Manjar Sabático
22-02-2020
Cantares 4
1 He aquí que tú [eres] hermosa, amada mía, he aquí que tú [eres] hermosa; tus ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos como rebaño de cabras, que se muestran desde el monte de Galaad.
2 Tus dientes como rebaño [de ovejas] trasquiladas que suben del lavadero, todas con crías mellizas, y ninguna entre ellas estéril.
3 Tus labios, como un hilo de grana, y tu habla hermosa; tus mejillas, como cachos de granada entre tus guedejas.
4 Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería; mil escudos están colgados de ella, todos escudos de valientes.
5 Tus dos pechos, como mellizos de gacela, que se apacientan entre lirios.
6 Hasta que apunte el día y huyan las sombras, me iré al monte de la mirra, y al collado del incienso.
7 Toda tú [eres] hermosa, amada mía y en ti no [hay] mancha.
8 Ven conmigo del Líbano, oh esposa [mía], ven conmigo del Líbano: Mira desde la cumbre de Amana, desde la cumbre de Senir y de Hermón, desde las guaridas de los leones, desde los montes de los leopardos.
9 Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; has prendido mi corazón con uno de tus ojos, con una gargantilla de tu cuello.
10 ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana mía, esposa [mía]! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!
11 Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa [mía]; miel y leche hay debajo de tu lengua; y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.
12 Huerto cerrado [eres], hermana mía, esposa [mía]; fuente cerrada, fuente sellada.
13 Tus renuevos [son] paraíso de granados, con frutos suaves, de flores de alheña y nardos,
14 nardo y azafrán, caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso; mirra y áloe, con todas las principales especias.
15 Fuente de huertos, pozo de aguas vivas, que corren del Líbano.
16 Levántate, viento del norte, y ven, viento del sur; soplad sobre mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado a su huerto, y coma de su dulce fruta..
Cantares 5
1 Yo vine a mi huerto, oh hermana [mía], esposa mía: He recogido mi mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.
2 Yo dormía, pero mi corazón velaba: La voz de mi amado que llamaba: Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía; porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche.
3 Me he desnudado mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?
4 Mi amado metió su mano por la ventanilla, y mis entrañas se conmovieron dentro de mí.
5 Yo me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra que corría sobre las aldabas del candado.
6 Abrí yo a mi amado; mas mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi alma; lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me respondió.
7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; me hirieron, me golpearon, me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.
8 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, que le digáis que estoy enferma de amor.
9 ¿Qué [es] tu amado más que [otro] amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué [es] tu amado más que [otro] amado, que así nos conjuras?
10 Mi amado [es] blanco y rubio, distinguido entre diez mil.
11 Su cabeza, como, oro finísimo; sus cabellos crespos, negros como el cuervo.
12 Sus ojos, como de palomas junto a los arroyos de las aguas, que se lavan con leche, y a la perfección colocados.
13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; sus labios, [como] lirios que destilan mirra fragante.
14 Sus manos, como anillos de oro engastados de berilo; su vientre, [como] claro marfil cubierto de zafiros.
15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre bases de oro fino; su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.
16 Su paladar, dulcísimo: y todo él codiciable. Tal [es] mi amado, tal [es] mi amigo, oh doncellas de Jerusalén.
Cantares 6
1 ¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó tu amado, y lo buscaremos contigo?
2 Mi amado descendió a su huerto, a las eras de los aromas para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios.
3 Yo [soy] de mi amado, y mi amado [es] mío: Él apacienta entre los lirios.
4 Hermosa [eres] tú, oh amada mía, como Tirsa; de desear, como Jerusalén; imponente como [un ejército] con [sus] banderas.
5 Aparta tus ojos de delante de mí, porque ellos me vencieron. Tu cabello [es] como rebaño de cabras que se muestran de Galaad.
6 Tus dientes, como rebaño de ovejas que suben del lavadero, todas con crías mellizas, y estéril no [hay] entre ellas.
7 Como cachos de granada [son] tus mejillas entre tus guedejas.
8 Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, y las doncellas sin número:
9 Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; [Es] la [única] de su madre, la preferida de la que la engendró. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron.
10 ¿Quién [es] ésta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como [un ejército] con sus banderas?
11 Al huerto de los nogales descendí, a ver los frutos del valle, y para ver si brotaban las vides, si florecían los granados.
12 Antes que lo supiera; mi alma me puso [como] los carros de Aminadab.
13 Vuelve, vuelve, oh sulamita; vuelve, vuelve, para poder mirarte. ¿Qué veréis en la sulamita? Algo como la reunión de dos campamentos.
Cantares 7
1 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias, oh hija de príncipe! Los contornos de tus muslos [son] como joyas, obra de mano de excelente maestro.
2 Tu ombligo, [como] una taza redonda, que no le falta bebida. Tu vientre, [como] montón de trigo, cercado de lirios.
3 Tus dos pechos, como mellizos de gacela.
4 Tu cuello, como torre de marfil; tus ojos, [como] los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey ligada en los corredores.
6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, oh amor deleitoso!
7 Tu estatura es semejante a la palmera, y tus pechos [como] racimos [de uvas].
8 Yo dije: Subiré a la palmera, asiré sus ramas: Y tus pechos serán ahora como racimos de vid, y el olor de tu boca como de manzanas;
9 y tu paladar como el buen vino, que se entra a mi amado suavemente, y hace hablar los labios de los que duermen.
10 Yo [soy] de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento.
11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas.
12 Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si brotan las vides, si se abre el cierne, si han florecido los granados; allí te daré mis amores.
13 Las mandrágoras han dado olor, y a nuestras puertas hay toda clase de dulces [frutas], nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.
Cantares 8
1 ¡Oh que [fueras] tú como mi hermano, que mamó los pechos de mi madre; así, al encontrarte afuera yo te besaría, y no me menospreciarían!
2 Yo te llevaría, te metería en la casa de mi madre, que me enseñaba; te daría a beber vino sazonado del mosto de mis granadas.
3 Su izquierda [esté] debajo de mi cabeza, y su derecha me abrace.
4 Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera.
5 ¿Quién [es] ésta que sube del desierto, recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te desperté; allí tuvo dolores tu madre, allí tuvo dolores la que te dio a luz.
6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo: Porque fuerte como la muerte [es] el amor; duros como el sepulcro los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre toda la hacienda de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían.
8 Tenemos una pequeña hermana, que no tiene pechos: ¿Qué haremos a nuestra hermana cuando de ella se hablare?
9 Si ella [es] muro, edificaremos sobre él un palacio de plata; y si [fuere] puerta, la guarneceremos con tablas de cedro.
10 Yo [soy] muro, y mis pechos como torres, desde que fui en sus ojos como la que halla paz.
11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón, la cual entregó a guardas, cada uno de los cuales debía traer mil [piezas] de plata por su fruto.
12 Mi viña, que [es] mía, está delante de mí; las mil serán tuyas, oh Salomón, y doscientas, de los que guardan su fruto.
13 Oh tú la que moras en los huertos, los compañeros escuchan tu voz; házmela oír.
14 Huye, amado mío; y sé semejante al corzo, o al cervatillo, sobre las montañas de los aromas.
1 Tesalonicenses 4
1 Además os rogamos hermanos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados de nosotros de cómo debéis de conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.
2 Porque ya sabéis qué mandamientos os dimos por el Señor Jesús.
3 Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación; que os abstengáis de fornicación;
4 que cada uno de vosotros sepa tener su vaso en santificación y honor;
5 no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios.
6 Que ninguno agravie ni tome ventaja de su hermano, en nada; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y protestado.
7 Porque no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.
8 Así que, el que menosprecia, no menosprecia a hombre, sino a Dios, el cual también nos dio su Espíritu Santo.
9 Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba; porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros;
10 y a la verdad lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis [en ello] más y más;
11 y que procuréis tener quietud, y ocuparos en vuestros propios negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado;
12 a fin de que andéis honestamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.
13 Mas no quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.
14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Él a los que durmieron en Jesús.
15 Por lo cual, os decimos esto por palabra del Señor; que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
16 Porque el Señor mismo con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
18 Por tanto, consolaos unos a otros con estas palabras.