sus ojos, sino que él está al control de todo, esto es un tiempo de que tiene que pasar lo que tiene que pasar, más Dios está pendiente de sus verdaderos hijos. Si confiamos en Él, no vamos a salir huyendo a ningún lugar, sencillamente vamos a esperar en Cristo Jesús, vamos a esperar sus órdenes. Si el Señor dice: “muévete”, te mueves. Si el Señor dice: “quédate”, te quedas. Si el Señor dice: “ve, haz esto, di esto, come esto, no comas esto”, hazlo. Porque el Señor está dando instrucciones contundentes en estos últimos días para que sus hijos sepan lo que tienen que hacer. Quiera Dios que esto no caiga en oídos sordos y que todos nos podamos preparar, y que todos más que prepararnos físicamente, materialmente, más que eso, es prepararnos espiritualmente en Cristo Jesús. Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 02-11-2017 , es.p6}

Jeremías 40

1 Palabra que vino a Jeremías de parte de Jehová, después que Nabuzaradán capitán de la guardia le envió desde Ramá, cuando le tomó estando atado con esposas entre todos los que fueron llevados cautivos de Jerusalén y de Judá que fueron desterrados a Babilonia.
2 Tomó pues, el capitán de la guardia a Jeremías, y le dijo: Jehová tu Dios habló este mal contra este lugar;
3 y Jehová lo ha traído y hecho según lo había dicho; porque pecasteis contra Jehová, y no oísteis su voz, por eso os ha venido esto.
4 Y ahora yo te he soltado hoy de las esposas que tenías en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo miraré por ti; mas si no te parece bien venir conmigo a Babilonia, déjalo; mira, toda la tierra está delante de ti; ve a donde mejor y más cómodo te pareciere ir.
5 Y aún no se había vuelto él, cuando [le dijo]: Vuélvete a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Judá, y vive con él en medio del pueblo; o ve a donde te pareciere más cómodo ir. Y el capitán de la guardia le dio provisiones y un presente, y le despidió.
6 Se fue entonces Jeremías a Gedalías hijo de Ahicam, a Mizpa, y moró con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.
7 Y como oyeron todos los príncipes del ejército que estaba por el campo, ellos y sus hombres, que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías hijo de Ahicam sobre la tierra, y que le había encomendado los hombres, y las mujeres, y los niños, y los pobres de la tierra, que no fueron llevados cautivos a Babilonia.
8 Vinieron luego a Gedalías en Mizpa, [esto es], Ismael hijo de Netanías, y Johanán y Jonatán hijos de Carea, y Seraías hijo de Tanhumet, y los hijos de Efi netofatita, y Jezanías hijo de un maacatita, ellos y sus hombres.
9 Y les juró Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, a ellos y a sus hombres, diciendo: No tengáis temor de servir a los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y tendréis bien.
10 Y he aquí que yo habito en Mizpa, para estar delante de los caldeos que vendrán a nosotros; mas vosotros, tomad el vino, los frutos del verano y el aceite, y ponedlo en vuestros almacenes, y quedaos en vuestras ciudades que habéis tomado.
11 Asimismo todos los judíos que [estaban] en Moab, y entre los hijos de Amón, y en Edom, y los que [estaban] en todas las tierras, cuando oyeron decir como el rey de Babilonia había dejado un remanente en Judá, y que había puesto sobre ellos a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán,
12 todos estos judíos regresaron entonces de todas las partes adonde habían sido echados, y vinieron a tierra de Judá, a Gedalías en Mizpa; y tomaron vino y muchísima fruta de verano.
13 Y Johanán, hijo de Carea, y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban en el campo, vinieron a Gedalías en Mizpa,
14 y le dijeron: ¿No sabes de cierto como Baalis, rey de los hijos de Amón, ha enviado a Ismael hijo de Netanías, para matarte? Mas Gedalías hijo de Ahicam no los creyó.
15 Entonces Johanán hijo de Carea habló a Gedalías en secreto, en Mizpa, diciendo: Yo iré ahora, y heriré a Ismael hijo de Netanías, y ningún hombre lo sabrá: ¿por qué te ha de matar, y todos los judíos que se han reunido a ti se dispersarán, y perecerá el resto de Judá?
16 Pero Gedalías hijo de Ahicam dijo a Johanán hijo de Carea: No hagas esto, porque falso es lo que tú dices de Ismael.

Jeremías 41

1 Y aconteció en el mes séptimo, que vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la simiente real, y algunos príncipes del rey, y diez hombres con él, a Gedalías hijo de Ahicam en Mizpa; y juntos comieron pan allí en Mizpa.
2 Y se levantó Ismael hijo de Netanías, y los diez hombres que con él estaban, e hirieron a espada a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, matando así a aquel a quien el rey de Babilonia había puesto sobre la tierra.
3 Asimismo hirió Ismael a todos los judíos que estaban con él, con Gedalías en Mizpa, y a los soldados caldeos que allí se hallaron.
4 Sucedió además, un día después que mató a Gedalías, cuando nadie [lo] sabía [aún],
5 que venían unos hombres de Siquem y de Silo y de Samaria, ochenta hombres, raída la barba, y rotas las ropas, y arañados y traían en sus manos ofrenda y perfume para llevar a la casa de Jehová.
6 Y de Mizpa les salió al encuentro, llorando, Ismael hijo de Netanías: y aconteció que como los encontró, les dijo: Venid a Gedalías, hijo de Ahicam.
7 Y fue que cuando llegaron al medio de la ciudad, Ismael hijo de Netanías los degolló, [y los echó] dentro de una cisterna, él y los hombres que con él estaban.
8 Mas entre aquellos fueron hallados diez hombres que dijeron a Ismael: No nos mates; porque tenemos en el campo tesoros de trigos, y cebadas, y aceite, y miel. Y los dejó, y no los mató entre sus hermanos.
9 Y la cisterna en que echó Ismael todos los cadáveres de los hombres que él había matado a causa de Gedalías, era la misma que el rey Asa había hecho a causa de Baasa, rey de Israel; la llenó de muertos Ismael, hijo de Netanías.
10 Después Ismael llevó cautivo a todo el resto del pueblo que [estaba] en Mizpa; a las hijas del rey y a todo el pueblo que en Mizpa había quedado, el cual Nabuzaradán, capitán de la guardia, había encargado a Gedalías, hijo de Ahicam. Los llevó, pues, cautivos Ismael hijo de Netanías, y se fue para pasarse a los hijos de Amón.
11 Y oyó Johanán hijo de Carea, y todos los príncipes de la gente de guerra que estaban con él, todo el mal que había hecho Ismael, hijo de Netanías.
12 Entonces tomaron todos los hombres, y fueron a pelear con Ismael hijo de Netanías, y lo hallaron junto al gran estanque que [está] en Gabaón.
13 Y aconteció que como todo el pueblo que [estaba] con Ismael vio a Johanán hijo de Carea, y a todos los príncipes de la gente de guerra que estaban con él, se alegraron.
14 Y todo el pueblo que Ismael había traído cautivo de Mizpa, se tornaron, y volvieron, y se fueron a Johanán hijo de Carea.
15 Mas Ismael hijo de Netanías se escapó delante de Johanán con ocho hombres, y se fue a los hijos de Amón.
16 Y Johanán hijo de Carea, y todos los príncipes de la gente de guerra que con él [estaban], tomaron todo el resto del pueblo que habían recobrado de Ismael hijo de Netanías, de Mizpa, después que hirió a Gedalías hijo de Ahicam: hombres de guerra, y mujeres, y niños, y los eunucos que Johanán había hecho tornar de Gabaón;
17 y fueron y habitaron en Gerut-quimam, que es cerca de Belén, a fin de partir y meterse en Egipto,
18 por causa de los caldeos; porque temían de ellos, por haber herido Ismael hijo de Netanías a Gedalías hijo de Ahicam, al cual el rey de Babilonia había puesto sobre la tierra.

Jeremías 42

1 Y vinieron todos los capitanes de la gente de guerra, y Johanán hijo de Carea, y Jezanías hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,
2 y dijeron al profeta Jeremías: Sea acepta nuestra súplica delante de ti, y ora por nosotros a Jehová tu Dios, por todo este remanente (pues de muchos hemos quedado unos pocos, como nos ven tus ojos),
3 para que Jehová tu Dios nos enseñe camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer.
4 Y el profeta Jeremías les dijo: Ya he oído. He aquí que voy a orar a Jehová vuestro Dios, como habéis dicho; y será que todo lo que Jehová os respondiere, os [lo] declararé; no os reservaré palabra.
5 Y ellos dijeron a Jeremías: Jehová sea testigo entre nosotros de la verdad y de la lealtad, si no hiciéremos conforme a todo aquello para lo cual Jehová tu Dios te enviare a nosotros.
6 Sea bueno, o sea malo, a la voz de Jehová nuestro Dios, al cual te enviamos, obedeceremos; para que, obedeciendo a la voz de Jehová nuestro Dios, tengamos bien.
7 Y aconteció que al cabo de diez días vino palabra de Jehová a Jeremías.
8 Y llamó a Johanán hijo de Carea, y a todos los capitanes de la gente de guerra que con él [estaban], y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor;
9 Y les dijo: Así dice Jehová Dios de Israel, al cual me enviasteis para presentar vuestras súplicas delante de Él:
10 Si os quedareis quietos en esta tierra, os edificaré, y no os destruiré; os plantaré, y no os arrancaré: porque arrepentido estoy del mal que os he hecho.
11 No temáis de la presencia del rey de Babilonia, del cual tenéis temor; no temáis de su presencia, ha dicho Jehová, porque con vosotros [estoy] yo para salvaros y libraros de su mano:
12 Y os daré misericordias, y tendrá misericordia de vosotros, y os hará volver a vuestra tierra.
13 Mas si dijereis: No moraremos en esta tierra, no obedeciendo así a la voz de Jehová vuestro Dios,
14 y diciendo: No, antes nos entraremos en tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni tendremos hambre de pan, y allá moraremos;
15 Ahora por eso, oíd la palabra de Jehová, remanente de Judá: Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Si vosotros volviereis vuestros rostros para entrar en Egipto, y entrareis para peregrinar allá,
16 entonces sucederá que la espada que teméis, os alcanzará allí en tierra de Egipto, y el hambre de que tenéis temor, allá en Egipto se os pegará; y allí moriréis.
17 Será pues, que todos los hombres que tornaren sus rostros para entrarse en Egipto, para peregrinar allí, morirán a espada, de hambre, y de pestilencia: no habrá de ellos quien quede vivo, ni quien escape delante del mal que traeré yo sobre ellos.
18 Porque así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Como se derramó mi enojo y mi ira sobre los moradores de Jerusalén, así se derramará mi ira sobre vosotros, cuando entrareis en Egipto; y seréis por juramento y por espanto, y por maldición y por afrenta; y no veréis más este lugar.
19 Jehová habló sobre vosotros, oh remanente de Judá: No entréis en Egipto: sabed por cierto que os aviso hoy.
20 ¿Por qué hicisteis errar vuestras almas? Porque vosotros me enviasteis a Jehová vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros a Jehová nuestro Dios; y conforme a todas las cosas que Jehová nuestro Dios dijere, háznoslo saber así, y [lo] pondremos por obra.
21 Y os lo he denunciado hoy, y no habéis obedecido a la voz de Jehová vuestro Dios, ni a todas las cosas por las cuales me envió a vosotros.
22 Ahora, pues, sabed de cierto que moriréis a espada, de hambre y de pestilencia, en el lugar donde deseasteis entrar para peregrinar allí.

Jeremías 43

1 Y aconteció que como Jeremías acabó de hablar a todo el pueblo todas las palabras de Jehová su Dios, [esto es], todas las palabras por las cuales Jehová su Dios le había enviado a ellos,
2 dijo Azarías hijo de Osaías, y Johanán hijo de Carea, y todos los varones soberbios dijeron a Jeremías: Mentira dices; no te ha enviado Jehová nuestro Dios para decir: No entréis en Egipto a peregrinar allí;
3 sino que Baruc, hijo de Nerías te incita contra nosotros, para entregarnos en mano de los caldeos, para matarnos y para hacernos trasportar a Babilonia.
4 No obedeció, pues, Johanán hijo de Carea, y todos los capitanes de la gente de guerra, y todo el pueblo, a la voz de Jehová para quedarse en tierra de Judá;
5 sino que tomó Johanán hijo de Carea, y todos los capitanes de la gente de guerra, a todo el remanente de Judá que había vuelto de todas las naciones adonde habían sido echados, para habitar en la tierra de Judá.
6 a hombres y mujeres y niños, y a las hijas del rey, y a toda alma que Nabuzaradán, capitán de la guardia, había dejado con Gedalías, hijo de Ahicam hijo de Safán, y al profeta Jeremías y a Baruc, hijo de Nerías;
7 y entraron en tierra de Egipto; porque no obedecieron a la voz de Jehová; y llegaron hasta Tafnes.
8 Y vino palabra de Jehová a Jeremías en Tafnes, diciendo:
9 Toma con tu mano piedras grandes, y escóndelas en el barro, en el enladrillado que [está] a la puerta de la casa de Faraón en Tafnes, a vista de los hombres de Judá;
10 y diles: Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo enviaré y tomaré a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y extenderá su pabellón sobre ellas.
11 Y vendrá, y herirá la tierra de Egipto: los que a muerte, a muerte, y los que a cautiverio, a cautiverio, y los que a espada, a espada.
12 Y yo pondré fuego a las casas de los dioses de Egipto; y las quemará, y a ellos llevará cautivos; y él se vestirá la tierra de Egipto, como el pastor se viste su capa, y saldrá de allá en paz.
13 Además, quebrará las estatuas de Bet-semes, que está en tierra de Egipto, y las casas de los dioses de Egipto quemará a fuego.

Jeremías 44

1 Palabra que vino a Jeremías acerca de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, que moraban en Migdol, y en Tafnes, y en Nof, y en tierra de Patros, diciendo:
2 Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá: y he aquí que ellas [están] el día de hoy asoladas, y ni hay en ellas morador;
3 A causa de la maldad que ellos cometieron para hacerme enojar, yendo a ofrecer incienso, honrando a dioses ajenos que ellos no habían conocido, [ni] vosotros, ni vuestros padres.
4 Y envié a vosotros a todos mis siervos los profetas, madrugando y enviándolos, diciendo: No hagáis ahora esta cosa abominable que yo aborrezco.
5 Mas no oyeron ni inclinaron su oído para convertirse de su maldad, para no ofrecer incienso a dioses ajenos.
6 Se derramó, por tanto, mi furor y mi ira, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, y fueron destruidas y desoladas, como están hoy.
7 Ahora, pues, así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vuestras almas, para ser talados varón y mujer, y niño de pecho, de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno;
8 haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para morar, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra?
9 ¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, y de las maldades de los reyes de Judá, y de las maldades de sus esposas, y de vuestras maldades, y de las maldades de vuestras esposas, que hicieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?
10 No se han humillado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley, ni en mis estatutos que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.
11 Por tanto, así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo pongo mi rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá.
12 Y tomaré el remanente de Judá que puso su rostro para entrar en la tierra de Egipto para morar allí, y en la tierra de Egipto serán todos consumidos. Caerán a espada y por el hambre serán consumidos; por la espada y el hambre morirán desde el menor hasta el mayor; y serán [causa] de blasfemia, de espanto, de maldición y de oprobio.
13 Pues castigaré a los que moran en tierra de Egipto, como castigué a Jerusalén, con espada, y con hambre, y con pestilencia.
14 Y del remanente de Judá que entraron en tierra de Egipto para morar allí, no habrá quien escape, ni quien quede vivo, para volver a la tierra de Judá, por la cual suspiran ellos por volver para habitar allí; porque no volverán sino los que escaparen.
15 Entonces todos los que sabían que sus esposas habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran multitud, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo:
16 [En cuanto a] la palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti;
17 sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y fuimos saciados de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno.
18 Mas desde que cesamos de ofrecer incienso a la reina del cielo, y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y a hambre somos consumidos.
19 Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso nosotras hicimos tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin [saberlo] nuestros maridos?
20 Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres, y a todo el vulgo que le había respondido esto, diciendo:
21 ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las plazas de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes, y el pueblo de la tierra?
22 Y no pudo soportar más Jehová a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho: por tanto vuestra tierra fue en asolamiento, y en espanto, y en maldición, hasta no quedar morador, como hoy.
23 Porque habéis quemado incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de Jehová, ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos, ni en sus testimonios; por tanto ha venido sobre vosotros este mal, como en este día.
24 Y dijo Jeremías a todo el pueblo, y a todas las mujeres: Oíd palabra de Jehová, todos los de Judá que [estáis] en tierra de Egipto:
25 Así habla Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras esposas hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones; confirmáis a la verdad vuestros votos, y ponéis vuestros votos por obra.
26 Por tanto, oíd palabra de Jehová, todo Judá que habitáis en tierra de Egipto: He aquí he jurado por mi grande nombre, dice Jehová, que mi nombre no será más invocado en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre judío, diciendo: Vive el Señor Jehová.
27 He aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Judá que [están] en la tierra de Egipto, serán consumidos a espada y de hambre, hasta que perezcan del todo.
28 Y los pocos hombres que escaparen de la espada, volverán de tierra de Egipto a tierra de Judá, y todo el remanente de Judá, que ha entrado en Egipto a morar allí sabrá la palabra de quién ha de permanecer, si la mía, o la suya.
29 Y esto [tendréis] por señal, dice Jehová, de que en este lugar os visito, para que sepáis que de cierto permanecerán mis palabras para mal sobre vosotros.
30 Así dice Jehová: He aquí que yo entrego a Faraón Hofra rey de Egipto en mano de sus enemigos, en mano de los que buscan su vida, como entregué a Sedequías rey de Judá en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, su enemigo que buscaba su vida.

Testimonio: 09-11-2017

9 de noviembre, 2017. Era alrededor de las 7:30 pm. [Estaba], pues yo, ya, para ir al receso, meditando en lo que el Señor desea de cada uno de nosotros cada día; este debe ser nuestro meditar —para cada uno de nosotros—. Cuando, en ese momento, vino a mí la palabra del Señor, donde me citó Isaías 7:20, y me dijo: “Isaías 7:20 corre a cumplirse”. Ya luego me siguió diciendo: “no temas, ni desmayes; confía”. Y me citó otro versículo: “Salmos 5:12, que será tu recompensa”, me dijo, “y la de mi pueblo. Para que sepan que Jehová fue quien los salvó”. Y siguió diciéndome que: “todos verán la salvación en ese lugar porque obedecieron a su Salvador”. {Daisy Escalante: 09-11-2017 , es.p1}

Entonces yo decía: “Señor, ¿qué lugar?” comencé a preguntar. Entonces la voz me contestó: “no deben salirse de las instrucciones”. Me dio instrucciones: “casa pequeña en el lugar donde salgan”. ¡Por favor, hermanos, no estén haciendo mega casas, casas lujosas! Ya nos estamos yendo a casa, no hay oportunidad para que estemos ya poniéndole amor a las cosas de este mundo. Hay que hacer cosas pequeñas, como Dios quiere. Hágase la idea de que estamos acampando, porque, ya, nuestra casa, es nuestra casa celestial. Así que el Señor quiere que se hagan casas pequeñas. Que el terreno, el terreno, ya sea un poquito más amplio, para sembrar. Que tenga agua propia, esto es bien importante, amados hermanos. Con esta situación que hemos tenido acá en Puerto Rico, nos hemos dado cuenta que tener agua propia es una bendición. {Daisy Escalante: 09-11-2017 , es.p2}

Otra de las cosas que el Señor volvió a recalcarme, es que no seamos privados de adorar a vuestro Dios, que el lugar donde vamos a escoger no tengamos vecinos alrededor, porque vamos a ser privados de adorar a nuestro Dios, y por eso lo está recalcando de esta manera —otra vez—. Volvió a seguirme diciendo, en la lista: “sitios donde nadie quiere estar”. Si usted ve un sitio donde todo el mundo quiere ir, bueno claro hay lugares donde la gente quiere ir porque ven allí la bendición de Dios, pero hay otros lugares donde la gente quiere ir porque es fácil, porque es cómodo, porque sienten que están cumpliendo con este requisito, pero es cómodo. Tengamos [en] cuenta, Dios dice: “sitios donde nadie quiere estar”. {Daisy Escalante: 09-11-2017 , es.p3}

Otra de las cosas que me dijo es que guardemos semillas para sembrar, y también para comer. Y, por último, me siguió diciendo en la lista: “sólo lo estrictamente necesario”. Hemos visto con el pasar del tiempo, las diferentes facetas en estos movimientos, donde muchos llevan todo lo que tenían, de la ciudad se lo llevan al campo, y el Señor, lo que quiere es que vayamos aliviando la carga. Entonces, cuando él me dijo así: “sólo lo estrictamente necesario”, yo pregunté: “¿que es necesario?” Entonces me dijo: “abrigo, techo, sustento, y medicina”. Cuando le dije: “¿medicina?”, porque [en] esto es siempre que estoy pendiente, pues es [en] lo que estoy trabajando, día tras día, en mi vida. Me recalcó: “las plantas, medicina natural”. {Daisy Escalante: 09-11-2017 , es.p4}

Entonces me siguió diciendo: “y será que todo el que yo enviare allí habitará hasta el fuerte pregón, pues, luego, la tierra será desolada, y mi pueblo refugiado por mi santo ejército. Toda tierra será tierra de chacales, más mi pueblo tendrá su sustento. Diles que no teman pues Yo os envío a tierra no deseable para que hallen paz, ya que la piedra que ellos desecharon llegó a ser la piedra angular. Se avecinan tiempos tormentosos”, me seguía diciendo, “es tiempo, ya, de prepararse para la fase final. El que sea fiel, Yo le daré la corona de la vida”, me decía, “porque el que busque salvar su vida la perderá; más el que no la buscare, salvará su vida”. {Daisy Escalante: 09-11-2017 , es.p5}

Entonces me dijo unos versículos, y me dijo: “dice el Señor: Romanos 3:23, Lucas 4:28, 1 Timoteo 2:1, Habacuc 2:13, Amós 3:2, 1 Corintios 2:4, Oseas 2:7 y Filipenses 2:10”. Estos fueron los versículos que me dieron en este momento. Dios está hablando activamente, amados hermanos, necesitamos prepararnos, no podemos dilatar. Es como yo siempre les digo a las personas; si yo supiese ¿verdad?, estoy en mi casa cómoda, estoy en mi casa lujosa con todo lo que necesito, con todos los servicios al día, pero de repente llega alguien a mi puerta y me dice: “¡salgan corriendo de aquí porque viene un tsunami que ya se está acercando a este lugar y van a ser devastados!” Pues, ¿qué haríamos nosotros?, si queremos salvar la vida, tenemos que salir. {Daisy Escalante: 09-11-2017 , es.p6}

Entonces, esto hermanos, es lo que está llegando, en todos los lugares [lo] estamos viendo. ¡Miren Grecia cómo está! Nunca en su vida habían llegado cosas como las que están llegando a diferentes lugares. El Señor nos está hablando, ya en términos, ya, más contundentes de lo que está viniéndose, y ya no nos tiene, yo creo, que decir mucho, porque ya todos lo estamos viendo. {Daisy Escalante: 09-11-2017 , es.p7}

Así que, quiera Dios, de todo corazón se los digo, amados hermanos, que obedezcamos estas instrucciones:

– que la casa sea pequeña,

– que el terreno sea amplio para que podamos sembrar,

– que tenga agua propia es bien importante,

– que no sean privados de adorar a vuestro Dios,

– que sea un sitio donde nadie quiere estar,

– que guardemos semillas para sembrar y para comer, y

– que solamente lo estrictamente necesario esté allí con nosotros.

– el abrigo, el techo, el sustento y tener nuestras plantas medicinales, que es la medicina que el cielo aprueba. Para que cada uno de nosotros podamos recibir la bendición de Dios. Y, sobre todo, amados hermanos, que estemos a cuentas con Dios, es lo más importante. Porque recordemos, amados, que la propiedad de Dios nadie la toca, así que tenemos que luchar por ser propiedad de Dios. {Daisy Escalante: 09-11-2017 , es.p8}

Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 09-11-2017 , es.p9}

Isaías 7:20

20 En aquel día raerá el Señor con navaja alquilada, con los que habitan al otro lado del río, [es decir], con el rey de Asiria, cabeza y pelo de los pies; y aun la barba también quitará.

Salmos 5:12

12 Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; lo rodearás de benevolencia como [con] un escudo.

Romanos 3:23

23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios;

Lucas 4:28

28 Y cuando oyeron estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira;

1 Timoteo 2:1

1 Exhorto, pues, ante todo, que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones [y] acciones de gracias, por todos los hombres;

Habacuc 2:13

13 ¿No [es] esto de Jehová de los ejércitos? Los pueblos pues, trabajarán para el fuego, y las gentes se fatigarán en vano.

Amós 3:2

2 A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto visitaré contra vosotros todas vuestras maldades.

1 Corintios 2:4

4 y mi palabra y mi predicación no [fue] con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder;

Oseas 2:7

7 Y seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido, porque mejor me iba entonces que ahora.

Filipenses 2:10

10 para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla; de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra,

Himno 43: Oh Dios, si he ofendido un corazón
Himno 66: Omnisapiente Dios