Manjar Sabático
26-09-2020
Oseas 2:8
8 Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que les multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal.
Isaías 4
1 En aquel tiempo siete mujeres echarán mano de un hombre, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos ser llamadas por tu nombre, y así quitar nuestro oprobio.
2 En aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra al remanente de Israel.
3 Y acontecerá [que el que] quedare en Sión, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén están escritos entre los vivientes;
4 cuando el Señor haya lavado las inmundicias de las hijas de Sión, y limpiado la sangre [derramada] en medio de Jerusalén, con espíritu de juicio y con espíritu de fuego.
5 Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sión, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria [habrá] un dosel.
6 Y habrá cobertizo para sombra contra el calor del día, y para refugio y escondedero contra la tormenta y contra el aguacero.
Cantares 2:8
8 ¡La voz de mi amado! He aquí él viene saltando sobre los montes, brincando sobre los collados.
Historia de la Redención, Cap. 20 “Los espías y su informe”
Este capítulo está basado en Números 13:1-14:39.
El Señor mandó a Moisés que enviara hombres a espiar la tierra de Canaán, que él iba a dar a los hijos de Israel. Para cumplir este propósito se debía seleccionar a un dirigente de cada tribu. Salieron y después de cuarenta días regresaron de su investigación, se presentaron delante de Moisés y Aarón y toda la congregación de Israel, y les mostraron los frutos de la tierra. Estuvieron de acuerdo en que se trataba de una buena tierra, y exhibieron los ricos frutos que habían traído como evidencia de ello. Un racimo de uvas que trajeron era tan enorme, que debían llevarlo entre dos hombres colgado de una vara. También trajeron higos y granadas, que allí se producían en abundancia. {HR 162.1}
Después de referirse a la fertilidad de la tierra, todos menos dos se expresaron con desánimo en cuanto a la capacidad de ellos de poseerla. Dijeron que la gente que moraba en la tierra era muy fuerte, y que sus ciudades estaban rodeadas de grandes y elevados muros; y, además, vieron allí a los hijos del gigante Anac. A continuación describieron a la gente que moraba por los alrededores de Canaán, y se refirieron a la imposibilidad de poseer alguna vez la tierra. {HR 162.2}
Cuando el pueblo escuchó este informe dio rienda suelta a su desilusión con amargos reproches y clamores. No se detuvieron a reflexionar y razonar que si Dios los había traído hasta allí, ciertamente les daría la tierra. Cedieron de inmediato al desánimo. Limitaron el poder del Santo y no confiaron en Dios, que los había conducido hasta ese instante. Cubrieron de reproches a Moisés y murmuraron uno con el otro diciendo: “Este es entonces el fin de todas nuestras esperanzas. Para obtener esta tierra hemos viajado desde Egipto”. {HR 162.3}
Caleb y Josué trataron de lograr que se los escuchara, pero la gente estaba tan excitada que no podía tener la calma suficiente para oír a estos dos hombres. Cuando se tranquilizaron un poco Caleb se aventuró a hablar. Dijo a la gente: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos”. Pero los hombres que fueron con ellos dijeron: “No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros”. Y siguieron repitiendo su mal informe, y afirmaron que todos los hombres eran de elevada estatura. “También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. {HR 163.1}
Israel vuelve a murmurar
“Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No sería mejor volvernos a Egipto? Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto. Entonces Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la congregación de los hijos de Israel”. {HR 163.2}
Los israelitas no solo dieron rienda suelta a sus quejas contra Moisés, sino que acusaron a Dios mismo de obrar deshonestamente con ellos al prometerles una tierra que no eran capaces de poseer. Su espíritu rebelde se agitó de tal manera que con completo olvido del brazo poderoso de la omnipotencia que los había sacado de la tierra de Egipto y los había conducido hasta ese momento mediante una serie de milagros, resolvieron elegir un comandante que los llevara de regreso a Egipto, donde habían sido esclavos y donde habían sufrido tantas dificultades. En efecto, nombraron a un capitán, con lo que descartaron a Moisés, su paciente y sufrido dirigente; y se quejaron amargamente de Dios. {HR 164.1}
Moisés y Aarón cayeron sobre sus rostros delante del Señor y en presencia de toda la asamblea de la congregación, para implorar misericordia de Dios en favor de ese pueblo rebelde. Pero su angustia y su pesar eran demasiado grandes para expresarlos con palabras. Permanecieron postrados en medio de un total silencio. Caleb y Josué rasgaron sus vestiduras como expresión de su profunda pena. “Y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradara de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis”. {HR 164.2}
“Su amparo se ha apartado de ellos”. Es decir, los cananeos habían llenado la medida de su iniquidad, y la protección divina se había apartado de ellos, y aunque se sentían perfectamente seguros, no estaban preparados para la batalla; y por virtud del pacto de Dios, esa tierra les pertenecía a los israelitas. Pero en lugar de que estas palabras tuvieran el efecto deseado sobre el pueblo, aumentaron su decidida rebelión. Se enfurecieron y clamaron en alta voz y con gritos de ira que Caleb y Josué debían ser apedreados, lo que habrían hecho si el Señor no se hubiera interpuesto mediante un impresionante despliegue de su terrible gloria en el tabernáculo de la congregación delante de todos los hijos de Israel. {HR 164.3}
La victoriosa súplica de Moisés
Moisés acudió al tabernáculo para conversar con Dios. “Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? Yo los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos. Pero Moisés respondió a Jehová: Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo con tu poder; y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego; y que has hecho morir a este pueblo como a un solo hombre; y las gentes que hubieran oído tu fama hablarán, diciendo: Por cuanto no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de la cual les había jurado, los mató en el desierto”. {HR 165.1}
Una vez más Moisés rehusó permitir que se destruyera a Israel y que se hiciera de él una nación más poderosa que ésta. Este fervoroso siervo de Dios manifestó de esa manera su amor por Israel y puso en evidencia su celo por la gloria de su Hacedor y el honor de su pueblo: “Tú has perdonado a este pueblo desde la salida de Egipto hasta ahora, has sido paciente y misericordioso hasta este momento frente a su ingratitud; por indignos que hayan sido, tu misericordia permanece inalterable”. Y a continuación rogó: “Por lo tanto, ¿no quisieras perdonarlos una vez más, y añadir otra muestra de tu divina paciencia a las muchas que ya has manifestado?” {HR 165.2}
“Entonces Jehová dijo: Yo lo he perdonado conforme a tu dicho. Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra, todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz, no verán la tierra de la cual juré a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá. Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión”. {HR 166.1}
De regreso al desierto
El Señor ordenó a los hebreos que regresaran al desierto en dirección del Mar Rojo. Se habían acercado a la buena tierra, pero por causa de su malvada rebelión perdieron su derecho a gozar de la protección de Dios. Si hubieran aceptado el informe de Caleb y Josué, y hubieran avanzado inmediatamente, Dios les habría dado la tierra de Canaán. Pero fueron incrédulos y manifestaron un espíritu tan insolente contra Dios que acarrearon sobre sí la sentencia de que nunca entrarían en la tierra prometida. Piadosa y misericordiosamente Dios los envió de regreso al Mar Rojo, porque los amalecitas y los cananeos, mientras ellos perdían tiempo murmurando, se informaron de las incursiones de los espías y se prepararon para hacer guerra contra los hijos de Israel. {HR 166.2}
“Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: ¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?” El Señor ordenó a Moisés y Aarón que dijeran al pueblo que haría lo que habían pedido. Habían dicho: “¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!” Dios iba a cumplir la palabra de ellos. Ordenó a sus siervos que les dijeran que todos los que tuvieran veinte años o más caerían en el desierto, por causa de su rebelión y de su queja contra Dios. Sólo Caleb y Josué entrarían en la tierra de Canaán. “Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis”. {HR 167.1}
El Señor declaró que los hijos de los hebreos peregrinarían cuarenta años en el desierto, a partir de su salida de Egipto, a causa de la rebelión de sus padres hasta que todos éstos murieran. Tendrían que soportar y sufrir la consecuencia de su iniquidad por cuarenta años, de acuerdo con la cantidad de días que habían inspeccionado la tierra, un día por año. “Y conoceréis mi castigo”. Debían comprender plenamente que ese era el castigo por la idolatría y por sus rebeldes quejas que habían obligado al Señor a mudar sus propósitos con respecto a ellos. A Caleb y a Josué les prometió una recompensa aparte de todo el resto de la hueste de Israel, pues ésta había perdido su derecho a implorar el favor y la protección de Dios. {HR 167.2}
Himno 43: Oh Dios, si he ofendido un corazón
Himno 105: ¿Le importará a Jesús?
Testimonio: 20-01-2018
Amados, enero 20, 2018. En sueños, yo estaba en un plano y este plano estaba rodeado de montañas donde había una casa enorme con muchos cuartos. Yo me vi dentro de esa casa y comencé a ver cómo había personas con cadenas en cuello y pies, y caminaban a duras penas y con angustia en sus rostros, que se les veía. Otros estaban también amarrados, pero éstos con sogas, de igual forma que los primeros, y otros estaban como envueltos en hilo de tejer, también, amarrados de cuello y de pies. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p1}
Así que, en esa casa de muchos cuartos, yo veía cómo muchos uniformados se paseaban por esa enorme casa llevando cajas a un sólo lugar tras una puerta, donde en esa puerta nadie podía entrar. Muchos estaban llorando, otros gemían y otros estaban gritando al no tener acceso a ese lugar donde estaban llevando las cajas. Entonces, de repente, yo quedé frente a esa puerta y pregunté a uno que cargaba cajas: ¿qué hay que hacer para tener acceso a entrar por esa puerta?” Entonces, él se me quedó mirando y muy seriamente me contestó: “sólo tocas y se te va decir que vas a hacer”. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p2}
Entonces esperé que él entrara y toqué yo la puerta. Y, entonces, un señor alto vestido de sotana blanca abrió y me miró. Al yo entrar allí vi un almacén gigantesco, era como si yo hubiera entrado a muchos edificios de tamaño walmart, pero todos juntos. Además de las cajas había muchas mesas y en estas mesas cajas abiertas, y yo vi que muchos desfilaban por ellas y estaban cogiendo de diferentes cajas lo que allí estaba, y lo estaban echando en unas bolsas que ellos llevaban. Entonces yo pregunté qué había que hacer para participar de esto y el personaje de sotana blanca me dijo que sólo tenía que aceptar esto. Y cuando me dijo así, me dio un papel y yo lo leí, era una sola palabra lo que tenía el papel, y estaba esa palabra en inglés, y lo que decía era “Sunday”. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p3}
Entonces tiré el papel al suelo y dije: “nunca, nunca voy a poder aceptar esto”. Entonces el muy tranquilo se bajó y lo recogió y me dijo con voz fuerte y con el ceño fruncido: “pues, recibe tu suerte, apártate y no me molestes”. Entonces en ese momento la puerta se abrió y entró un encadenado, yo vi entonces como este personaje aceptó el papelito, le quitaron las cadenas y los grilletes, le dieron una bolsa y pasó por las cajas cogiendo de entre todas. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p4}
Entonces en ese momento dije, allí, exclamando: “Señor, quisiera ver qué hay en esas cajas”. Porque estaban a mucha distancia de mí, en ese momento cuando estaba ahí, porque no me podía mover, no querían dejarme pasar. Apareció mi acompañante, entonces él me dijo: vamos y observa. Entonces pudimos pasar por ese lugar y vi lo que había dentro de las cajas, entonces comenzamos y seguimos pasando una puerta, y había un mega almacén de cajas de todos [los] tamaños. Allí había abastecimiento para muchos. Las personas que salían de allí, con sus bolsas, se sentían seguras, pero no se veía que estaban felices. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p5}
Así que salimos de aquel lugar y me preguntó mi acompañante: “¿qué viste?” Entonces, le dije: “vi comida, medicina, y abrigo”. Me dijo: “has visto bien. Ayúdalos a prepararse”, fue lo que me dijo. Entonces, en ese momento, fui llevada a muchas montañas, pero en una me llamó la atención porque se me mostró una cabaña, entonces había en estas cabañas, en esta cabañita yo vi un patrón, un patrón que ya había visto antes, ya antes se me había mostrado. Había una pequeña jarra de agua, una pequeña mesa donde habían hojas verdes de diferentes clases. También había en esa mesa frutas y nueces, también pude apreciar allí algunos tubérculos, pasé a un rincón de la cabaña y allí también vi un anaquel donde había muchos potes que eran de cristales. Yo podía ver semillas como de: habichuelas, garbanzos, lentejas, cosas así. Y, en otro rincón, vi que habían frazadas, abrigo y algo de ropa. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p6}
Entonces nos paramos en medio de la cabaña y miré por la puerta hacia afuera y vi que llovía y mi acompañante me preguntó y me dijo: “¿te mojas?”, y le dije: “no, no me mojo”. Entonces me dijo: “vamos”. Salimos de la cabaña, el sol ya estaba afuera, fuimos a un huerto que rodeaba la casa, mis ojos se abrieron al ver aquellas plantas, estaban bellas, hermosas y su fragancia se regaba por todo aquel lugar. Allí encabezando ese huerto yo vi la altamisa, es una planta medicinal, la pude reconocer. También vi el anís, la menta, el poleo, el árnica, la hierba dulce, la malagueta, el incienso, la mirra, y otras que son todas plantas medicinales. Me dijo: “ésta, ésta es la verdadera medicina”. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p7}
Luego a un lado de la casa y al otro lado vi siembras de hojas de verdes, flores y frutos pequeños como pimientos, tomatillos. Y a lo lejos, árboles frutales de muy buen tamaño [cuyo fruto] podíamos coger con la mano, o sea era un tamaño que podíamos agarrar los frutos con la mano, no era el árbol muy grande. Era un pedacito de Edén aquel lugar que se me mostró, era bien sencillo, pero la morada daba paz y reinaba allí la paz en todos los lugares. Y ninguno era impelido por el miedo, todos, allí, estaban tranquilos, todos estaban felices. Nadie tenía miedo al hambre que se estaba viendo ya en medio de estas montañas, que tenía una gran llanura que había visto al principio. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p8}
Así que, en ese momento, vi un grupito familiar bajo la sombra del árbol, era un árbol de mango, era un árbol bastante grande, allí vi como abrían el libro sagrado, la Biblia, y leían y se gozaban en su lectura. Vi cómo llegaba otro integrante llevando consigo los libros del Espíritu de Profecía, y cómo los aceptaban con gran felicidad, y corrían a abrir sus páginas para leer. Vi el título de aquel libro, es la primera vez que, cuando veo Espíritu de Profecía puedo ver el título del libro, y era el libro el Conflicto de los Siglos. Allí, sus primeras páginas desplegaban ahora estos tiempos que estamos viviendo, y estaban allí recordándole que esto era importante para salvarles su vida. Así que ellos leían y se sentían gozosos y ellos lo aceptaban en su corazón. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p9}
En ese momento, yo les oí cantar, ellos cantaron dos himnos, dos himnos que pude reconocer; uno de ellos es Dejo el mundo y Sigo a Cristo, y el otro Prefiero a Mi Cristo. Salimos en ese momento de allí, y mi acompañante me dijo: “te voy a decir algo que no debes olvidar, ve e instruye y ayuda. Esas tres palabras, porque el tiempo es corto”. Entonces, ahí, desperté. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p10}
En esto, amados, yo veo el amor de Dios, en todo esto. Y, como Jerusalén, se repite, aunque Dios dejó dicha señal principal, su misericordia no paró de advertir el destino de aquella ciudad rebelde. Aún ahora hace lo mismo, Dios quiere librarnos de las pruebas que no podemos soportar, para que así sólo queden las que si podemos soportar, porque Él dijo que no permitirá nada más de lo que nosotros no podamos soportar, y con la prueba va a dar la salida. Así quiera Dios que los entendidos puedan entender, es mi ruego y oración. Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 20-01-2018, es.p11}
Testimonio: 23-03-2018
Marzo 23, 2018. En sueños me vi en un salón grande donde había unas personas muy interesadas en la Palabra de Verdad. Había, entre ellas, dos mujeres las cuales se presentaban como madre e hija. Ellas escuchaban, pero, mientras más escuchaban la Palabra de Verdad, vi la madre pararse y se fue a otro cuarto. Y [desde] ahí comenzó a llamar a su hija con insistencia. Su hija se paró y fue con ella. {Daisy Escalante: 23-03-2018, es.p1}
Entonces, en ese momento, mi acompañante me dijo: ve y escucha”. Entonces, fui tras ella, y vi cómo la madre persuadía a su hija para que no escuchara la Palabra de Verdad. En ese momento, le reclamé, y le dije a la hija con voz suplicante que no permitiera que su madre la convenciera del error, pero ésta no hacía caso. En eso vi, en esos momentos, cómo otra mujer entró en el salón de reunión, y ésta comenzó a hablar según el verdadero mensaje. Me di cuenta que lo entendía porque lo explicaba muy bien, pero en eso paró de hablar, y vi cómo la madre y la hija, que estaban en el otro cuarto, salieron y comenzaron a convencer a esta otra mujer de que se les uniera. Así que le exhorté a esta mujer que no hiciera caso ni a la madre y a la hija, más en ese momento ella me contestó, que esta madre era hermana de ella y lo que ella decía debía ser verdad porque era su familiar y ella le creía. Entonces por más que traté de convencerla, no pude, y vi cómo, luego, estas tres mujeres comenzaron a seducir a los hombres que deseaban mantenerse fieles a Dios. {Daisy Escalante: 23-03-2018, es.p2}
En ese momento, me dijo mi acompañante: “salid de ella, pueblo mío, y no toquéis lo inmundo”. Su seducción, vi que, era tan grande, tan agresiva, tan sutil, que la lucha era recia para no caer. Entonces mi acompañante volvió a decirme: “cuidad de no tocar lo inmundo”. Luego, amados, me dio esta cita: “Sofonías 3:7-9”. Y ahí desperté. {Daisy Escalante: 23-03-2018, es.p3}
Quiera Dios que luchemos, y luchemos, hasta vencer en el nombre del Señor, para que seamos salvos, sellados por Él para salvación. Amados, la lucha no es fácil, pero recordemos que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Que el Señor les bendiga. {Daisy Escalante: 23-03-2018, es.p4}
Sofonías 3:7-9
7 Dije: Ciertamente me temerás, recibirás corrección; y así su habitación no será destruida sobre todo aquello por lo cual la castigué. Pero ellos se levantaron de mañana y corrompieron todas sus obras.
8 Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante al despojo: porque mi determinación [es] reunir a las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el furor de mi ira; porque del fuego de mi celo será consumida toda la tierra.
9 Entonces daré a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que de un consentimiento le sirvan.
Testimonio: 09-10-2017
Amados, el 9 de octubre 2017. También estaba de mañana; estábamos en el culto y estaba meditando en lo que el Señor me había mostrado la mañana anterior. No me podía quitar eso de la cabeza, era muy triste el sufrimiento, ¡mucha angustia! {Daisy Escalante: 09-10-2017 , es.p1}
Entonces en ese momento, vi cómo, muchos, estando en las montañas por largos años atrás, bajaban de ellas para instalarse en las llanuras. Se había puesto todo difícil y ya no querían seguir pasando trabajo, no soportaban la situación. Entonces, comenzaron a bajar a la llanura para buscar mejoría, para buscar más comodidad, según ellos, más tranquilidad, más fáciles las cosas. {Daisy Escalante: 09-10-2017 , es.p2}
Entonces, de repente, el hambre arreció, y todos buscaban en todo lugar por encontrar un bocado de pan, pero ellos no lo encontraban. La búsqueda se hacía cada vez más intensa e insoportable, y las personas se abalanzaban unas sobre otras tratando de alimentarse unos de los otros. ¡Fue terrible, amados, aquella escena de sufrimiento que había por todo lugar! Todo lugar se veía en violencia, hambre, y los que habían bajado de las montañas, yo podía ver que deseaban volver a ellas, pero, por más que lo intentaban ya no podían, por alguna razón. Entonces, perecían en esa gran turba de violencia. {Daisy Escalante: 09-10-2017 , es.p3}
Entonces, luego, se me mostraron otras montañas. Allí había fieles hijos de Dios que miraban a lo lejos la desgracia de las llanuras, y oraban por protección. Estos habían pasado mucho sufrimiento, mucho dolor, largos días de muchas situaciones de penurias, bien difíciles, pero se mantuvieron ahí, confiando en el Señor, que eran los lugares que el Señor había destinado para ellos y por ninguna razón bajaban. Entonces, allí, ellos se sentían seguros. ¡Ah, eso sí! Se me mostró que ellos se sentían allí seguros por alguna razón. Entonces pregunté: “¿por qué razón, además de vivir en las montañas, ellos están seguros?” Mi acompañante me contestó: “observa, ¿ves?”, me dijo. Entonces vi cómo tenían plantas para comer, vegetales, frutos menores, y las cosechas, ellos las tenían, allí cerca de su casa. Y confeccionaban sus alimentos con ellos, eran alimentos sencillos pero sustanciales; tenían todo lo que necesitaban. {Daisy Escalante: 09-10-2017 , es.p4}
Entonces, asimismo vi cómo un joven sacaba agua de un riachuelo, junto a la pequeña cabaña donde ellos estaban viviendo. Entonces le dije: “¿es todo?” Y me dijo: “ven, te mostraré”. Entonces vi cómo, dentro de su humilde pero fuerte cabaña, tenían todo lo necesario, allí: vi abrigo, vi comida, vi agua, vi también cómo tenían plantas disecadas que me dijeron que era su medicina. Entonces, también, vi sus muebles: sólo unas sillas, una mesa, una cobija y unas camas. {Daisy Escalante: 09-10-2017 , es.p5}
Pero ellos vivían felices y se sentían seguros en aquella tan cruel tempestad que asolaba en la llanura. Entonces cuando estábamos por salir, vi cómo aquella familia, en un rincón de esta humilde choza que se me mostró, tenía una mesita color madera, y allí tenían tres libros, me impactó pues, sabía que antes también los había visto. Entonces me acerqué a ver y vi: la sagrada Biblia, algo que se parecía al Conflicto de los Siglos —porque no decía el Conflicto de los Siglos pero parecía un libro del Espíritu de Profecía, o sea por el color y por la forma y el tamaño—, y el Himnario antiguo Adventista. Entonces, le pregunté a mi acompañante si podía hojear el libro, que para mí era el Conflicto de los Siglos, y él me dijo: “hazlo”. Entonces lo tomé y lo abrí y, para mi sorpresa, era un libro enciclopédico de los libros del Espíritu de la Profecía, tenía varios libros, allí, en uno. Entonces, allí estaban, pude ver: Patriarcas y Profetas, Profetas y Reyes, El Deseado de Todas las Gentes, Conflicto los Siglos, Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, Temperancia. También me acuerdo que vi: Mente, Carácter y Personalidad, Ministerio de Curación, Historia de la Redención, Evento de los Últimos Días, etcétera, etcétera. Iba viendo títulos de diferentes libros que componían aquella enciclopedia. Entonces, pude ver esto mientras hojeaba el libro y lo puse luego en su lugar, y salimos de aquella cabaña. {Daisy Escalante: 09-10-2017 , es.p6}
Entonces él me dijo: “sin profecía el pueblo se desenfrena, es menester obedecer a Dios antes que a los hombres”. Y salimos de aquel lugar maravilloso, se sentía una paz, amados, una seguridad… Y en ese momento, cuando estaba sintiendo esa paz y esa seguridad que me daba estar nada más en aquel lugar, de verlo, ahí desperté, de esto que me estaba pasando. Siempre cuando les digo: “ahí desperté”, es como que, no porque estaba dormida sino, como, porque ahí todo, todo, desperté otra vez a la realidad de lo que tenía al frente —porque esto me pasó estando despierta, yo ya me había levantado de mi cama—. {Daisy Escalante: 09-10-2017 , es.p7}
Entonces cuando ya terminó todo esto, estaba yo con la maravillosa seguridad de [que] lo que Dios desea que estemos haciendo aquellos que anhelamos su protección, [es] aguardar con ansias su venida, ubicarnos en los lugares donde él quiere que estemos para que no suframos —para que cuando arrecie más esta tempestad, que esto aún está tocando un poquito, lo que vemos, porque aún más se va a apretar, amados hermanos—, que podamos estar seguros en Él. {Daisy Escalante: 09-10-2017 , es.p8}
Así que, mi deseo y oración es que cada uno de nosotros roguemos por la voluntad de Dios, y que, donde Él nos diga que estemos, no importa lo que estemos pasando, las situaciones, a lo mejor fuertes, pero que, si el Señor quiere que estemos ahí, que estemos ahí porque bajo sus alas es que estamos seguros. Recibiendo sus instrucciones y haciendo su voluntad, es como único vamos a seguir hacia adelante. Quiera Dios que muchos le esperen de igual manera y sean bendecidos en Cristo Jesús. Dios me los bendiga. {Daisy Escalante: 09-10-2017 , es.p9}