Manjar Sabático
25-07-2020
Colosenses 4:4-6
4 para que lo manifieste como debo hablar.
5 Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo.
6 [Sea] vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
Santiago 4
1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros?
2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar, combatís y guerreáis, y no tenéis porque no pedís.
3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
4 Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
5 ¿Pensáis que la Escritura dice en vano: El espíritu que mora en nosotros, codicia para envidia?
6 Mas Él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
7 Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo, y huirá de vosotros.
8 Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad vuestras manos; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y [vuestro] gozo en tristeza.
10 Humillaos delante del Señor, y Él os exaltará.
11 Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de su hermano, y juzga a su hermano, este tal habla mal de la ley, y juzga la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.
12 Uno es el dador de la ley, que puede salvar y perder, ¿quién eres tú que juzgas a otro?
13 ¡Vamos ahora! Los que decís: Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, compraremos y venderemos, y ganaremos;
14 cuando no sabéis lo que [será] mañana. Porque, ¿qué [es] vuestra vida? Ciertamente es un vapor que aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.
15 En lugar de lo cual [deberíais] decir: Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto o aquello.
16 Mas ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala.
17 Así que, al que sabe hacer lo bueno, y no [lo] hace, [le] es pecado.
Profetas y Reyes, Cap. 9. ''Elias el Tisbita''
Este capítulo está basado en 1 Reyes 17:1-17. {PR 87.1}
Entre las montañas de Galaad, al oriente del Jordán, moraba en los días de Acab un hombre de fe y oración cuyo ministerio intrépido estaba destinado a detener la rápida extensión de la apostasía en Israel. Alejado de toda ciudad de renombre y sin ocupar un puesto elevado en la vida, Elías el tisbita inició sin embargo su misión confiando en el propósito que Dios tenía de preparar el camino delante de él y darle abundante éxito. La palabra de fe y de poder estaba en sus labios, y consagraba toda su vida a la obra de reforma. La suya era la voz de quien clama en el desierto para reprender el pecado y rechazar la marea del mal. Y aunque se presentó al pueblo para reprender el pecado, su mensaje ofrecía el bálsamo de Galaad a las almas enfermas de pecado que deseaban ser sanadas. {PR 87.2}
Mientras Elías veía a Israel hundirse cada vez más en la idolatría, su alma se angustiaba y se despertó su indignación. Dios había hecho grandes cosas para su pueblo. Lo había libertado de la esclavitud y le había dado “las tierras de las gentes; … para que guardasen sus estatutos, y observasen sus leyes.” Salmos 105:44, 45. Pero los designios benéficos de Jehová habían quedado casi olvidados. La incredulidad iba separando rápidamente a la nación escogida de la Fuente de su fortaleza. Mientras consideraba esta apostasía desde su retiro en las montañas, Elías se sentía abrumado de pesar. Con angustia en el alma rogaba a Dios que detuviese en su impía carrera al pueblo una vez favorecido, que le enviase castigos si era necesario, para inducirlo a ver lo que realmente significaba su separación del Cielo. Anhelaba verlo inducido al arrepentimiento antes de llegar en su mal proceder al punto de provocar tanto al Señor que lo destruyese por completo. {PR 87.3}
La oración de Elías fué contestada. Las súplicas, reprensiones y amonestaciones que habían sido repetidas a menudo no habían inducido a Israel a arrepentirse. Había llegado el momento en que Dios debía hablarle por medio de los castigos. Por cuanto los adoradores de Baal aseveraban que los tesoros del cielo, el rocío y la lluvia, no provenían de Jehová, sino de las fuerzas que regían la naturaleza, y que la tierra era enriquecida y hecha abundantemente fructífera mediante la energía creadora del sol, la maldición de Dios iba a descansar gravosamente sobre la tierra contaminada. Se iba a demostrar a las tribus apóstatas de Israel cuán insensato era confiar en el poder de Baal para obtener bendiciones temporales. Hasta que dichas tribus se volviesen a Dios arrepentidas y le reconociesen como fuente de toda bendición, no descendería rocío ni lluvia sobre la tierra. {PR 88.1}
A Elías fué confiada la misión de comunicar a Acab el mensaje relativo al juicio del Cielo. El no procuró ser mensajero del Señor; la palabra del Señor le fué confiada. Y lleno de celo por el honor de la causa de Dios, no vaciló en obedecer la orden divina, aun cuando obedecer era como buscar una presta destrucción a manos del rey impío. El profeta partió en seguida, y viajó día y noche hasta llegar a Samaria. No solicitó ser admitido en el palacio, ni aguardó que se le anunciara formalmente. Arropado con la burda vestimenta que solía cubrir a los profetas de aquel tiempo, pasó frente a la guardia, que aparentemente no se fijó en él, y se quedó un momento de pie frente al asombrado rey. {PR 88.2}
Elías no pidió disculpas por su abrupta aparición. Uno mayor que el gobernante de Israel le había comisionado para que hablase; y, alzando la mano hacia el cielo, afirmó solemnemente por el Dios viviente que los castigos del Altísimo estaban por caer sobre Israel. Declaró: “Vive Jehová Dios de Israel, delante del cual estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.” {PR 88.3}
Fué tan sólo por su fe poderosa en el poder infalible de la palabra de Dios cómo Elías entregó su mensaje. Si no le hubiese dominado una confianza implícita en Aquel a quien servía, nunca habría comparecido ante Acab. Mientras se dirigía a Samaria, Elías había pasado al lado de arroyos inagotables, colinas verdeantes, bosques imponentes que parecían inalcanzables para la sequía. Todo lo que veía estaba revestido de belleza. El profeta podría haberse preguntado cómo iban a secarse los arroyos que nunca habían cesado de fluir, y cómo podrían ser quemados por la sequía aquellos valles y colinas. Pero no dió cabida a la incredulidad. Creía firmemente que Dios iba a humillar al apóstata Israel, y que los castigos inducirían a éste a arrepentirse. El decreto del Cielo había sido dado; no podía la palabra de Dios dejar de cumplirse; y con riesgo de su vida Elías cumplió intrépidamente su comisión. Como un rayo que bajara de un cielo despejado, el anunció del castigo inminente llegó a los oídos del rey impío; pero antes que Acab se recobrase de su asombro o formulara una respuesta, Elías desapareció tan abruptamente como se había presentado, sin aguardar para ver el efecto de su mensaje. Y el Señor fué delante de él, allanándole el camino. Se le ordenó al profeta: “Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Cherith, que está delante del Jordán; y beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.” {PR 89.1}
El rey realizó diligentes investigaciones, pero no se pudo encontrar al profeta. La reina Jezabel, airada por el mensaje que los privaba a todos de los tesoros del cielo, consultó inmediatamente a los sacerdotes de Baal, quienes se unieron a ella para maldecir al profeta y para desafiar la ira de Jehová. Pero por mucho que desearan encontrar al que había anunciado la desgracia, estaban destinados a quedar chasqueados. Ni tampoco pudieron evitar que otros supieran de la sentencia pronunciada contra la apostasía. Se difundieron prestamente por todo el país las noticias de cómo Elías había denunciado los pecados de Israel y profetizado un castigo inminente. Algunos empezaron a temer, pero en general el mensaje celestial fué recibido con escarnio y ridículo. {PR 89.2}
Las palabras del profeta entraron en vigencia inmediatamente. Los que al principio se inclinaban a burlarse del pensamiento de que pudiese acaecer una calamidad, tuvieron pronto ocasión de reflexionar seriamente; porque después de algunos meses la tierra, al no ser refrigerada por el rocío ni la lluvia, se resecó y la vegetación se marchitó. Con el transcurso del tiempo, empezó a reducirse el cauce de corrientes que nunca se habían agotado, y los arroyos comenzaron a secarse. Pero los caudillos instaron al pueblo a tener confianza en el poder de Baal, y a desechar las palabras ociosas de la profecía hecha por Elías. Los sacerdotes seguían insistiendo en que las lluvias caían por el poder de Baal. Recomendaban que no se temiese al Dios de Elías ni se temblase a su palabra, ya que Baal era quien producía las mieses en sazón, y proveía sustento para los hombres y los animales. {PR 90.1}
El mensaje que Dios mandó a Acab dió a Jezabel, a sus sacerdotes y a todos los adoradores de Baal y Astarte la oportunidad de probar el poder de sus dioses y demostrar, si ello era posible, que las palabras de Elías eran falsas. La profecía de éste se oponía sola a las palabras de seguridad que decían centenares de sacerdotes idólatras. Si, a pesar de la declaración del profeta, Baal podía seguir dando rocío y lluvia, para que los arroyos continuasen fluyendo y la vegetación floreciese, entonces el rey de Israel debía adorarlo y el pueblo declararle Dios. {PR 90.2}
Resueltos a mantener al pueblo engañado, los sacerdotes de Baal continuaron ofreciendo sacrificios a sus dioses, y a rogarles noche y día que refrescasen la tierra. Con costosas ofrendas, los sacerdotes procuraban apaciguar la ira de sus dioses; con una perseverancia y un celo dignos de una causa mejor, pasaban mucho tiempo en derredor de sus altares paganos y oraban fervorosamente por lluvia. Sus clamores y ruegos se oían noche tras noche por toda la tierra sentenciada. Pero no aparecían nubes en el cielo para interceptar de día los rayos ardientes del sol. No había lluvia ni rocío que refrescasen la tierra sedienta. Nada de lo que los sacerdotes de Baal pudiesen hacer cambiaba la palabra de Jehová. {PR 90.3}
Pasó un año, y aún no había llovido. La tierra parecía quemada como por fuego. El calor abrasador del sol destruyó la poca vegetación que había sobrevivido. Los arroyos se secaron, y los rebaños vagaban angustiados, mugiendo y balando. Campos que antes fueran florecientes quedaron como las ardientes arenas del desierto y ofrecían un aspecto desolador. Los bosquecillos dedicados al culto de los ídolos ya no tenían hojas; los árboles de los bosques, como lúgubres esqueletos de la naturaleza, ya no proporcionaban sombra. El aire reseco y sofocante levantaba a veces remolinos de polvo que enceguecían y casi cortaban el aliento. Ciudades y aldeas antes prósperas se habían transformado en lugares de luto y lamentos. El hambre y la sed hacían sus estragos con terrible mortandad entre hombres y bestias. El hambre, con todos sus horrores, apretaba cada vez más. {PR 91.1}
Sin embargo, aun frente a estas evidencias del poder de Dios, Israel no se arrepentía, ni aprendía la lección que Dios quería que aprendiese. No veía que el que había creado la naturaleza controla sus leyes, y puede hacerlas instrumentos de bendición o de destrucción. Dominada por un corazón orgulloso y enamorada de su culto falso, la gente no quería humillarse bajo la poderosa mano de Dios, y empezó a buscar alguna otra causa a la cual pudiese atribuir sus sufrimientos. {PR 91.2}
Jezabel se negó en absoluto a reconocer la sequía como castigo enviado por Jehová. Inexorable en su resolución de desafiar al Dios del cielo, y acompañada en ello por casi todo Israel, denunció a Elías como causa de todos los sufrimientos. ¿No había testificado contra sus formas de culto? Sostenía que si se le pudiese eliminar, la ira de sus dioses quedaría apaciguada, y terminarían las dificultades. {PR 91.3}
Instado por la reina, Acab instituyó una búsqueda muy diligente para descubrir el escondite del profeta. Envió mensajeros a las naciones circundantes, cercanas y lejanas, para encontrar al hombre a quien odiaba y temía. Y en su ansiedad porque la búsqueda fuese tan cabal como se pudiese hacerla, exigió a esos reinos y naciones que jurasen que no conocían el paradero del profeta. Pero la búsqueda fué en vano. El profeta estaba a salvo de la malicia del rey cuyos pecados habían atraído sobre la tierra el castigo de un Dios ofendido. {PR 92.1}
Frustrada en sus esfuerzos contra Elías, Jezabel resolvió vengarse matando a todos los profetas de Jehová que había en Israel. No debía dejarse a uno solo con vida. La mujer enfurecida hizo morir a muchos hijos de Dios; pero no perecieron todos. Abdías, gobernador de la casa de Acab, seguía fiel a Dios. “Tomó cien profetas,” y arriesgando su propia vida, los “escondió de cincuenta en cincuenta por cuevas, y sustentólos a pan y agua.” 1 Reyes 18:4. {PR 92.2}
Transcurrió el segundo año de escasez, y los cielos sin misericordia no daban señal de lluvia. La sequía y el hambre continuaban devastando todo el reino. Padres y madres, incapaces de aliviar los sufrimientos de sus hijos, se veían obligados a verlos morir. Sin embargo, los israelitas apóstatas se negaban a humillar su corazón delante de Dios, y continuaban murmurando contra el hombre cuya palabra había atraído sobre ellos estos juicios terribles. Parecían incapaces de discernir en su sufrimiento y angustia un llamamiento al arrepentimiento, una intervención divina para evitar que diesen el paso fatal que los pusiera fuera del alcance del perdón celestial. {PR 92.3}
La apostasía de Israel era un mal más espantoso que todos los multiplicados horrores del hambre. Dios estaba procurando librar al pueblo del engaño que sufría e inducirlo a comprender su responsabilidad ante Aquel a quien debía la vida y todas las cosas. Estaba procurando ayudarle a recobrar la fe que había perdido, y necesitaba imponerle una gran aflicción. {PR 92.4}
“¿Quiero yo la muerte del impío? dice el Señor Jehová. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?” “Echad de vosotros todas vuestras iniquidades con que habéis prevaricado, y haceos corazón nuevo y espíritu nuevo. ¿Y por qué moriréis, casa de Israel? Que no quiero la muerte del que muere, dice el Señor Jehová, convertíos pues, y viviréis.” “Volveos, volveos de vuestros malos caminos: ¿y por qué moriréis, oh casa de Israel?” Ezequiel 18:23, 31, 32; 33:11. {PR 93.1}
Dios había mandado a Israel mensajeros para suplicarle que volviese a su obediencia. Si hubiese escuchado estos llamamientos, si se hubiese apartado de Baal y regresado al Dios viviente, Elías no habría anunciado castigos. Pero las advertencias que podrían haber sido un sabor de vida para vida, habían resultado para ellos un sabor de muerte para muerte. Su orgullo había quedado herido; su ira despertada contra los mensajeros; y ahora consideraban con odio intenso al profeta Elías. Si hubiese caído en sus manos, con gusto le habrían entregado a Jezabel, como si al silenciar su voz pudieran impedir que sus palabras se cumpliesen. Frente a la calamidad, se obstinaron en su idolatría. Así aumentaron la culpa que había atraído sobre la tierra los juicios del Cielo. {PR 93.2}
Sólo había un remedio para el castigado Israel, y consistía en que se apartase de los pecados que habían atraído sobre él la mano castigadora del Todopoderoso, y que se volviese al Señor de todo su corazón. Se le había hecho esta promesa: “Si yo cerrare los cielos, que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre los cuales mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7:13, 14. Con el fin de obtener este resultado bienaventurado, Dios continuaba privándolos de rocío y lluvia hasta que se produjese una reforma decidida. {PR 93.3}
Testimonio: 02-02-2019
Amados, febrero 2, 2019. Se me dejó saber que “hoy, ya en el mundo, hay muchos lugares donde no existe la paz, y en los que aún existe algo de ésta, muy pronto desaparecerá. Pronto, la burbuja en la que vivimos se pinchará y cada uno verá la real realidad de su obstinado camino: unos para salvación, y otros para perdición. Habrán quedado separados definitivamente dentro del pueblo que dice conocer a su Dios”. {Daisy Escalante: 02-02-2019 , es.p1}
“Pronto, la marcha de esto acabará para dar paso a la aparición del enemigo de Dios que, con maravillosa artimaña, convencerá a muchos y la paz esperada será su voz resonante. Las masas que están convencidas de no haber otra escapatoria rogarán por su ayuda y así será la entrada triunfante del enemigo de Dios y su creación. Unos a sabiendas, y otros sinceramente engañados, comenzarán reformas drásticas en pro del plan instigado del mal. Más el pueblo que sigue a su grande y poderoso Dios se esforzará y actuará”. {Daisy Escalante: 02-02-2019 , es.p2}
“Se me dejó saber que pronto la lluvia temprana cesará, y todos los que hayan [obedecido] a los requerimientos divinos serán investidos con el refrigerio final. Y así, cuando el mundo esté investido del hechizo infernal del archiengañador, una luz refulgente, imparable, comenzará su fulgor en toda esquina del mundo y a ningún oído escapará. Aquellos que el enemigo ha querido mantener en jaque, pero son sinceros, esta luz brillará sobre ellos y despertarán en el último llamado de amor y misericordia de este mundo condenado a la destrucción. ¡Maravillosa escena, amados! ¡indescriptible momento, que pasó ante mí, será aquel cuando el ejército del príncipe Emmanuel esté listo y preparado! Y, ya, avance en defensa de aquellos que se han entregado bajo la bandera del príncipe Emmanuel. Arropados por una inmensa gloria y un impulso indetenible, su corazón rebosa de inmensa alegría y gran agradecimiento por aquel que, siendo el Rey del universo, se bajó hasta lo sumo por la salvación de sus almas”. {Daisy Escalante: 02-02-2019 , es.p3}
“Algunos, muertos en el camino del deber, y otros, aún en el sendero escabroso, pronto quedarán reunidos para siempre y nunca más nada les podrá separar. Es el tiempo, amados, y éste casi ha llegado, cuando con el poder y el espíritu de Elías, el corazón de los padres se volverá a los hijos y de los hijos a los padres; este poder proveniente de lo Alto romperá el hechizo satánico de todo aquel que aún tenga algo de verde. Este poder apelará a lo aprendido en los primeros años de sus vidas, este espíritu hará que sus mentes sean impacientadas de tal forma que la verdad vuelva a brillar en sus vidas”. {Daisy Escalante: 02-02-2019 , es.p4}
“A vosotros os toca ayunar, orar y velar en todo tiempo. Es momento de clamar los unos por los otros. Toda crisis será desatada. El cielo se movilizará en pro de la salvación de las almas. En estos últimos momentos, todo esfuerzo será hecho y toda medida será aplicada. El pueblo verdadero reconocerá este esfuerzo divino, y aún ante la vida o la muerte de familiares y amigos, verán la mano misericordiosa de Dios activando en pro de la salvación del hombre”. {Daisy Escalante: 02-02-2019 , es.p5}
“¡Alistaos! Ungid vuestras cabezas, sacerdotes del rebaño familiar, ungid vuestros primogénitos y reconoced que son míos por derecho y redención. ¡Apartaos de la apostasía!, ¡apartaos para buscar mi rostro!, ¡no hagáis nada que no sea un: ‘así dice Jehová’ y Yo os autorice! Recordad a Josué, valeroso ante Mí, y apartado del mal. ¿Dónde están los sacerdotes del rebaño familiar? ¡Despertad, despertad!, pues el día es casi llegado. Levantad bandera a Jehová sobre vuestros hogares y proclamad ‘Yo y mi casa serviremos a Jehová’. Haced sacrificios vivos ante Mí, esto es un corazón contrito y humillado”. {Daisy Escalante: 02-02-2019 , es.p6}
“¡Oh! ¡Si tan siquiera supieras, para esta hora, lo que te traerá paz! Como en Jerusalén, cuando vivían más confiados, la destrucción llegó y las madres comían [a] sus hijos, y la sangre corría en raudales por las calles. Reconoced que Yo Soy Dios y nada escapa a mis ojos. Venid a Mí y tendréis descanso. Y haced tesoros en el cielo, donde el orín y la polilla no corrompen ni las manos hurtan. En aquel gran día [de] gloria, muchos escucharán mi voz y recordarán que fui Yo quien les hablé, más acallaron mi voz. Allí correrá el valiente y será el llorar y [el] crujir de dientes”. {Daisy Escalante: 02-02-2019 , es.p7}
“¿Qué más podré hacer Yo por mi viña? Preparé la tierra, sembré buena semilla, la regué, la cuidé de la mala hierba. Creció fuerte y hermosa; más, en su hermosura, decidió ser estéril y, ¿qué, pues, haré?, ¿seguirá ésta ahí ocupando el espacio que otra planta puede tener en oportunidad para dar fruto? Así dice el Sembrador de los sembradores: ‘ciertamente será cortada y su hermosura no será más porque despreció los cuidados y desdeñó mi tiempo’. Procurad, así, cada uno, no ser cortado por el gran Sembrador porque esta planta será cortada y nunca más podrá ser vista. Escuchad y aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. He aquí vengo pronto, retén lo que tienes para que ninguno tome tu corona”. {Daisy Escalante: 02-02-2019 , es.p8}
Palabra fiel y verdadera del Señor dejo a vosotros, amados hermanos, rogad unos por los otros. Es el momento de que estemos día y noche de rodillas, rogando unos por los otros, rogando por vuestra propia alma para que, así, podamos ser aceptados en Cristo Jesús y podamos ser más que vencedores en Él. Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 02-02-2019 , es.p9}
Testimonio: 12-02-2019 #01
Amados, febrero 12, 2019. En sueños, estaba en un lugar donde se daban instrucciones para poder entrar a un lugar. Era una tierra donde cada familia, por voluntad divina, se había hecho su arca para poder tener la salvación en el momento final de su apretura. Así que se dieron las instrucciones y todos debían entrar a poseer la tierra designada, para prepararla. Y, a su vez, prepararse cada uno con estos preparativos. Los pasos eran: abrir el portón de dicho lugar para poder entrar, poseer su hábitat y comenzar con el proceso de aprendizaje de cultivar comida, preservar el agua, suavizar la tosquedad y allanar lo alto. Era un proceso duro, pero se me indicó que era muy necesario para la transformación del carácter. De esa manera di las instrucciones. La primera persona, al pasar por el portón de la finca, éste, comenzó su labor, más su perseverancia duró muy poco tiempo. Luego de éste llegó otra persona, su indolencia lo hizo desistir y, también, retirarse. Más, al retirarse, decía: “Dios es misericordioso, Él me salvará en cualquier circunstancia que yo esté”. {Daisy Escalante: 12-02-2019 #01, es.p1}
En ese momento, también, vi cómo otra persona llegó y se le dieron las mismas instrucciones. Estos, con desconfianza y murmuración, comenzaron su labor. Muchas bendiciones allí les esperaban, más su negatividad y queja los hacía inútiles en la labor, en su trabajo y esfuerzo. Su esfuerzo era extremadamente poco y su única conversación era: “nunca lo lograré, aquel va más aprisa que yo”. Les instaba a seguir, con instrucciones claras y precisas, pero su pesimismo y falta de perseverancia era tan poca que salieron murmurando, con gran descontento. {Daisy Escalante: 12-02-2019 #01, es.p2}
Vi otros, también, llegar. Cada uno, al entrar, recibía las mismas instrucciones. Éstos llegaron con prepotencia y decían: “yo puedo, yo podré lograrlo”. Entonces, en aquel momento, comenzaron a fallar por indolentes. Más ellos decían: “yo lo haré otra vez”. Les vi comenzar con frío esfuerzo, más su prepotencia no les permitía avanzar más allá de sus pensamientos. [Ellos pensaban] que ellos podían, pero, sin embargo, al hacer la labor no lo lograban. Éstos luchaban contra todo, su fin era estar listos a costa de toda vitalidad ajena. Empujaban a otros a moverse de acuerdo a sus planes, pues hacían, ellos, muy poco; más su espíritu combativo no lograba ver que la vitalidad ajena se agotaba. Traté, de hacerles entender, pero su mente —nublada por este proceder—, no respondía a [la] cordura. Mientras estaban hablando, llegó mi acompañante y me dijo: “déjalos, éstos siempre combaten contra todo y con todo. Su espíritu de disensión no es de un carácter celestial. Ellos acaban la vitalidad del prójimo. Ellos son acusados de asesinato ante Dios. Su proceder es mortífero”. Al escuchar esto, les pedí salir del lugar. Y así, [con] una murmuración, salieron. {Daisy Escalante: 12-02-2019 #01, es.p3}
Vi entonces llegar otras personas. Éstas personas comenzaron a prepararse, pero su fin era en todo momento, también, aprender. Todo lo que necesitaban, con paciencia, lo hacían. Con oración ferviente pidieron a Dios sabiduría, y, con mucho sufrimiento y mucho dolor seguían luchando. Éstos, como bebés, absorbían todo lo que podía pasar frente a ellos. Éstos, en oración ferviente, pedían a Dios sabiduría y fortaleza para poder tener su preparación a tiempo. Entonces, en ese momento, vi ángeles excelsos en gloria, que venían en su socorro y les ayudaban en su diario quehacer. {Daisy Escalante: 12-02-2019 #01, es.p4}
Vi cómo, algunos, ni se molestaban por su preparación y era como si ésta les fuera detestable. En ese momento, dijo mi acompañante: “¿cómo podéis ser indiferentes a una salvación tan grande?” {Daisy Escalante: 12-02-2019 #01, es.p5}
En ese momento, amados, vi otro grupo, ¡que obraba con tanto hostigamiento, burlándose de aquellas personas que trabajaban con ardua labor! Su vida era totalmente indolente, más se sentían totalmente seguros de sí mismos. En ese momento, dijo mi acompañante: “¡insensatos!, mañana vienen por tu alma y lo que tienes, ¿de quién será? Así de vano es el hombre que rechaza los requerimientos de Dios y rechaza la ayuda de Dios”. En ese momento, mi acompañante también dijo: “allí será el llorar y el crujir de dientes, allí sólo será salvo el que viva sólo para el reino de Dios, [el reino] más alto. ¡Bienaventurados los que confían en Jehová! Más los indolentes, perecerán. {Daisy Escalante: 12-02-2019 #01, es.p6}
Quiera Dios que cada uno de nosotros estemos haciendo realmente, con toda conciencia, con todas nuestras fuerzas, toda nuestra energía, realmente, la parte que nos toca. Para que, delante de Dios, podamos ser aceptados en Él. Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 12-02-2019 #01, es.p7}
Testimonio: 12-02-2019 #02
Amados, febrero 12, 2019. Después que el Señor me dio el sueño que les acabo de relatar, el Señor me dio Jeremías 8. Se los dejo, amados hermanos, para que con oración —y con humildad—, lo leamos. Y que le pidamos sabiduría, a nuestro Dios, para que nos haga entender lo que Él desea que cada uno de nosotros entendamos. Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 12-02-2019 #02, es.p1}
Jeremías 8
1 En aquel tiempo, dice Jehová, sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalén, fuera de sus sepulcros;
2 y los esparcirán al sol y a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y a quienes sirvieron, y en pos de quienes anduvieron, a quienes consultaron, y a quienes adoraron. No serán recogidos, ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra.
3 Y se escogerá la muerte antes que la vida por todo el remanente que quedare de esta mala generación, en todos los lugares adonde arrojaré yo a los que quedaren, dice Jehová de los ejércitos.
4 Les dirás asimismo: Así dice Jehová: El que cae, ¿no se levanta? El que se desvía, ¿no regresa al camino?
5 ¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, no han querido volverse.
6 Escuché y oí; [pero] no hablan derecho, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.
7 Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová.
8 ¿Cómo decís: Nosotros [somos] sabios, y la ley de Jehová [está] con nosotros? Ciertamente, he aquí que en vano se cortó la pluma, por demás fueron los escribas.
9 Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron presos: he aquí que aborrecieron la palabra de Jehová; ¿y qué sabiduría tienen?
10 Por tanto, daré sus esposas a otros, [y] sus campos a quienes los posean; porque desde el chico hasta el grande cada uno sigue la avaricia, desde el profeta hasta el sacerdote todos practican el engaño.
11 Y curaron el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no [hay] paz.
12 ¿Se avergonzaron de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni siquiera se han ruborizado; por tanto, caerán entre los que caigan, cuando los castigue, caerán, dice Jehová.
13 Los destruiré del todo, dice Jehová. No [habrá] uvas en la vid, ni higos en la higuera, y se caerá la hoja; y [lo que] les he dado pasará de ellos.
14 ¿Por qué nos estamos sentados? Congregaos, y entremos en las ciudades fortificadas, y allí reposaremos; porque Jehová nuestro Dios nos ha hecho callar, dándonos a beber bebida de hiel, porque pecamos contra Jehová.
15 Esperamos paz, y no [hubo] bien; tiempo de sanidad, y he aquí turbación.
16 Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; del sonido de los relinchos de sus fuertes tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, ciudad y moradores de ella.
17 Porque he aquí que yo envío sobre vosotros serpientes, áspides, contra las cuales no hay encantamiento; y os morderán, dice Jehová.
18 A causa de mi fuerte dolor mi corazón desfallece en mí.
19 He aquí la voz del clamor de la hija de mi pueblo, a causa de los que moran en tierra lejana: ¿No [está] Jehová en Sión? ¿No [está] en ella su Rey? ¿Por qué me provocaron a ira con sus imágenes de talla [y] con vanidades extrañas?
20 Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos.
21 Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado.
22 ¿No [hay] bálsamo en Galaad? ¿No [hay] allí médico? ¿Por qué, pues, no se ha restablecido la salud de la hija de mi pueblo?