Manjar Sabático
19-11-2022
Jeremías 9
1 ¡Oh si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!
2 ¡Oh quién me diese en el desierto un mesón de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores.
3 Tensan su lengua [como] su arco, [para lanzar] mentiras; pero no son valientes para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice Jehová.
4 Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún hermano tenga confianza: porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda con calumniadores.
5 Y cada uno engaña a su compañero, y no habla verdad: enseñaron su lengua a hablar mentira y se ocupan de hacer perversamente.
6 Tu morada [es] en medio de engaño; de muy engañadores no quisieron conocerme, dice Jehová.
7 Por tanto, así dice Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los fundiré, y los probaré; porque ¿cómo he de hacer por la hija de mi pueblo?
8 Saeta afilada [es] la lengua de ellos; engaño habla; con su boca habla paz con su amigo, pero dentro de sí pone sus asechanzas.
9 ¿No habré de castigarles por estas cosas? dice Jehová. ¿No ha de vengarse mi alma de una gente como ésta?
10 Sobre los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto sobre los pastos del desierto; porque desolados fueron hasta no quedar quien pase, ni oyeron bramido de ganado; desde las aves del cielo hasta las bestias de la tierra huyeron, y se fueron.
11 Y convertiré a Jerusalén en un montón de ruinas, en guarida de dragones; y de las ciudades de Judá haré asolamiento, que no quede morador.
12 ¿Quién [es] varón sabio que entienda esto? ¿y a quién habló la boca de Jehová, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, que no hay quien pase?
13 Y dijo Jehová: Porque dejaron mi ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron conforme a ella;
14 antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y en pos de los Baales que les enseñaron sus padres.
15 Por tanto así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les daré a beber aguas de hiel.
16 Y los esparciré entre gentes que ni ellos ni sus padres conocieron; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que yo los acabe.
17 Así dice Jehová de los ejércitos: Considerad, y llamad plañideras que vengan; y enviad por las [mujeres] hábiles, que vengan;
18 que se den prisa y hagan lamento sobre nosotros, para que nuestros ojos derramen lágrimas, y nuestros párpados destilen aguas.
19 Porque voz de endecha fue oída de Sión: ¡Cómo hemos sido destruidos! en gran manera hemos sido confundidos. ¿Por qué dejamos la tierra? ¿Por qué nos han echado de sí nuestras moradas?
20 Oíd pues, oh mujeres, palabra de Jehová, y vuestro oído reciba la palabra de su boca; y enseñad endechas a vuestras hijas, y cada una a su amiga, lamentación.
21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios; para talar a los niños de las calles y a los jóvenes de las plazas.
22 Habla: Así dice Jehová: Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la faz del campo, y como manojo tras el segador, que no hay quien lo recoja.
23 Así dice Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en su riqueza.
24 Mas el que se hubiere de alabar, alábese en esto, en entenderme y en conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque en estas cosas me complazco, dice Jehová.
25 He aquí que vienen días, dice Jehová, y visitaré sobre todo circuncidado, y sobre todo incircunciso:
26 A Egipto y a Judá, a Edom, a los hijos de Amón y de Moab, y a todos los arrinconados en el postrer rincón, que moran en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.
Los Hechos de los Apóstoles, capítulo 13: Días de preparación
Este capítulo está basado en Hechos 9:19-30.
Después de su bautismo, Pablo dejó de ayunar y permaneció “por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. Y luego en las sinagogas predicaba a Cristo, diciendo que éste era el Hijo de Dios.” Osadamente declaraba que Jesús de Nazaret era el Mesías por mucho tiempo esperado, que “fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; … fue sepultado, y … resucitó al tercer día,” después de lo cual fue visto por los doce, y por otros. “Y el postrero de todos,” añadió Pablo, “como a un abortivo, me apareció a mí.” 1 Corintios 15:3, 4, 8. Sus argumentos de las profecías eran tan concluyentes, y sus esfuerzos estaban tan manifiestamente asistidos por el poder de Dios, que los judíos se confundían y eran incapaces de contestarle. {HAp 101.1; AA.123.1}
Las noticias de la conversión de Pablo llegaron a los judíos produciendo una gran sorpresa. El que había ido a Damasco “con potestad y comisión de los príncipes de los sacerdotes” (Hechos 26:12), para aprehender y perseguir a los creyentes, estaba ahora predicando el Evangelio de un Salvador crucificado y resucitado, fortaleciendo las manos de los que eran ya sus discípulos, y trayendo continuamente nuevos conversos a la fe que una vez combatió acerbamente. {HAp 101.2; AA.123.2}
Pablo había sido conocido anteriormente como un celoso defensor de la religión judía, y un incansable perseguidor de los seguidores de Jesús. Era valeroso, independiente, perseverante, y sus talentos y preparación le capacitaban para prestar casi cualquier servicio. Razonaba con extraordinaria claridad, y mediante su aplastador sarcasmo podía colocar a un oponente en situación nada envidiable. Y ahora los judíos veían a ese joven de posibilidades extraordinarias unido a los que anteriormente había perseguido, y predicando sin temor en el nombre de Jesús. {HAp 101.3; AA.124.1}
Un general muerto en la batalla es una pérdida para su ejército, pero su muerte no da fuerza adicional al enemigo. Más cuando un hombre eminente se une al adversario, no solamente se pierden sus servicios, sino que aquellos a quienes él se une obtienen una decidida ventaja. Saulo de Tarso, en el camino a Damasco, podría fácilmente haber sido muerto por el Señor, y se hubiera restado mucha fuerza al poder perseguidor. Pero Dios en su providencia no sólo le perdonó la vida, sino que lo convirtió, transfiriendo así un campeón del bando del enemigo al bando de Cristo. Como elocuente orador y crítico severo, Pablo, con su firme propósito y denodado valor, poseía precisamente las cualidades que se necesitaban en la iglesia primitiva. {HAp 102.1; AA.124.2}
Mientras Pablo predicaba a Cristo en Damasco, todos los que lo oían se asombraban, y decían: “¿No es éste el que asolaba en Jerusalem a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos a los príncipes de los sacerdotes?” Pablo declaraba que su cambio de fe no había sido provocado por impulso o fanatismo, sino por una evidencia abrumadora. Al presentar el Evangelio, trataba de exponer con claridad las profecías relativas al primer advenimiento de Cristo. Mostraba concluyentemente que esas profecías se habían cumplido literalmente en Jesús de Nazaret. El fundamento de su fe era la segura palabra profética. {HAp 102.2; AA.124.3}
A medida que Pablo continuaba instando a sus asombrados oyentes a “que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento” (Hechos 26:20), “mucho más se esforzaba, y confundía a los Judíos que moraban en Damasco, afirmando que éste es el Cristo.” Pero muchos endurecieron sus corazones y rehusaron responder a su mensaje; y pronto su asombro por la conversión de Saulo se trocó en intenso odio, como el que habían manifestado para con Jesús. {HAp 102.3; AA.125.1}
La oposición se tornó tan fiera que no se le permitió a Pablo continuar sus labores en Damasco. Un mensajero del cielo le ordenó que dejara el lugar por un tiempo; y fue “a la Arabia” (Gálatas 1:17), donde halló un refugio seguro. {HAp 103.1; AA.125.2}
Allí, en la soledad del desierto, Pablo tenía amplia oportunidad para estudiar y meditar con quietud. Repasó serenamente su experiencia pasada, y se arrepintió cabalmente. Buscó a Dios con todo su corazón, sin descansar hasta saber con certeza que su arrepentimiento fue aceptado y sus pecados perdonados. Anhelaba tener la seguridad de que Jesús estaría con él en su ministerio futuro. Vació su alma de los prejuicios y tradiciones que hasta entonces habían amoldado su vida, y recibió instrucción de la Fuente de la verdad. Jesús se comunicó con él, y lo estableció en la fe concediéndole una rica medida de sabiduría y gracia. {HAp 103.2; AA.125.3}
Cuando la mente del hombre se pone en comunión con la mente de Dios, el ser finito con el Infinito, el efecto sobre el cuerpo, la mente y el alma es superior a todo cálculo. En esa comunión se halla la más elevada educación. Es el método de Dios para desarrollar a los hombres. “Amístate ahora con él” (Job 22:21), es su mensaje a la humanidad. {HAp 103.3; AA.126.1}
El solemne cometido que se dió a Pablo en ocasión de su entrevista con Ananías pesaba de modo creciente sobre su corazón. Cuando, en respuesta a las palabras: “Hermano Saulo, recibe la vista,” Pablo había mirado por primera vez el rostro de este hombre devoto, Ananías, bajo la inspiración del Espíritu Santo, le dijo: “El Dios de nuestros padres te ha predestinado para que conocieses su voluntad, y vieses a aquel Justo, y oyeses la voz de su boca. Porque has de ser testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.” Hechos 22:14-16. {HAp 103.4; AA.126.2}
Estas palabras estaban en armonía con las de Jesús mismo, quien, cuando detuvo a Saulo en el camino a Damasco, declaró: “Para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré a ti: librándote del pueblo y de los Gentiles, a los cuales ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y suerte entre los santificados.” Hechos 26:16-18. {HAp 103.5; AA.126.3}
Mientras consideraba estas cosas en su corazón, Pablo entendía más y más claramente el significado de su llamamiento “a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios.” 1 Corintios 1:1. Su llamamiento había provenido, “no de los hombres, ni por hombre, más por Jesucristo y por Dios el Padre.” Gálatas 1:1. La magnitud de la obra que le aguardaba le indujo a estudiar mucho las Sagradas Escrituras, a fin de poder predicar el Evangelio “no en sabiduría de palabras, porque no sea hecha vana la cruz de Cristo,” “más con demostración del Espíritu y de poder,” para que la fe de todos los que lo oyeran “no esté fundada en sabiduría de hombres, más en poder de Dios.” 1 Corintios 1:17; 2:4, 5. {HAp 104.1; AA.127.1}
Mientras Pablo escudriñaba las Escrituras, descubrió que, a través de los siglos, “no … muchos sabios según la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es: para que ninguna carne se jacte en su presencia.” 1 Corintios 1:26-29. Y así, viendo la sabiduría del mundo a la luz de la cruz, Pablo se propuso “no conocer nada, … sino a Jesucristo, y a éste crucificado.” 1 Corintios 2:2 (VM). {HAp 104.2; AA.127.2}
En el curso de su ministerio ulterior, Pablo nunca perdió de vista la fuente de su sabiduría y fuerza. Oídlo años más tarde declarar todavía: “Para mí el vivir es Cristo.” Filipenses 1:21. Y otra vez: “Y ciertamente, aun reputo todas las cosas pérdida por el eminente conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, … para ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y la virtud de su resurrección, y la participación de sus padecimientos.” Filipenses 3:8-10. {HAp 104.3; AA.128.1}
De Arabia volvió Pablo “de nuevo a Damasco” (Gálatas 1:17), “y hablaba confiadamente en el nombre de Jesús.” Incapaces los judíos de rebatir la sabiduría de sus argumentos, “hicieron entre sí consejo de matarle.” Día y noche guardaron diligentemente las puertas de la ciudad para que no escapara. Esta crisis movió a los discípulos a buscar a Dios ardientemente, y al fin, “tomándole de noche, le bajaron por el muro en una espuerta.” {HAp 105.1; AA.128.2}
Después de haber huido de Damasco, fue Pablo a Jerusalén a los tres años de su conversión, con el principal objeto de “ver a Pedro,” según él mismo declaró después. Al llegar a la ciudad donde tan conocido fuera un tiempo como Saulo el perseguidor, “tentaba de juntarse con los discípulos; mas todos tenían miedo de él, no creyendo que era discípulo.” Era difícil para ellos creer que ese fanático fariseo, que tanto había hecho para destruir la iglesia, pudiese llegar a ser un sincero seguidor de Jesús. “Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y contóles cómo había visto al Señor en el camino, y que le había hablado, y cómo en Damasco había hablado confiadamente en el nombre de Jesús.” {HAp 105.2; AA.128.3}
Al oír esto, los discípulos lo admitieron en su medio, y muy luego tuvieron abundantes pruebas de la sinceridad de su experiencia cristiana. El futuro apóstol de los gentiles estaba a la sazón en la ciudad donde residían muchos de sus antiguos colegas, y anhelaba explicar a estos dirigentes judíos las profecías referentes al Mesías, que se habían cumplido con el advenimiento del Salvador. Tenía Pablo la seguridad de que los doctores de Israel con quienes tan bien relacionado estuvo, eran igualmente sinceros y honrados como había sido él; pero no tuvo Pablo en cuenta el ánimo de sus colegas judíos, y se trocaron en amargo desengaño las esperanzas que había puesto en su rápida conversión. Aunque “hablaba confiadamente en el nombre del Señor: y disputaba con los Griegos,” los dignatarios de la iglesia judaica no quisieron creer, y “procuraban matarle.” Entristecióse el corazón de Pablo. De bonísima gana hubiera dado su vida, si con ello trajera a alguien al conocimiento de la verdad. Avergonzado, pensaba en la activa parte que había tomado en el martirio de Esteban; y en su ansiedad de lavar la mancha arrojada sobre el calumniado mártir, quería vindicar la verdad por la cual había entregado Esteban su vida. {HAp 105.3; AA.129.1}
Afligido por la ceguera de los incrédulos, estaba Pablo orando en el templo, según él mismo atestiguó después, cuando cayó en éxtasis, y apareciósele un mensajero celestial que le dijo: “Date prisa, y sal prestamente fuera de Jerusalem; porque no recibirán tu testimonio de mí.” Hechos 22:18. {HAp 106.1; AA.130.1}
Pablo estaba inclinado a quedarse en Jerusalén, donde podría arrostrar la oposición. Le parecía un acto cobarde la huida, si quedándose podía convencer a algunos de los obstinados judíos de la verdad del mensaje evangélico, aunque el quedarse le costara la vida. Así que respondió: “Señor, ellos saben que yo encerraba en cárcel, y hería por las sinagogas a los que creían en ti; y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo también estaba presente, y consentía a su muerte y guardaba las ropas de los que lo mataban.” Pero no estaba de acuerdo con los designios de Dios que su siervo expusiera inútilmente su vida; y el mensajero celestial replicó: “Ve, porque yo te tengo que enviar lejos a los Gentiles.” Vers. 19-21. {HAp 106.2; AA.130.2}
Al enterarse de esta visión, los hermanos se apresuraron a facilitar a Pablo la fuga, en secreto, de Jerusalén, por temor de que lo asesinaran, y “le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.” La partida de Pablo suspendió por algún tiempo la violenta oposición de los judíos, y la iglesia disfrutó de un período de sosiego, durante el cual se multiplicó el número de creyentes. {HAp 106.3; AA.130.3}
Testimonio: 22-02-2020
Amados, febrero, 22, del 2020. A las cuatro de la tarde, mientras estudiaba la Palabra del Señor, el Señor me llamó la atención al personaje de Moisés. Este hombre, cómo Dios lo cuidó desde sus comienzos, cómo llegó a ser el libertador. Pero, también me llamó la atención a Ramsés, el faraón en aquel entonces, cuando Moisés llegó como libertador del pueblo de Dios en Egipto. {Daisy Escalante: 22-02-2020, es.p1}
Esto fue lo que el Señor me dejó saber: “nacidos de madres diferentes, de naciones diferentes, uno esclavo y otro libre. El cielo rigió sus futuros, uno bajo el decreto de muerte de niños, otro libre del decreto. Llegaron por destino celestial a vivir juntos, y ser criados, así, como hermanos y nietos del faraón. Educados diferente en sus primeros años, uno en el paganismo y el otro en el Dios único. Juntos, luego de sus primeros años, fueron educados en ciencias y filosofías paganas, en lujos y abundancia, ambos. En artes de guerra fue su disciplina, desconociendo el trabajo forzado, y viviendo en la mayor abundancia de aquel momento. Estos dos jóvenes se veían, eran vistos por otros, como el futuro faraón y regente de Egipto. Más el cielo, calladamente, regía el futuro individual de cada uno de aquellos jóvenes. El amor entre ellos era muy grande por el hecho de ser criados juntos. El cielo seguía esta secuencia de cerca porque estos dos jóvenes estaban destinados a un futuro que el cielo regía, pese a lo que el ser humano dictaminara. El cielo dictaminó el día, hora, mes y año de la separación de estos dos jóvenes, y así fue. Un asesinato separó [a] estos dos jóvenes, fruto de la semilla que se había implantado en los tiernos años de uno de ellos. Por querer ayudar al desvalido, usó de la fuerza y ésta segó la existencia de uno de los que lo aceptaron en el reino donde él gozaba de grandes dádivas. Sufriendo por esta separación, uno quedó en casa y el otro huyó sin rumbo. El que quedó con todas las dádivas del reino llegó a ser faraón de Egipto, el que huyó sin rumbo llegó a ser pastor de ovejas. Uno, servido por siervos, otro, siendo un siervo. Uno, fue ablandado por el poder de Dios, el otro, fue endurecido por el poder de Dios. Uno, fue elegido como opresor, otro, fue elegido como libertador. Uno, rigió, ciertamente, [en] un lugar topográfico, otro, dirigió una nación por muchos lugares topográficos. Uno, terminó su vida bajo el Mar Rojo, con su ejército; otro, cruzó en seco el Mar Rojo con una nación. Uno, murió destinado a la perdición, otro, murió y fue resucitado y vive eternamente con su Creador y Redentor. Dos nacimientos, dos jóvenes, dos caminos, dos destinos. {Daisy Escalante: 22-02-2020, es.p2}
Cada uno de nosotros debe decidir, ¿será que el amor a tu prójimo te eximirá de la desobediencia a Dios? Y, ¿así conseguirás la salvación?
“Escuchad y aprended de Mí que rijo el cielo, dice el Señor, la tierra, el mar y todo aquello que en ellos hay, y que no cambio por amor a vosotros, porque uno es mi reino y éste implantado para durar para siempre. Y que cada mortal existe y subsiste por mi palabra, y no existe en mi pensamiento el mal para ninguno de ellos. Más ellos, edifican para sí sobre la arena y recogen agua en cisternas rotas. Vivís en apariencias, hablando palabras halagadoras, más Yo os digo que ninguno heredará la vida eterna porque el de doble ánimo no vivirá en el mundo venidero. Hacéis, pues, mal en congraciaros unos con los otros, porque Uno es el que salva, es a saber, Yo, y Yo pruebo los corazones para elegir con grande escrutinio los súbditos de mi reino. Rogad, pues, para que sea abierto vuestro entendimiento y no seáis tomados por sorpresa, pues allí, en aquel día: uno será tomado y el otro será dejado. Pronto, lo esperado llegará, y mi pueblo será probado en forma extrema, y sólo el que me mire a Mí y siga tras mis huellas, vencerá. Dad frutos, pues, dignos de arrepentimiento y hallaréis reposo para vuestras almas”. {Daisy Escalante: 22-02-2020, es.p3}
Palabras fieles y verdaderas del Señor que dejo con cada uno de vosotros. Que el Señor les bendiga. {Daisy Escalante: 22-02-2020, es.p4}
Testimonio: 06-02-2021
6 de febrero del 2021. En sueños, se me dejó saber que debía ser testigo de algo, que fuera a ver y prestara gran atención. Se me dijo: “observa”.
Vi varias familias, conocidas y no conocidas, y todas vivían en diferentes tipos de caos. Les veía atormentados, unos. Y otros, con grande preocupación. Otros, con gran enojo, agraviaban a muchos. Su vida se había convertido en este caos, se me dejó saber, por sus malas decisiones. Pero, sin reconocerlo, le atribuían sus desgracias a todo, y a todos, menos a ellos mismos. Cada cosa que no reconocían, de la causa de su desgracia, aumentaba más el caos en sus vidas. Vivieron la vida sin pensar que el Eterno tomaba revisión de sus actos, y ahora —desprotegidos, a su suerte—, no se lamentaban, sino que renegaban de su grande desgracia. Vi [a] unas personas tratar de hacerles entender su real situación; más, éstos se tornaban más violentos. Vi que las personas que trataron de ayudarles se alejaron de ellos, pues no pudieron hacerles entrar en razón. Estas personas que vivían este caos, ¡era terrible estar cerca de ellos!, porque todo el que se acercaba, y les seguía [en] su forma de vida, se contagiaba con su caos. Así les vi, a su suerte. {Daisy Escalante: 06-02-2021 , es.p1}
La escena cambió y vi una gran depravación a nivel de ciudad; cada vez se tornaba [más] espantosa. Se me dejó saber que una mano magistral sigue su plan trazado para esta hora, y que ningún intento le detendrá, pues aún para esto hay plazo. {Daisy Escalante: 06-02-2021 , es.p2}
En ese momento, amados, ahí, desperté. Quiera Dios que podamos entender todas estas cosas. Quiera Dios que no seamos rebeldes a la Palabra del Eterno, porque ciertamente la sumisión a la Palabra del Señor es lo único que nos va a garantizar la vida eterna. Y no por nuestros méritos, porque sabemos que no tenemos ninguno, sino por los méritos de Cristo Jesús. {Daisy Escalante: 06-02-2021 , es.p3}
Dejemos que el Espíritu Santo inunde nuestras vidas, que busque en lo más recóndito de nuestra mente, de nuestro corazón, de nuestro ser, y que nos deje ver. Que esa sea nuestra oración: que nos deje ver nuestra real condición para que podamos ir a los pies del Maestro con un corazón contrito y humillado. Y podamos, allí, implorar su perdón, reconciliarnos con el Amado mientras todavía, aún, sigue ejerciendo como abogado. Y, allí, pongámonos a cuentas con Él, porque ciertamente esa va a ser la causa de que tengamos gran victoria en Cristo Jesús. Si no, de otra manera, amados hermanos, pereceremos, porque por nosotros mismos nada podremos hacer. Quiera Dios que podamos entender y que seamos hacedores de la Palabra de Verdad. ¡Que el Señor nos bendiga! {Daisy Escalante: 06-02-2021 , es.p4}