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Manjar Sabático

27-02-2021

Habacuc 1

1 La carga que vio Habacuc profeta.
2 ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?
3 ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que mire molestia, y saqueo y violencia delante de mí, habiendo además quien levante pleito y contienda?
4 Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale verdadero; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcido el juicio.
5 Mirad en las naciones, y ved, y maravillaos y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, [que] aun cuando se [os] contare, no la creeréis.
6 Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, gente amarga y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las habitaciones ajenas.
7 Espantosa [es] y terrible; de ella misma saldrá su derecho y su grandeza.
8 Y sus caballos serán más ligeros que leopardos, y más feroces que lobos nocturnos; y sus jinetes se multiplicarán; vendrán de lejos sus caballeros, y volarán como águila que se apresura a la comida.
9 Toda ella vendrá a la presa; sus rostros hacia adelante [como] el viento solano; y recogerá cautivos como arena.
10 Y escarnecerá a los reyes, y de los príncipes hará burla; se reirá de toda fortaleza, y levantará terraplén, y la tomará.
11 Luego cambiará de parecer, y pasará adelante, y ofenderá atribuyendo este su poder a su dios.
12 ¿No [eres] tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? ¡No moriremos! Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar.
13 Muy limpio [eres] de ojos para ver el mal, y no puedes ver el agravio. ¿Por qué, pues, ves a los traidores, y callas cuando el impío destruye al más justo que él,
14 y haces que sean los hombres como los peces del mar, como reptiles [que] no [tienen] señor?
15 Sacará a todos con anzuelo, los atrapará con su red, y los juntará en su malla; por lo cual se gozará y hará alegrías.
16 Por esto hará sacrificios a su red, y quemará incienso a sus mallas; porque con ellos engordó su porción, y engrasó su comida.
17 ¿Vaciará por eso su red, o tendrá piedad de matar gentes continuamente?

Testimonios para la Iglesia, tomo 4. Capítulo 14: ''La obediencia voluntaria''

La obediencia voluntaria

Abraham era anciano cuando recibió de Dios la sorprendente orden de ofrecer a su hijo Isaac en holocausto. A Abraham se lo consideraba anciano aun en su generación. El ardor de su juventud se había desvanecido. Ya no era fácil para él soportar penurias y afrontar peligros. En el vigor de la juventud, el hombre puede hacer frente a la tormenta con orgullosa conciencia de su fuerza, y elevarse por encima de los desalientos que harían desfallecer su corazón más tarde en la vida cuando sus pasos se dirigen vacilantes hacia la tumba. {4TI 145.1}

Pero en su providencia, Dios reservó su última y más penosa prueba para Abraham cuando la carga de los años le oprimía y anhelaba descansar de la ansiedad y los afanes. El Señor le habló diciendo: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas […] y ofrécelo […] en holocausto”. Génesis 22:2. El corazón del anciano se paralizó de horror. La pérdida de ese hijo por alguna enfermedad habría partido el corazón del amante padre

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y el pesar habría doblegado su encanecida cabeza; pero ahora se le ordenaba que derramase con su propia mano la sangre preciosa de aquel hijo. Eso le parecía una terrible imposibilidad. {4TI 145.2}

Sin embargo, Dios había hablado, y él debía obedecer a su palabra. Abraham estaba cargado de años, pero esto no lo dispensaba del cumplimiento del deber. Empuñó el bordón de la fe, y con muda agonía tomó de la mano a su hijo, hermoso y sonrosado, lleno de salud y juventud, y salió para obedecer a la palabra de Dios. El anciano y gran patriarca era humano; sus pasiones y afectos eran como los nuestros y amaba a su hijo, solaz de su vejez, a quien había sido dada la promesa del Señor. {4TI 145.3}

Pero Abraham no se detuvo a preguntar cómo se cumplirían las promesas de Dios si se daba muerte a Isaac. No se detuvo a razonar con su corazón dolorido, sino que ejecutó la orden divina al pie de la letra, hasta que, precisamente cuando estaba por hundir su cuchillo en las palpitantes carnes del joven, recibió la orden: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, que ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único”. Génesis 22:12. {4TI 145.4}

Este gran acto de fe está registrado en las páginas de la historia sagrada para que resplandezca sobre el mundo como ilustre ejemplo hasta el fin del tiempo. Abraham no alegó que su vejez le dispensaba de obedecer a Dios. No dijo: “Mi cabello ha encanecido, ha desaparecido el vigor de mi virilidad; ¿quién consolará mi desfalleciente vida cuando Isaac no exista más? ¿Cómo puede un anciano padre derramar la sangre de su hijo unigénito?” No, Dios había hablado, y el hombre debía obedecer sin preguntas, murmuraciones ni desmayos en el camino. {4TI 146.1}

Necesitamos hoy la fe de Abraham en nuestras iglesias, para iluminar las tinieblas que se acumulan en derredor de ellas, oscureciendo la suave luz del amor de Dios y atrofiando el sentimiento espiritual. La edad no nos excusará nunca de obedecer a Dios. Nuestra fe debe ser prolífica en buenas obras, porque la fe sin obras es muerta. Cada deber cumplido, cada sacrificio hecho en el nombre de Jesús, produce una excelsa recompensa. En el mismo acto del deber, Dios habla y da su bendición. Pero requiere de nosotros que le entreguemos completamente nuestras facultades. La mente y el corazón, el ser entero, deben serle dados, o no llegaremos a ser verdaderos cristianos. {4TI 146.2}

Dios no ha privado al hombre de nada que pueda asegurarle riquezas eternas. Ha revestido la tierra de belleza y la ha ordenado para su uso y comodidad durante su vida temporal. Dio a su Hijo para que muriese por la redención de un mundo que había caído por el pecado y la insensatez. Un amor tan incomparable y un sacrificio tan infinito exigen nuestra obediencia más estricta, nuestro amor más santo, nuestra fe ilimitada. Sin embargo, todas estas virtudes, aun ejercidas en su mayor extensión, no pueden compararse con el gran sacrificio que fe ofrecido por nosotros. {4TI 146.3}

Dios requiere pronta e implícita obediencia a su ley; pero los hombres están dormidos o paralizados por los engaños de Satanás, quien les sugiere excusas y subterfugios, y vence sus escrúpulos diciendo, como dijo a Eva en el huerto: “No moriréis”. Génesis 3:4. La desobediencia no sólo endurece el corazón y la conciencia del culpable, sino que tiende a

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corromper la fe de los demás. Lo que les parecía muy malo al principio, pierde gradualmente esta apariencia al estar constantemente delante de sus ojos, hasta que finalmente dudan de que sea realmente un pecado, e inconscientemente caen en el mismo error. {4TI 146.4}

Por Samuel, Dios ordenó a Saúl que fuera e hiriese a los amalecitas y destruyese completamente todas sus posesiones. Pero Saúl obedeció tan sólo parcialmente la orden; destruyó el ganado flaco, pero se reservó el de mejor calidad y perdonó la vida al perverso rey. Al día siguiente recibió al profeta Samuel lisonjeándose y congratulándose: “Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová”. Pero el profeta contestó inmediatamente: “¿Pues qué balido de ganados y bramido de bueyes es éste que yo oigo con mis oídos?” 1 Samuel 15:13, 14. {4TI 147.1}

Saúl quedó confuso, y trató de rehuir la responsabilidad contestando: “De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó a lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios; pero lo demás lo destruimos”. 1 Samuel 15:15. Samuel reprendió entonces al rey, recordándole la orden explícita que Dios le diera de destruir todas las cosas pertenecientes a Amalec. Le señaló su transgresión y declaró que había desobedecido al Señor. Pero Saúl se negó a reconocer que había hecho mal; volvió a disculpar su pecado, alegando que se había reservado el mejor ganado para sacrificarlo a Jehová. {4TI 147.2}

El corazón de Samuel se entristeció por la persistencia con que el rey se negaba a ver y confesar su pecado. Preguntó con tristeza: “¿Tiene Jehová tanto contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que el sebo de los carneros: porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría el infringir. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”. 1 Samuel 15:22, 23. {4TI 147.3}

No basta mirar de frente al deber si demoramos el cumplimiento de sus demandas. Una demora tal da tiempo a la duda; la incredulidad se desliza en el corazón, el juicio se pervierte y se oscurece el entendimiento. Al fin, las reprensiones del Espíritu de Dios no llegan al corazón de la persona seducida, la cual se ha enceguecido tanto que considera imposible que dichas reprensiones le sean destinadas o que se apliquen a su caso. {4TI 147.4}

El precioso tiempo de gracia está pasando y pocos se dan cuenta de que les es concedido con el propósito de que se preparen para la eternidad. Malgastan las áureas horas en búsquedas mundanales, en los placeres, dedicándose plenamente al pecado. Desprecian y olvidan la ley de Dios; sin embargo, cada estatuto de la misma no deja por ello de estar en vigor. Cada transgresión recibirá su castigo. El amor a la ganancia mundanal conduce a la profanación del sábado; sin embargo, las exigencias de ese santo día no han sido abrogadas ni disminuidas. La orden de Dios es clara e implícita en este punto; nos ha prohibido perentoriamente que trabajemos en el séptimo día. Lo ha puesto aparte como día santificado para él. {4TI 148.1}

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Muchos son los obstáculos que hay en la senda de los que quieren obedecer a los mandamientos de Dios. Hay fuertes y sutiles influencias que los vinculan con los caminos del mundo. Pero el poder del Señor puede romper esas cadenas. El suprimirá todo obstáculo delante de los pies de sus fieles, o les dará fuerza y valor para vencer toda dificultad si buscan fervientemente su ayuda. Todos los obstáculos se desvanecerán ante un ferviente deseo de hacer la voluntad de Dios y un esfuerzo persistente por cumplirla a cualquier costo, aun cuando se hubiere de sacrificar la vida misma. La luz del Cielo iluminará las tinieblas de aquellos que, en las pruebas y perplejidades, avancen mirando a Jesús como el autor y consumador de su fe. {4TI 148.2}

En los tiempos antiguos, Dios habló a los hombres por boca de los profetas y los apóstoles. En estos días les habla por los testimonios de su Espíritu. Nunca hubo un tiempo en el que Dios instruyera a los suyos con más fervor que ahora en lo que respecta a su voluntad y la conducta que quiere verles seguir. Pero, ¿aprovecharán sus enseñanzas? ¿Recibirán sus reprensiones y oirán sus amonestaciones? Dios no aceptará ninguna obediencia parcial; no sancionará ninguna transigencia con el yo. {4TI 148.3}

Testimonios para la Iglesia, tomo 4. Capítulo 15: ''Los doce espías''

Los doce espías

El Señor dio orden a Moisés de enviar algunos hombres para que exploraran la tierra de Canaán, prometida a los hijos de Israel. A tal efecto, se seleccionó un representante de cada una de las doce tribus. Al cabo de cuarenta días de su partida regresaron de la exploración y acudieron a Moisés y Aarón, que habían congregado a todo el pueblo de Israel, y les mostraron los frutos de la tierra. Todos estuvieron de acuerdo en que era una buena tierra y exhibieron los ricos frutos que habían traído como prueba. Un racimo de uvas era tan grande que se necesitaban dos hombres para agarrarlo colgado de una vara. También trajeron higos y granadas diciendo que crecían en abundancia. Después de haber hablado de la fertilidad de la tierra, todos excepto dos dijeron palabras desalentadoras al respecto de su capacidad de conquistarla. Dijeron que las gentes que habitaban el país eran muy fuertes y las ciudades estaban rodeadas de murallas muy gruesas y altas. Aún más, habían visto a los hijos del gigante Anac. Luego explicaron cómo vivía la gente en Canaán y expresaron sus temores de que sería imposible que llegaran a conquistar esa tierra. {4TI 149.1}

Cuando los israelitas hubieron escuchado este informe expresaron su decepción con amargos reproches y llantos. No se detuvieron a reflexionar y a pensar que el Dios que los había traído tan lejos también les daría esa tierra. Dejaron a Dios de lado. Actuaron como si para tomar la ciudad de Jericó, la llave de toda la tierra de Canaán, dependieran únicamente del poder de las armas. Dios había declarado que les daría el país y ellos deberían haber confiado plenamente que cumpliría su palabra. Pero sus corazones rebeldes no estaban en armonía con los planes de Dios; no reflejaban cuán maravillosamente había intervenido en su favor, sacándolos de la esclavitud de Egipto, abriendo paso a través de las aguas del mar y destruyendo el ejército de Faraón cuando los perseguía. Su falta de fe limitaba la obra de Dios y desconfiaban de la mano que los

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había guiado sanos y salvos hasta ese momento. En esa ocasión repitieron el mismo y antiguo error: murmuraron contra Moisés y Aarón. “Éste es, por tanto, el fin de nuestras grandes esperanzas”, dijeron: “Ésta es la tierra por cuya posesión hemos viajado desde Egipto”. Culparon a sus dirigentes por haber traído la tribulación a Israel y, una vez más, les imputaron el cargo de haber engañado al pueblo y haberlo llevado a perdición. {4TI 149.2}

Moisés y Aarón se postraron ante Dios. Caleb y Josué, los dos que de entre los doce espías habían confiado en la palabra de Dios, se rasgaron las vestiduras en señal de duelo cuando se dieron cuenta de que los informes desfavorables habían causado el desaliento de todo el campamento. Se esforzaron por razonar con los israelitas; pero estos habían enloquecido y habían caído presa del desencanto y no quisieron escuchar a esos dos hombres. Finalmente, Caleb se abrió paso hasta el frente y su clara y bien timbrada voz se oyó por encima del clamor de la multitud. Se opuso a la visión cobarde de sus compañeros espías que habían debilitado la fe y el coraje de todo Israel. Ordenó a la gente que le prestara atención y las quejas cedieron por unos instantes para escucharlo. Habló de la tierra que había visitado. Dijo: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos”. Números 13:30. Pero los espías infieles lo interrumpieron, diciendo: “No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros”. Números 13:31. {4TI 150.1}

Esos hombres emprendieron un camino equivocado, dispusieron sus corazones contra Dios, contra Moisés y Aarón y contra Caleb y Josué. Cada paso que daban en la dirección equivocada los hacía más firmes en la decisión de desalentar al pueblo de cualquier intento de poseer la tierra de Canaán. Distorsionaron la verdad para llevar a cabo sus mortíferos propósitos. Dijeron que el clima era insalubre y que la gente tenía la estatura de gigantes. Dijeron: “También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecimos a ellos”. Números 13:33. {4TI 150.2}

Este informe no sólo era perverso, sino engañoso. Era contradictorio porque, si el país era insalubre y había tragado a los habitantes, ¿cómo era posible que hubieran alcanzado proporciones tan imponentes? Cuando el corazón de los hombres que ocupan posiciones de responsabilidad es vencido por la falta de fe ya no hay límites para su progreso en las malas acciones. Pocos son los que se dan cuenta, al iniciar este peligroso viaje, hasta qué punto los guiará Satanás. {4TI 150.3}

El informe desfavorable tuvo un efecto terrible sobre el pueblo. Los israelitas hicieron amargos reproches a Moisés y Aarón. Algunos gimieron y protestaron, diciendo: “¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!” Números 14:2. Luego sus corazones se alzaron contra el Señor y lloraron y se lamentaron, diciendo: “‘¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?’ Y decían el uno al otro: ‘Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto’”. Números 14:3, 4. {4TI 151.1}

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Así manifestaron su falta de respeto por Dios y los dirigentes que él había puesto para conducirlos. No preguntaron al Señor qué debían hacer, sino que dijeron: “Designemos un capitán”. Tomaron la iniciativa porque se creían competentes para ocuparse de sus asuntos sin que fuese necesaria la ayuda divina. Acusaron a Moisés, y también a Dios, de haberlos engañado con la promesa de una tierra que eran incapaces de poseer y, al final, llegaron a designar a uno de ellos para que fuera su capitán y los dirigiera en su regreso a la tierra de sufrimiento y esclavitud de la cual los había librado el poderoso brazo de la omnipotencia de Dios. {4TI 151.2}

Moisés y Aarón todavía estaban postrados en presencia de toda la asamblea, implorando en silencio la misericordia divina para con Israel. Su aflicción era tan profunda que no hay palabras para describirla. Una vez más, Caleb y Josué se adelantaron y la voz de Caleb se levantó una vez más con honestidad llena de dolor por encima de las quejas de la congregación: “La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis”. Números 14:7-9. {4TI 151.3}

Los cananitas habían colmado la medida de su iniquidad y el Señor no estaba dispuesto a tolerarlos más. Al haber caído sus defensas, serían una presa fácil para los hebreos. Los cananitas no estaban preparados para la batalla, porque se sentían tan fuertes que se engañaron a sí mismos con la idea de que no había ningún ejército tan formidable que fuera capaz de vencerlos. {4TI 151.4}

Caleb recordó al pueblo que el pacto con Dios aseguraba la posesión de la tierra para Israel, pero su corazón estaba lleno de sinrazón y los israelitas no querían escuchar más. Aunque esos dos hombres hubiesen sido los únicos en traer un informe desfavorable y los otros diez los hubieran animado a poseer la tierra en nombre del Señor, su malvada falta de fe los habría empujado a seguir el consejo de los dos en lugar de hacer caso a los diez. Pero sólo dos defendían la verdad, porque diez se habían rebelado abiertamente contra sus dirigentes y contra Dios. {4TI 152.1}

En ese momento la gente se sintió muy alterada, se encendieron sus peores pasiones y rechazaron escuchar a la razón. Los diez espías infieles se les unieron y también acusaron a Josué y a Caleb; y se alzó el clamor para que los apedrearan. La multitud, enajenada, empezó a recoger piedras para arrojarlas contra los dos fieles. Se abalanzaron sobre ellos, lanzando gritos de locura. Pero entonces, las piedras cayeron de sus manos, se hizo un silencio tenso y empezaron a temblar, presas del pánico. Dios se había interpuesto entre ellos y los dos hombres para que fracasaran sus designios. La gloria de su presencia, semejante a una llama, iluminó el tabernáculo y toda la congregación vio la señal de Dios. Alguien que era más poderoso que ellos se había revelado y ninguno se atrevió a perseverar en su resistencia. Los murmullos se acallaron y los espías que habían dado el informe desfavorable, atenazados por el pánico, se agacharon y empezaron a respirar de manera entrecortada. {4TI 152.2}

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Moisés se levantó de su humillante posición y entró en el tabernáculo para comunicarse con Dios. Entonces el Señor le propuso la destrucción inmediata de ese pueblo rebelde. Deseaba hacer de Moisés una nación aún mayor que Israel. Pero el manso dirigente de su pueblo no lo consentiría. “Pero Moisés respondió a Jehová: ‘Lo oirán los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo con tu poder; y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego; y que has hecho morir a este pueblo como a un solo hombre; y las gentes que hubieren oído tu fama hablarán, diciendo: ‘Por cuanto no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de la cual les había jurado, los mató en el desierto’”. Números 14:13-16. {4TI 152.3}

Una vez más Moisés rechazó que Israel fuera destruido y que de él mismo surgiera una nación aún más poderosa que ellos. El siervo preferido de Dios manifestaba su amor por Israel y mostraba su celo por la gloria de su Maestro y el honor de su pueblo. Dijo: “Señor, has perdonado a tu pueblo desde Egipto hasta ahora; has sido paciente y lento para la ira con esta nación ingrata; por más indignos que sean, tu misericordia es la misma. Por tanto, ¿no retraerás tu ira de ellos una vez más y añadirás una muestra más de tu divina paciencia a las muchas que ya has dado?” {4TI 153.1}

Moisés convenció a Dios para que no castigara al pueblo, pero a causa de su arrogancia e infidelidad el Señor no pudo seguir actuando en su favor de manera milagrosa. Por eso, en su divina misericordia, les mandó que tomaran el camino de regreso al desierto, en dirección al mar Rojo. También decretó que, como castigo por su rebelión, todos los adultos que habían salido de Egipto, excepto Caleb y Josué, jamás entrarían en Canaán. No habían sido capaces de mantener su promesa de fidelidad a Dios y, por lo tanto, el pacto se consideraba roto por sus repetidas violaciones. Prometió que sus hijos poseerían la tierra de promisión pero declaró que sus propios cuerpos serían enterrados en el desierto. Finalmente, los diez espías que habían traído el informe desfavorable y habían causado toda la murmuración fueron destruidos por el poder de Dios ante los ojos del pueblo. {4TI 153.2}

Cuando Moisés comunicó la voluntad de Dios a Israel, aparentemente, se arrepintieron sinceramente de su conducta. Pero el Señor sabía que se habían entristecido porque sus malas acciones habían tenido un resultado desastroso; no tenían un profundo sentimiento de ingratitud y desobediencia. Su arrepentimiento llegó demasiado tarde; la justa ira de Dios se había desatado y la sentencia ya había sido dictada; por lo que ya no cabía el indulto. Cuando se dieron cuenta de que el Señor no dejaría de cumplir su decreto, su autosuficiencia se alzó de nuevo y declararon que no estaban dispuestos a volver al desierto. {4TI 153.3}

Al ordenarles que se alejaran de la tierra de sus enemigos Dios puso a prueba su aparente sumisión y descubrió que no era real. Sabían que al permitir que sus sentimientos los controlaran y buscar a los espías que los habían aconsejado que obedecieran a Dios para matarlos habían cometido un gran pecado. Sin embargo, lo único que los aterrorizaba era

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haber descubierto que habían cometido un temible error cuyas consecuencias serían desastrosas para ellos. Su corazón permanecía inalterado. Les bastaba sólo con una excusa para dar salida a una rebelión similar. Fue suficiente que Moisés, hablando con la autoridad que le había otorgado Dios, les ordenara que regresaran al desierto. {4TI 154.1}

Se habían rebelado contra Él cuando les había ordenado que tomaran la tierra que les había prometido. Entonces, una vez más, cuando les mandó que se alejaran de ella, volvieron a caer en la insubordinación y declararon que presentarían batalla contra sus enemigos. Se prepararon para la lucha vistiéndose como guerreros y cubriéndose con las armaduras, y se presentaron ante Moisés creyéndose preparados para el conflicto; sin embargo, Dios y su apenado siervo los veían tristemente pertrechados. Rechazaron escuchar las solemnes advertencias de sus dirigentes de que la catástrofe y la muerte serían la consecuencia de su audacia. {4TI 154.2}

Cuando Dios los dirigió para subir y tomar Jericó, prometió que iría con ellos. El arca que contenía su ley sería su propio símbolo. Moisés y Aarón, los dirigentes designados por Dios, tendrían que conducir la expedición bajo su atenta dirección. Con una supervisión así, ningún peligro podría alcanzarlos. Pero salieron al encuentro de los ejércitos del enemigo, contraviniendo los mandamientos de Dios y la solemne prohibición de sus dirigentes, sin el arca de Dios y sin Moisés. {4TI 154.3}

Durante el tiempo que los israelitas perdieron en su perversa rebelión, los amalecitas y los cananitas se habían preparado para la batalla. Los israelitas, llenos de presunción, desafiaron al enemigo que no había osado atacarlos. Nada más al entrar en territorio enemigo, los amalecitas y los cananitas les presentaron batalla y los expulsaron de manera fulminante, causándoles una gran pérdida. Su sangre teñía de rojo el campo de batalla y sus cadáveres quedaron esparcidos por el suelo. Se batieron en retirada y cayeron vencidos. La destrucción y la muerte fueron el resultado de aquel experimento rebelde. Sin embargo, la fe de Caleb y Josué recibió una rica recompensa. Según sus palabras, Dios permitió que ambos entraran en la tierra que les había prometido. Los cobardes y rebeldes perecieron en el desierto, pero los espías justos comieron de las uvas de Escol. {4TI 154.4}

La historia del informe de los doce espías tiene una aplicación para nuestro pueblo. Las escenas de lamento cobarde y resistencia a actuar cuando hay que afrontar riesgos se repiten en nuestros días. Se manifiesta la misma reticencia a prestar la atención debida a los fieles informes y consejos que se dio en tiempos de Caleb y de Josué. Rara vez los siervos de Dios que llevan la carga de su causa, que practican la estricta negación de sí mismos y sufren privaciones por ayudar a su pueblo reciben una consideración mejor que la que se les daba en aquellos días. {4TI 155.1}

Una y otra vez, el antiguo Israel fue probado y encontrado falto. Pocos recibían las fieles advertencias que provenían de Dios. las tinieblas y la infidelidad no son menores ahora que nos acercamos al tiempo del segundo advenimiento de Cristo. La verdad se vuelve cada vez menos sabrosa para los que tienen una mente carnal; su corazón es lento para creer y tardo para el arrepentimiento. Sino fuera por las continuas pruebas de sabiduría y ayuda que su Maestro les proporciona, los siervos de Dios ya se habrían desalentado.

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Durante mucho tiempo el Señor ha sido paciente con su pueblo; ha perdonado sus desviaciones y ha esperado que le haga un lugar en el corazón, pero las falsas ideas, los celos y la desconfianza han colmado su paciencia. {4TI 155.2}

Unos pocos que profesan pertenecer a Israel, cuyas mentes han recibido la luz por las revelaciones de la sabiduría divina, se atreven, como Caleb, a adelantarse con valentía y a permanecer firmes del lado de Dios y de la justicia. Por causa de los que el Señor ha escogido, su obra no se retirará del camino de integridad para complacer a los que no se han consagrado y están llenos de soberbia. Aquellos devienen en blanco de todos los odios y las falsedades maliciosas. En estos últimos días, Satanás está muy despierto y atento; Dios necesita hombres de temple y resistencia espiritual para resistir sus artimañas. {4TI 155.3}

Es necesario que los que profesan creer la verdad se conviertan profundamente para que puedan seguir a Jesús y obedecer la voluntad de Dios. No se trata de una sumisión que, como aquella de los aterrorizados israelitas cuando se les reveló el poder del Infinito, sino un profundo arrepentimiento de corazón y una renuncia al pecado. Quienes se han convertido a medias son como un árbol cuyas ramas se mecen sobre la verdad, pero cuyas raíces, firmemente incrustadas en la tierra, se hunden en el terreno pantanoso del mundo. Jesús espera en vano que sus ramas den fruto y no haya nada más que hojas. {4TI 156.1}

Miles aceptarían la verdad si pudieran hacerlo sin negarse a sí mismos; pero estos nunca contribuirían a la causa de Dios. Jamás saldrían valientemente al encuentro del enemigo—el mundo, el amor a sí mismo y las pasiones de la carne—confiando en que su divino Director les diera la victoria. La iglesia necesita fieles Caleb y Josué que estén prontos a aceptar la vida eterna con la única condición que Dios impone: la obediencia. Nuestras iglesias sufren por falta de obreros. Nuestro campo es el mundo. Necesitamos misioneros en las ciudades y los pueblos que están aún más subyugados por la idolatría que los paganos de Oriente, los cuales nunca vieron la luz de la verdad. El verdadero espíritu misionero ha abandonado las iglesias que hacen profesión de manera tan exaltada. El amor por las almas y el deseo de llevarlas al regazo de Cristo ha dejado de brillar en sus corazones. Buscamos trabajadores honestos. ¿Nadie responderá al clamor que se eleva de todos los rincones: “Pasa […] y ayúdanos” Hechos 16:9? {4TI 156.2}

¿Es posible afirmar que se es depositario de la ley de Dios, y se espera la pronta venida de Jesús en las nubes del cielo, y al mismo tiempo no ser culpable de la sangre de las almas si se cierran los oídos al clamor de las necesidades del pueblo que anda en tinieblas? Es preciso preparar y distribuir libros. Es preciso que se den lecciones. Es necesario que se desempeñen deberes que representan un sacrificio. ¿Quién acudirá al rescate? ¿Quién se negará a sí mismo por Cristo y esparcirá la luz a aquellos que están en tinieblas? {4TI 156.3}

Testimonios para la Iglesia, tomo 4. Capítulo 16: ''La toma de Jericó''

La toma de Jericó

Tras la muerte de Moisés, Josué fue designado como dirigente de Israel para que lo condujera a la tierra de promisión. Estaba calificado para esta importante función. Había

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sido el primer ministro de Moisés durante la mayor parte del tiempo que los israelitas habían vagado por el desierto. Había visto las maravillas que Dios había obrado por medio de Moisés y había comprendido correctamente la disposición del pueblo. Era uno de los doce espías que habían sido enviados para inspeccionar la tierra prometida y fue uno de los dos que informaron fielmente de sus riquezas y alentaron al pueblo para que la poseyera con la ayuda de Dios. {4TI 157.1}

El Señor prometió a Josué que estaría con él como había estado con Moisés y que Canaán sería una fácil conquista, siempre y cuando fuera fiel en la observancia de sus mandamientos. La misión de guiar a su pueblo hacia Canaán había llenado a Josué de ansiedad, pero esta promesa disipó sus temores. Ordenó a los hijos de Israel que se prepararan para un viaje de tres días y que todos los hombres capaces de entrar en combate se prepararan para la batalla. “Entonces respondieron a Josué, diciendo: ‘Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes. De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés. Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente’” Josué 1:16-18. {4TI 157.2}

Dios deseaba que el paso de los israelitas por el Jordán fuera un milagro. Josué ordenó al pueblo que se santificara porque al día siguiente el Señor obraría maravillas en ellos. A la hora señalada dirigió a los sacerdotes para que tomaran el arca que contenía la ley de Dios y la llevaran delante del pueblo. “Entonces Jehová dijo a Josué: ‘Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo’”. Josué 3:7. {4TI 157.3}

Los sacerdotes obedecieron las órdenes de su dirigente y se pusieron delante del pueblo, llevando el arca de la alianza. Las huestes hebreas se dispusieron en orden de marcha y siguieron el símbolo de la presencia divina. La gran columna se adentró en el valle del Jordán y, tan pronto como los pies de los sacerdotes tocaron las aguas del río, el curso se interrumpió y las aguas que quedaron río abajo siguieron corriendo, dejando seco el lecho. Cuando llegaron a la mitad del cauce, los sacerdotes recibieron la orden de permanecer ahí hasta que las huestes hebreas lo hubieran cruzado. Eso grabaría aún más profundamente en sus mentes que la fuerza que retenía las aguas del Jordán era la misma que, cuarenta años atrás, había permitido que sus padres cruzaran el mar Rojo. {4TI 157.4}

Muchos que, siendo aún niños, habían cruzado el mar Rojo cruzaban ahora el Jordán gracias a un milagro similar. Eran guerreros pertrechados para la batalla. Después de que el último de los soldados de Israel hubo cruzado, Josué ordenó a los sacerdotes que salieran del río. Cuando hubieron salido y trajeron el arca a un lugar seguro, Dios retiró su poderosa mano y las aguas que se habían ido acumulando irrumpieron río abajo formando una poderosa avenida que llenó todo el canal natural de la corriente. El Jordán siguió corriendo como una inundación irresistible, anegando toda su cuenca. {4TI 158.1}

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Pero antes de que los sacerdotes hubieran salido del río, para que este maravilloso milagro no fuera olvidado jamás, el Señor ordenó a Josué que seleccionara hombres notables de cada tribu para que tomaran piedras del lugar del río donde los sacerdotes habían permanecido y las llevaran en sus hombros hasta Gilgal; allí debían erigir un monumento en memoria del hecho de que Dios había hecho posible que Israel cruzara el Jordán a pie seco. Sería un recordatorio continuo del milagro que el Señor había obrado por ellos. A medida que los años fueran pasando, los niños preguntarían la razón del monumento y, una y otra vez, escucharían la maravillosa historia hasta que quedara indeleblemente grabada en sus mentes hasta la última generación. {4TI 158.2}

Cuando todos los reyes de los amorreos y los reyes de los cananeos oyeron que el Señor había retenido las aguas del Jordán ante los hijos de Israel, sus corazones sucumbieron al pánico. Los israelitas habían derrotado a dos de los reyes de Moab y el cruce maravilloso del ancho e impetuoso Jordán llenó de temor a su pueblo. Entonces Josué circuncidó a todos los varones que habían nacido en el desierto. Después de esta ceremonia celebraron la Pascua en la llanura de Jericó. “Y Jehová dijo a Josué: ‘Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto’”. Josué 5:9. {4TI 158.3}

Las naciones paganas se habían burlado del Señor y de su pueblo porque los hebreos no habían conseguido poseer la tierra de Canaán, la herencia que esperaban recibir poco después de salir de Egipto. Sus enemigos habían triunfado porque los israelitas habían vagado durante mucho tiempo por el desierto y se habían levantado insolentemente contra Dios, declarando que no era capaz de llevarlos a la tierra que les había prometido. Esta vez, el Señor había manifestado claramente su poder y su favor permitiendo que su pueblo cruzara el Jordán a pie seco y sus enemigos ya no podrían continuar con sus burlas. El maná, que había caído hasta entonces, dejó de caer; porque los israelitas estaban a punto de tomar posesión de Canaán y comer de los frutos de esa tierra fértil. Ya no era necesario. {4TI 159.1}

Cuando Josué se apartó del ejército de Israel para meditar y orar por la presencia especial de Dios, vio a un Hombre de gran estatura, recubierto de atuendos que parecían una armadura y con una espada desenvainada en la mano. Josué no lo reconoció como uno de los guerreros de Israel y, sin embargo, no parecía ser un enemigo. Lleno de celo, “yendo hacia él le dijo: ‘¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?’ Él le respondió: ‘No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora’. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ‘¿Qué dice mi Señor a su siervo?’ Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: ‘Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo’. Y Josué así lo hizo”. Josué 5:13-15. {4TI 159.2}

La gloria del Señor inundó el santuario y por esa razón los sacerdotes jamás entrarían calzados en un lugar santificado por la presencia de Dios. Podían introducir partículas de polvo adheridas a los zapatos y desacralizar el lugar. Por esa razón los sacerdotes debían dejar su calzado en el atrio antes de entrar en el santuario. En el atrio, junto a la puerta del tabernáculo había una pila de bronce en la que los sacerdotes se lavaban las manos y los pies antes de entrar en el tabernáculo para que todas las impurezas quedaran

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eliminadas. Dios requería que todos los que oficiaban en el santuario siguieran una preparación especial antes de entrar en el lugar donde se revelaba su gloria. {4TI 159.3}

El que se alzaba delante de Josué era el Hijo de Dios. Era el que había conducido a los hebreos por el desierto, como una columna de nubes durante el día y de fuego durante la noche. Para que Josué supiera que no se trataba de nadie más sino Cristo, el Altísimo, dijo: “Quita tu calzado de tus pies”. Éxodo 3:5. Luego dio instrucciones a Josué al respecto de cómo se debían comportar para tomar Jericó. Todos los guerreros recibirían orden de dar una vuelta a la ciudad cada día durante seis días y el séptimo deberían dar siete vueltas. {4TI 160.1}

Josué dio órdenes a los sacerdotes y al pueblo para que hicieran según le había indicado el Señor. Dispuso las huestes de Israel en formación perfecta. En primer lugar, iba un cuerpo selecto de hombres armados, recubiertos de su indumentaria de guerra, no para que mostraran sus habilidades con las armas, sino para que obedecieran las órdenes que se les daban. Los seguían siete sacerdotes con sendas trompetas. Detrás de ellos otros sacerdotes, cubiertos con ricas y preciosas vestiduras que delataban su sagrada función, llevaban el arca de Dios, recubierta de oro bruñido, sobre la cual brillaba un halo de gloria. El gran ejército de Israel seguía en perfecto orden y agrupada cada tribu bajo su respectivo estandarte. Dispuestos de esta manera circundaron la ciudad con el arca de Dios. No se escuchaba otro sonido que la marcha de ese poderoso ejército y la solemne voz de las trompetas que resonaba entre las colinas y entraba en las calles de Jericó. {4TI 160.2}

Admirados y alarmados, los guardas de la ciudad condenada tomaban nota y daban cuenta a las autoridades de cada uno de los movimientos de los hebreos. No eran capaces de imaginar qué significaba todo ese despliegue. Jericó había desafiado a los ejércitos de Israel y del Dios del cielo, pero cuando miraron esa poderosa hueste que marchaba alrededor de su ciudad una vez al día con toda la pompa y majestad de la guerra, con la grandiosidad del arca y los sacerdotes que la llevaban, el impresionante misterio atizó el terror en el corazón de los príncipes y del pueblo. Una vez más inspeccionaron sus fuertes defensas y se sintieron seguros de que podrían resistir el más poderoso ataque. Muchos ridiculizaron la idea de que esas extrañas manifestaciones de sus enemigos pudieran causarles daño alguno; otros sintieron temor al contemplar la majestad y el esplendor de la procesión que cada día circundaba, magnífica, la ciudad. Recordaron que cuarenta años atrás el mar Rojo se había separado y había dejado un paso seco para que ese pueblo pudiera cruzarlo; y que también el Jordán se había detenido para permitirles que lo vadearan sin peligro. No sabían qué otras maravillas obraría Dios por ellos, pero mantuvieron sus puertas cuidadosamente cerradas y vigiladas por poderosos guerreros. {4TI 160.3}

Durante seis días la hueste de Israel siguió el circuito alrededor de la ciudad. Llegó el séptimo y con las primeras luces del alba Josué mandó que el ejército de Dios se dispusiera en formación. En esa ocasión ordenó a los hombres que dieran siete vueltas alrededor de Jericó y que, a la señal de las trompetas, gritaran con todas sus fuerzas porque Dios les

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habría entregado la ciudad. La imponente formación avanzó, solemne, alrededor de los muros. La resplandeciente arca de Dios iluminaba el crepúsculo matutino; los sacerdotes, con sus pectorales y emblemas de pedrería, y los guerreros, cubiertos de resplandecientes armaduras, ofrecían un espectáculo magnífico. Avanzaban en un silencio de muerte, sólo roto por el mesurado paso de sus pies y el sonido de las trompetas que, de vez en cuando, traspasaba el silencio de aquella hora tan temprana. Los poderosos muros de sólida piedra se levantaban, amenazadores, desafiando el asedio de los hombres. {4TI 161.1}

Súbitamente, el gran ejército se detuvo. Las trompetas estallaron en una fanfarria que sacudía hasta la misma tierra. Todas las voces de Israel al unísono cortaron el aire con un poderoso grito. Los muros de sólida piedra, las imponentes torres y fortificaciones, se tambalearon, sus cimientos cedieron y, con un estruendo semejante a mil truenos, cayeron formando un amasijo de ruinas. Los habitantes y el ejército enemigo, paralizados por el terror y el desconcierto, no ofrecieron resistencia e Israel entró y tomó cautiva la poderosa ciudad de Jericó. {4TI 161.2}

¡Con qué facilidad los ejércitos del cielo derribaron unos muros que habían parecido tan formidables a los espías que dieron el informe desfavorable! La única arma que entró en combate fue la palabra de Dios. El Poderoso de Israel había dicho: “Yo he entregado en tu mano a Jericó”. Josué 6:2. Habría bastado con que un solo hombre hubiera dado una muestra de fuerza contra los muros de la ciudad para que la gloria de Dios hubiese sido menoscabada y su voluntad se frustrara. Pero se dejó que el Todopoderoso se hiciera cargo de toda la obra. Aunque los cimientos de los edificios hubiesen alcanzado hasta el centro de la tierra y sus tejados la bóveda del cielo, el resultado habría sido el mismo, porque el Capitán de las huestes del Señor dirigía el ataque de los ángeles. {4TI 161.3}

Durante mucho tiempo Dios había deseado entregar la ciudad de Jericó a su pueblo escogido para que las naciones de la tierra engrandecieran su nombre. Cuarenta años atrás, cuando había liberado a Israel de la esclavitud, se había propuesto hacerle entrega de la tierra de Canaán. Pero sus celos y sus perversas murmuraciones despertaron su ira y los castigó a vagar por el desierto durante cuarenta fatigosos años, hasta que todos aquellos hubieron desaparecido, todos los que lo insultaron con su insolencia e infidelidad. Con la toma de Jericó Dios declaró a los hebreos que sus padres habrían podido poseer la ciudad si hubiesen confiado en él del mismo modo en que lo hicieron sus hijos. {4TI 162.1}

La historia del antiguo Israel se escribió para nuestro provecho. Pablo dice: “Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron”. “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piense estar firme, mire que no caiga”. 1 Corintios 10:5-6; 11-12. {4TI 162.2}

Muchos que, como el antiguo Israel, profesan guardar los mandamientos de Dios y tienen un corazón infiel. Aunque han sido favorecidos con el acceso a la gran luz y gozan de preciosos privilegios, perderán la Canaán celestial como los rebeldes israelitas tampoco

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entraron en la Canaán terrenal que Dios había prometido como recompensa por su obediencia. {4TI 162.3}

Como pueblo nos falta fe. En estos días, son pocos los que, al igual que los ejércitos de Israel, siguen obedientes a los consejos que Dios da por medio de su sierva escogida. El Capitán de las huestes del Señor no se reveló a toda la congregación. Sólo se comunicó con Josué, el cual relató su entrevista a los hebreos. A ellos les tocaba creer o dudar de las palabras de Josué, seguir los mandamientos que les daba en nombre del Capitán del ejército del Señor o rebelarse contra sus instrucciones y negar su autoridad. Ellos no podían ver la hueste de ángeles, comandada por el Hijo de Dios, que dirigía su vanguardia. Podían haber razonado: “Estos movimientos carecen de todo sentido y esta farsa es ridícula: dar una vuelta cada día alrededor de los muros de la ciudad y hacer sonar las trompetas… Esto no tendrá ningún efecto sobre las fuertes torres y fortificaciones”. {4TI 162.4}

Sin embargo, continuar con la ceremonia durante tanto tiempo antes de la caída final de las murallas permitió que la fe de los Israelitas se acrecentara. Tenían que quedar fuertemente impresionados con la idea de que su fuerza no se basaba en la sabiduría humana, ni tampoco en su poder, sino que sólo Dios era su salvación. De ese modo se habituarían a mantenerse a un lado y a poner toda su confianza en su divino Director. {4TI 163.1}

Quienes hoy profesan ser el pueblo de Dios, ¿se conducirían del mismo modo en circunstancias similares? Sin duda alguna, muchos desearían seguir sus propios planes y sugerirían otros modos de cumplir el fin deseado. Se mostrarían reticentes a someterse a una disposición tan sencilla y a alguien que no reflejara otra gloria que el mérito de la obediencia. También pondrían en duda la posibilidad de que una poderosa ciudad sea conquistada de ese modo. Pero la ley del deber es suprema. Debería gobernar la razón humana. La fe es la fuerza viva que es capaz de cruzar cualquier barrera, eliminar todos los obstáculos y plantar su bandera en el centro mismo del campo enemigo. {4TI 163.2}

Dios obrará maravillas por aquellos que confíen en él. Si los que profesan ser su pueblo no tienen más fuerza es porque confían demasiado en su propia sabiduría y no permiten que el Señor revele su poder en su beneficio. Él ayudará a sus fieles hijos en todas las ocasiones si depositan toda su confianza en él y lo obedecen sin cuestionarlo. {4TI 163.3}

La palabra de Dios esconde profundos misterios, sus providencias ocultan enigmas inexplicables, en el plan de salvación hay secretos que el hombre no puede alcanzar. Sin embargo, la mente finita, ansiosa por satisfacer su curiosidad y resolver los problemas de la infinitud, se olvida de seguir el sencillo camino indicado por la voluntad revelada por Dios y se entromete en los secretos ocultos desde la fundación del mundo. Los hombres construyen sus teorías, pierden la sencillez de la verdadera fe y se vuelven tan importantes para ellos mismos que dejan de creer las declaraciones del Señor y se pierden en sus propias elucubraciones. {4TI 163.4}

Muchos que profesan nuestra fe se encuentran en esta posición. Son débiles y carecen de fuerza porque confían en su propio poder. Dios obra con potencia por el pueblo que

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obedece su palabra sin cuestionarla ni dudar de ella. La majestad del cielo, con el ejército de los ángeles, arrasó los muros de Jericó sin la ayuda de ningún hombre. Los guerreros armados de Israel no tenían ningún motivo para vanagloriarse de sus logros. Todo se hizo por el poder de Dios. Cuando el pueblo deja de pensar en sí mismo y abandona el deseo de obrar según sus propios planes, cuando humildemente se somete a la voluntad divina, Dios reaviva su fuerza y trae la libertad y la victoria a sus hijos. {4TI 164.1}

Testimonios para la Iglesia, tomo 4. Capítulo 17: ''Jeremías reprende a Israel''

Jeremías reprende a Israel

El Señor dio a Jeremías un mensaje de reprensión para que lo llevara a su pueblo, que continuamente rechazaba el consejo de Dios, diciendo: “Yo os he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y no me habéis oído. Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros y a vuestros padres”. Jeremías 35:14-15. {4TI 165.1}

Dios les rogó que no lo provocaran a ira con la obra de sus manos y de sus corazones; pero “no me habéis oído”, dijo. Entonces Jeremías vaticinó la cautividad de los judíos, como castigo por no obedecer la palabra del Señor. Los caldeos serían utilizados como instrumentos de Dios para castigar a su pueblo desobediente. Su disciplina estaría en proporción a su inteligencia y a las advertencias que despreciaron. Por largo tiempo Dios había demorado sus juicios por la renuencia que tenía de humillar a su pueblo escogido; pero ahora les mostraría su desagrado, como un último esfuerzo por enderezar sus caminos torcidos. {4TI 165.2}

En estos días no ha establecido ningún nuevo plan para preservar la pureza de su pueblo. De la misma manera en que lo hizo en la antigüedad, él ruega a los errantes que profesan su nombre que se arrepientan y se vuelvan de sus malos caminos. Por boca de sus siervos escogidos de ahora, como de entonces, predice los peligros que están delante de ellos. Hace sonar su nota de advertencia, y reprende el pecado tan fielmente como en los días de Jeremías. Pero el Israel de nuestro tiempo tiene las mismas tentaciones de desdeñar los reproches y odiar los consejos que el antiguo Israel. Demasiado a menudo prestan oídos sordos a las palabras que Dios ha dado a sus siervos para beneficio de los que profesan la verdad. Sin embargo, como en los días de Jeremías, la misericordia del Señor retiene por un tiempo la retribución de su pecado, pero no siempre los protegerá, sino que visitará la iniquidad con juicio justo. {4TI 165.3}

El Señor ordenó a Jeremías que se pusiese de pie en el atrio del templo, y allí hablase a todo el pueblo de Judá que acudiera para adorar. No debía quitar una sola palabra de los mensajes que se le daban, a fin de que los pecadores de Sión tuviesen las más amplias oportunidades de escuchar y apartarse de sus malos caminos. Entonces Dios se arrepentiría del castigo que estaba dispuesto a infligirles a causa de su maldad. {4TI 165.4}

Aquí se demuestra vívidamente la poca voluntad que el Señor tiene para castigar a su pueblo. Retuvo sus juicios y le rogó que regresara a la alianza con él. Israel había sido

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liberado de la esclavitud para que pudiera servir al Dios único y vivo. Sin embargo, los israelitas se desviaron y cayeron en la idolatría, tomando a la ligera las advertencias que les daban los profetas. Aun así, postergó el castigo para darles una nueva oportunidad de arrepentirse y evitar la paga de su pecado. Por medio de su profeta envió una clara y firme advertencia y puso delante de ellos la única vía para escapar del castigo que merecían: el arrepentimiento completo de su pecado y el abandono de los caminos del mal. {4TI 166.1}

El Señor ordenó a Jeremías que dijera al pueblo: “Así ha dicho Jehová: ‘Si no me oyereis para andar en mi ley, la cual puse ante vosotros, para atender a las palabras de mis siervos los profetas, que yo os envío desde temprano y sin cesar, a los cuales no habéis oído, yo pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por maldición a todas las naciones de la tierra”. Jeremías 26:4-6. Los israelitas entendieron la referencia a Silo y el tiempo en que los filisteos vencieron a Israel y tomaron el arca de Dios. {4TI 166.2}

Elí pecó porque consideró en poco la iniquidad de sus hijos, los cuales desempeñaban funciones sagradas. Al descuidar la reprensión y la corrección de sus hijos trajo una temible calamidad a Israel. Los hijos de Elí fueron muertos, el mismo Elí perdió la vida, el arca de Dios fue robada y treinta mil cayeron muertos. Todo ello porque un pecado fue tomado a la ligera y se permitió que se perpetuara entre ellos. ¡Qué lección para los hombres que ocupan puestos de responsabilidad en la iglesia de Dios! Solemnemente, les exige que abandonen los errores que deshonran la causa de la verdad. {4TI 166.3}

En los días de Samuel, Israel pensó que, aunque no se arrepintieran de sus pecados, la presencia del arca que contenía los mandamientos de Dios les garantizaría la victoria sobre los filisteos. Del mismo modo, en los días de Jeremías los judíos creían que la estricta observancia de los servicios divinos establecidos en el templo los protegería del justo castigo que su mala conducta merecía. {4TI 166.4}

Ese mismo peligro corre el pueblo que, en nuestros días, profesa ser depositario de la ley de Dios. Está a punto de engañarse a sí mismo con la idea de que el modo en que guarda los mandamientos de Dios lo mantendrá a salvo del poder de la justicia divina. Rechaza la reprensión por el mal y carga a los siervos de Dios con un exceso de celo en expulsar el pecado. El Dios que aborrece el pecado llama a todos los que profesan guardar sus mandamientos que salgan de toda iniquidad. Si desobedece su palabra y no se arrepiente, el pueblo de Dios sufrirá unas consecuencias tan terribles hoy como el mismo pecado trajo al antiguo Israel. Hay un límite más allá del cual el Juez de jueces no demorará su sentencia. La desolación de Jerusalén es una solemne advertencia para los ojos del moderno Israel: pasar por alto las reprensiones que llegan por medio de sus siervos no pasará impunemente. {4TI 167.1}

Cuando los sacerdotes y el pueblo oyeron el mensaje que Jeremías les comunicaba en nombre de Dios se enfurecieron y declararon que el profeta debía morir. Sus protestas fueron ruidosas en extremo: “¿Por qué has profetizado en nombre de Jehová, diciendo: ‘Esta casa será como Silo, y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador’? Y todo el pueblo se juntó contra Jeremías en la casa de Jehová”. Jeremías 26:9. Así menospreciaron el mensaje de Dios y amenazaron de muerte al siervo en quien él había

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confiado. Los sacerdotes, los profetas infieles y todo el pueblo montaron en cólera contra él porque no les decía cosas amables ni profetizaba engaños. {4TI 167.2}

Es frecuente que los siervos perseverantes de Dios sufran las persecuciones más amargas de los falsos maestros de la religión. Pero los verdaderos profetas siempre preferirán el rechazo, e incluso la muerte, antes que mostrarse infieles a Dios. el Ojo Infinito está fijado en los instrumentos de reprensión divina, los cuales llevan una pesada carga de responsabilidad. Pero Dios contempla las injurias que se les infligen mediante la mistificación, la falsedad o el abuso como si fueran practicados con él mismo y las castigará de acuerdo con esa gravedad. {4TI 167.3}

Los príncipes de Judá habían oído las palabras de Jeremías y, subiendo desde el palacio del rey, se sentaron a las puertas del templo. “Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: ‘En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos’”. Jeremías 26:11. Jeremías se levantó, valiente, ante los príncipes y el pueblo, declarando: “Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído. Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros. En lo que a mí toca, he aquí estoy en vuestras manos; haced de mí como mejor y más recto os parezca. Mas sabed de cierto que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros, y sobre esta ciudad y sobre sus moradores; porque en verdad Jehová me envió a vosotros para que dijese todas estas palabras en vuestros oídos”. Jeremías 26:12-15. {4TI 168.1}

Si las amenazas de las autoridades y el griterío de la turba hubiesen atemorizado al profeta, su mensaje no habría tenido efecto y habría perdido su vida. Pero el coraje con que cumplió su doloroso deber despertó el respeto del pueblo y volvió a los príncipes de Israel a su favor. Por eso Dios hizo que se levantaran defensores de su siervo para que razonaran con los sacerdotes y los falsos profetas, mostrándoles cuán poco sabios serían si tomaban las extremas medidas que habían defendido hasta entonces. {4TI 168.2}

La influencia de esas poderosas personas produjo una reacción en las mentes del pueblo. Entonces, los ancianos unidos en protesta contra la decisión que habían tomado los sacerdotes al respecto del destino de Jeremías, citaron el caso de Miqueas, que había profetizado juicios sobre Jerusalén, diciendo: “Sión será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque”. Jeremías 26:18. Entonces plantearon la pregunta: “¿Acaso lo mataron Ezequías rey de Judá y todo Judá? ¿No temió a Jehová, y oró en presencia de Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había hablado contra ellos? ¿Haremos, pues, nosotros tan gran mal contra nuestras almas?” Jeremías 26:19. {4TI 168.3}

De este modo, la súplica de Ahicam y otros salvó la vida del profeta; aunque a muchos de los sacerdotes y los falsos profetas les hubiera complacido que fuera condenado a muerte bajo acusación de sedición, porque no podían soportar las verdades que había pronunciado y que exponían su maldad. {4TI 168.4}

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Pero Israel se obstinó en no arrepentirse y el Señor vio que debía ser castigado por sus pecados. Por eso dio instrucciones a Jeremías para que hiciera yugos y coyundas, que se los pusiera en el cuello y que los enviara a los reyes de Edom, de Moab, de los Amonitas, de Tiro y de Sidón, ordenando a los mensajeros que dijeran que Dios había entregado todas esas tierras a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que todas esas naciones lo servirían a él y a sus descendientes durante algún tiempo, hasta que Dios las librara. Debían declarar que si esas naciones rechazaban servir al rey de Babilonia serían castigadas con hambrunas, con la espada y con pestilencias hasta que fueran consumidas. Dijo el Señor: “Y vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros soñadores, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores, que os hablan diciendo: ‘No serviréis al rey de Babilonia’. Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra, y para que os arroje y perezcáis. ‘Mas la nación que sometiere su cuello al yugo del rey de Babilonia y le sirviere, la dejaré en su tierra’, dice Jehová, ‘y la labrará y morará en ella’”. Jeremías 27:9-11. {4TI 169.1}

Jeremías declaró que deberían cargar con el yugo de servidumbre durante setenta años y que los cautivos que ya estaban en manos del rey de Babilonia, así como los vasos del templo que habían sido llevados, también deberían permanecer en Babilonia hasta que se agotara el tiempo establecido. Al final de los setenta años Dios los libraría de su cautiverio y castigaría a sus opresores sometiendo, a su vez, al rey de Babilonia a los reyes de otras naciones. {4TI 169.2}

Las naciones nombradas enviaron embajadores al rey de Judá para tratar el asunto de presentar batalla al rey de Babilonia. Sin embargo, el profeta de Dios, cargando los símbolos de sujeción, dio el mensaje del Señor a esas naciones y les ordenó que lo llevaran a sus respectivos reyes. Era el castigo más liviano que el Dios de misericordia podía infligir a su pueblo rebelde; pero si se oponían a ese decreto de servidumbre conocerían todo el rigor de su castigo. Recibieron la fiel advertencia de no escuchar a los falsos maestros que profetizan mentiras. {4TI 169.3}

El desconcierto del concejo de naciones sobrepasó todos los límites cuando Jeremías, que llevaba el yugo de sujeción alrededor del cuello, les hizo conocer la voluntad de Dios. Pero Hananías, uno de los falsos profetas contra los cuales había advertido a su pueblo por medio de Jeremías, levantó la voz y se opuso a la profecía declarada. Con el deseo de ganarse el favor del rey y de su corte, afirmó que Dios le había dado palabras de aliento para los judíos. Dijo: “‘Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor tomó de este lugar para llevarlos a Babilonia, y yo haré volver a este lugar a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los transportados de Judá que entraron en Babilonia’, dice Jehová; ‘porque yo quebrantaré el yugo del rey de Babilonia’”. Jeremías 28:3-4. {4TI 170.1}

Jeremías, en presencia de todos los sacerdotes y del pueblo, dijo que el deseo más sincero de su corazón era que Dios trajera los utensilios del templo y a los cautivos de regreso de Babilonia; pero eso sólo sucedería con la condición de que el pueblo se arrepintiera y, abandonando el camino del mal, regresara a la senda de obediencia a la ley de Dios.

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Jeremías amaba a su pueblo y deseaba ardientemente que la humillación del pueblo evitara la desolación predicha. Sin embargo, sabía que el deseo era vano. Tenía la esperanza de que el castigo de Israel sería tan suave como fuera posible y por eso urgía honestamente a sus conciudadanos a someterse al rey de Babilonia durante el tiempo que el Señor había especificado. {4TI 170.2}

Les urgió a escuchar sus palabras. Les citó las profecías de Oseas, Habacuc, Sofonías y otros cuyos mensajes de reprobación y advertencia eran similares al suyo. Les recordó acontecimientos de su historia que habían sido el cumplimiento de profecías de retribución por pecados de los que no se habían arrepentido. En algunas ocasiones, como sucedió en este caso, los hombres se habían levantado contra el mensaje de Dios y habían predicho paz y prosperidad para apaciguar los temores del pueblo y ganarse el favor de los gobernantes. Pero en todos y cada uno de los ejemplos del pasado el juicio de Dios había visitado a Israel tal como indicaron los verdaderos profetas. Jeremías dijo: “El profeta que profetiza de paz, cuando se cumpla la palabra del profeta, será conocido como el profeta que Jehová en verdad envió”. Jeremías 28:9. Si Israel escogía correr el riesgo, los acontecimientos futuros decidirían cuál de ellos era el falso profeta. {4TI 170.3}

Hananías, que había montado en cólera, tomó el yugo del cuello de Jeremías y lo rompió. “Y habló Hananías en presencia de todo el pueblo, diciendo: ‘Así ha dicho Jehová: ‘De esta manera romperé el yugo de Nabucodonosor rey de Babilonia, del cuello de todas las naciones, dentro de dos años”. Y siguió Jeremías su camino”. Jeremías 28:11. Había cumplido con su parte; había advertido al pueblo del peligro que corría; había indicado la única vía para poder recuperar el favor de Dios. Pero, aunque su único delito fue referir fielmente el mensaje de Dios al pueblo infiel, sus palabras fueron objeto de burlas y escarnio y los hombres que ocupaban cargos de responsabilidad lo acusaron e intentaron instigar al pueblo para que lo matara. {4TI 171.1}

Jeremías recibió otro mensaje: “Ve y habla a Hananías, diciendo: ‘Así ha dicho Jehová: ‘Yugos y madera quebraste, mas en vez de ellos harás yugos de hierro’. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ‘Yugo de hierro puse sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabudoconosor rey de Babilonia; y aun también le he dado las bestias del campo’”. Entonces dijo el profeta Jeremías al profeta Hananías: “‘Ahora oye, Ananás, Jehová no te envió, y tú has hecho confiar en mentira a este pueblo’. Por tanto, así ha dicho Jehová: ‘He aquí que yo te quito de sobre la faz de la tierra; morirás en este año, porque hablaste rebelión contra Jehová’. Y en el mismo año murió Hananías, en el mes séptimo”. Jeremías 28:13-17. {4TI 171.2}

Aquel falso profeta había alimentado la falta de fe del pueblo hacia Jeremías y su mensaje. Con maldad, había declarado que él era el mensajero del Señor y sufrió la muerte como consecuencia de aquel temible delito. El quinto mes Jeremías profetizó la muerte de Hananías y en el séptimo su muerte probó las palabras de profeta verdadero. {4TI 171.3}

Dios había dicho que su pueblo se salvaría, que el yugo que pondría sobre su cuello sería ligero, si se sometía sin quejas a su plan. Su servidumbre estaba representada por el yugo de madera, que era fácil de llevar; pero la resistencia se encontraría con la severidad que

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le corresponde, representada por el yugo de hierro. Dios había decidido que el Rey de Babilonia no pudiera causar ninguna muerte ni tampoco pudiera oprimir en demasía al pueblo. Pero al hacer escarnio de su advertencia y sus mandamientos, los israelitas trajeron sobre sí todo el rigor de la esclavitud. El pueblo prefirió recibir el mensaje del falso profeta que predijo prosperidad porque era más agradable. Que constantemente les recordaran sus pecados hería el orgullo de los israelitas; habrían preferido mantenerlos escondidos. Se encontraban en unas tinieblas morales tales que no se daban cuenta de la enormidad de su culpa ni apreciaban los mensajes de reprobación y advertencia que les enviaba Dios. Si se hubieran dado cuenta de su desobediencia habrían agradecido la justicia del Señor y habrían reconocido la autoridad de su profeta. Dios los invitaba a arrepentirse y de ese modo podría librarlos de la humillación de que el pueblo escogido por Dios se viera sometido a ser vasallo de una nación idólatra. Sin embargo, se burlaron de su consejo y siguieron a los falsos profetas. {4TI 171.4}

Entonces el Señor ordenó a Jeremías que escribiera cartas a los capitanes, a los príncipes, a los profetas y a todo el pueblo que había sido llevado en cautiverio a Babilonia, pidiéndoles que no cayeran en el engaño de su pronta liberación, sino que se sometieran pacíficamente a sus capturadores, que siguieran con sus vocaciones y que construyeran hogares apacibles entre sus conquistadores. El Señor les pidió que no permitieran que sus profetas y sus adivinos los engañaran con falsas esperanzas; no obstante, por medio de las palabras de Jeremías les aseguró que al cabo de setenta años de servidumbre serían liberados y regresarían a Jerusalén. Escucharía sus oraciones y les daría su favor cuando se volvieran a él de todo corazón. “‘Y seré hallado por vosotros’, dice Jehová, ‘y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé’, dice Jehová; ‘y os haré volver al lugar de donde os hice llevar’”. Jeremías 29:14. {4TI 172.1}

¡Con qué tierna compasión informó Dios a su pueblo cautivo sobre sus planes para Israel! Conocía el sufrimiento y el desastre que experimentarían y sabía que los impulsarían a creer que rápidamente serían liberados de la servidumbre y llevados de vuelta a Jerusalén, tal como habían predicho los falsos profetas. Sabía que esta creencia haría que su posición fuera muy difícil. Cualquier muestra de insurrección de su parte despertaría la vigilancia y la severidad del rey y, en consecuencia, verían restringida su libertad. Deseaba que se sometieran pacíficamente a su destino para que su servidumbre fuera lo menos cargosa posible. {4TI 172.2}

Había otros dos falsos profetas, Acab y Sedequías, que profetizaron mentiras en nombre del Señor. Esos hombres profesaban ser maestros santos, pero sus vidas estaban corrompidas y eran esclavos de los placeres del pecado. El profeta de Dios había condenado las malas acciones de esos hombres y los había advertido del peligro. Aun así, en lugar de arrepentirse y emprender una reforma, se enfurecieron con el fiel reprobador de sus pecados y quisieron oponerse a su obra agitando al pueblo para que no creyera sus palabras y actuara de forma contraria al consejo de Dios, no sometiéndose al rey de Babilonia. El Señor testificó por medio de Jeremías que esos falsos profetas serían librados

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a manos del rey de Babilonia y muertos ante sus ojos. Llegado el momento, esta predicción se cumplió. {4TI 173.1}

Otros falsos profetas se levantaron y sembraron confusión en el pueblo haciendo que no obedeciera las órdenes divinas dadas a través de Jeremías. Sin embargo, Dios pronunció juicio contra ellos a consecuencia del grave pecado de haber provocado la rebelión contra él. {4TI 173.2}

En este tiempo también se levantan hombres de esa misma clase para traer la confusión y la rebelión al pueblo que profesa obedecer la ley de Dios. Pero, tan cierto como el juicio divino visitó a los falsos profetas, tales obreros del mal recibieron su retribución en la justa medida; el Señor es el mismo entonces y ahora. Quienes profetizan mentiras alientan a los hombres para que consideren el pecado como un asunto de poca importancia. Cuando los terribles resultados de sus crímenes sean puestos de manifiesto, si les es posible, así como los judíos culparon a Jeremías de su desgracia, querrán culpar de sus dificultades a los que los hayan advertido fielmente. {4TI 173.3}

Los que llevan una vida de rebelión contra el Señor siempre encuentran falsos profetas que justifiquen sus actos y los adulan hasta la destrucción. Las palabras mentirosas, como en el caso de Acab y Sedequías, tienen muchos amigos. El pretendido celo por Dios de esos falsos profetas halló muchos más seguidores que el verdadero profeta que transmitía el sencillo mensaje del Señor. {4TI 173.4}

Una lección de los recabitas

Dios ordenó a Jeremías que reuniera a los recabitas en una de las estancias del templo, que sirviera vino ante ellos y que los invitara a beber. Jeremías hizo tal como el Señor le había ordenado. “Mas ellos dijeron: ‘No beberemos vino; porque Jonadab, hijo de Recab nuestro padre nos ordenó diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos’”. Jeremías 35:6. {4TI 174.1}

“Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: ‘Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ‘Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: ‘¿No aprenderéis a obedecer mis palabras?’”, dice Jehová. Fue firme la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre”. Jeremías 25:12-14. {4TI 174.2}

Dios contrasta la obediencia de los recabitas con la desobediencia y la rebelión de su pueblo, que no quería recibir sus palabras de reprensión y advertencia. Los recabitas obedecieron el mandamiento de su padre y no quisieron ser acusados de transgredir sus deseos. Pero Israel rechazó escuchar al Señor. Dijo: “Yo os he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y no me habéis oído. Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: ‘Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros y a vuestros padres; mas no inclinasteis vuestro oído, ni me oísteis. Ciertamente os hijos de Jonadab hijo de Recab tuvieron por firme el mandamiento que les dio su padre; pero este pueblo no me ha obedecido’. Por tanto, así

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ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ‘He aquí traeré sobre Judá y sobre todos los moradores de Jerusalén todo el mal que contra ellos he hablado; porque les hablé, y no oyeron; los llamé, y no han respondido’”. {4TI 174.3}

“Y dijo Jeremías a la familia de los recabitas: ‘Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Por cuanto obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, e hicisteis conforme a todas las cosas que os mandó; por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ‘No faltará de Jonadab hijo de Recab un varón que esté en mi presencia todos los días’”. Jeremías 35:14-19. {4TI 174.4}

Los recabitas recibieron alabanza por su pronta y dispuesta obediencia, mientras que el pueblo de Dios no quiso escuchar la reprensión de sus profetas. Puesto que les había hablado y no quisieron escucharlo, puesto que los había llamado y no quisieron responder, Dios pronunció juicio contra los israelitas. Jeremías repitió las palabras de elogio del Señor para los fieles recabitas y los bendijo en su nombre. De este modo Dios enseñó a su pueblo que la fidelidad y la obediencia a sus peticiones se reflejaría en las bendiciones que recibirían, tal como los recabitas fueron bendecidos por su obediencia a los mandamientos de su padre. {4TI 175.1}

Si los consejos de un padre bueno y sabio que designaba los mejores y más efectivos medios para asegurar su posteridad contra los males de la intemperancia tenían que ser obedecidos tan estrictamente, la autoridad de Dios debía ser guardada con mucha más reverencia porque es más santo que un hombre. Es nuestro Creador y director, de poder infinito y terrible juicio. Su misericordia establece muchos medios para que los hombres vean sus pecados y se arrepientan de ellos. Si se obstinan en no escuchar las reprensiones que les envía y se comportan contrariamente a su voluntad declarada, caerá sobre ellos la ruina; porque el pueblo de Dios sólo obtiene prosperidad gracias a su misericordia, por medio del cuidado de sus mensajeros celestiales. El Señor no cuidará y guardará un pueblo que desprecie su consejo y menoscabe sus reprensiones. {4TI 175.2}

Las advertencias de Dios son rechazadas

Jeremías ya había sido privado de su libertad porque había obedecido a Dios y había dado las palabras de advertencia que había recibido de boca de Dios al rey y a los otros que ocupaban puestos de responsabilidad en Israel. Los israelitas no estaban dispuestos a aceptar las reprensiones ni tampoco que su conducta fuese cuestionada. Habían manifestado un gran descontento ante las palabras de reproche y los juicios que habían sido predichos sobre ellos si continuaban en rebelión contra el Señor. Aunque Israel no las escuchara, las palabras de consejo divino no tendrían menor efecto. Tampoco Dios dejaría de reprender ni amenazar con sus juicios y su ira a aquellos que rechazaran obedecer sus advertencias. {4TI 175.3}

El Señor dijo a Jeremías: “Toma un rollo de libro y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy. Quizá oiga la casa de Judá todo el

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mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado”. Jeremías 36:2-3. {4TI 176.1}

Ésta es una prueba de que Dios se resiste a abandonar a su pueblo. Y para que Israel no descuidara tanto sus reprobaciones y sus advertencias, hasta el punto de olvidarse de ellas, demoró el juicio sobre su pueblo y le dio un registro completo de su desobediencia y graves pecados, así como de los juicios que había declarado como consecuencia de sus transgresiones, desde los días de Josías hasta aquel tiempo. De ese modo, los israelitas tendrían una nueva oportunidad para ver su maldad y arrepentirse. Esto nos demuestra que Dios no se complace en afligir a su pueblo; sino que, con un cuidado que sobrepasa el de un padre que se apiada de su hijo descarriado, ruega a su pueblo errante que regrese a la lealtad. {4TI 176.2}

El profeta Jeremías, obedeciendo los mandamientos de Dios, dictó las palabras que el Señor le había dado a Baruc, su escriba, el cual las escribió en un rollo. Vea. Jeremías 36:4. Ese mensaje era una reprensión por todos los pecados de Israel y una advertencia de las consecuencias que se seguirían si perseveraban en sus malos caminos. Era un sincero llamamiento para que renunciaran a sus pecados. Después de haberlo escrito, Jeremías, que estaba prisionero, envió a su escriba para que leyera el rollo a todas las personas que había reunido “en la casa de Jehová, el día del ayuno”. Jeremías 36:6. El profeta dijo: “Quizá llegue la oración de ellos a la presencia de Jehová, y se vuelva cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha expresado Jehová contra este pueblo”. Jeremías 36:7. {4TI 176.3}

El escriba obedeció al profeta y leyó el rollo ante el pueblo de Judá. Pero su tarea no acabó aquí, debía leerlo ante los príncipes, quienes escucharon con gran interés. Sus rostros tenían una expresión de temor mientras preguntaban a Baruc al respecto del misterioso escrito. Prometieron referir al rey todo lo que habían oído sobre él y su pueblo, pero aconsejaron al escriba que se escondiera porque temían que el rey rechazaría el testimonio que Dios había dado por medio de Jeremías y querría matar tanto al profeta como a su escriba. {4TI 176.4}

Cuando los príncipes refirieron al rey lo que Baruc había leído, inmediatamente ordenó que trajeran el rollo y se lo leyeran. Pero en lugar de aceptar sus advertencias y temblar ante el peligro que se cernía sobre él y su pueblo, en un arrebato de furia, lo arrojó al fuego, a pesar de que algunos que gozaban de su confianza le habían suplicado que no lo quemara. Cuando la ira de aquel malvado monarca se alzó contra Jeremías y su escriba, ordenó que los aprehendieran inmediatamente; “pero Jehová los escondió”. Jeremías 36:26. Después que el rey hubo quemado el sagrado rollo, la palabra de Dios vino a Jeremías, diciendo: “Vuelve a tomar otro rollo, y escribe en él todas las palabras primeras que estaban en el primer rollo que quemó Joacim rey de Judá. Y dirás a Joacim rey de Judá: ‘Así ha dicho Jehová: Tu quemaste este rollo, diciendo: ¿Por qué escribiste en él diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra, y hará que no queden en ella ni hombres ni animales?’”. Jeremías 36:28-29. {4TI 177.1}

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El Dios de misericordia advertía al pueblo por su bien. “Quizá”, dijo el Creador compasivo, “oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado” Jeremías 36:3 Dios se apiada de la ceguera y la perversidad del hombre; envía luz a su entendimiento sumido en tinieblas por medio de reprobaciones y amenazas con el fin de que los poderosos se den cuenta de su ignorancia y lamenten sus errores. Hace que los que se complacen en sí mismos se sientan insatisfechos con sus logros y busquen mayores bendiciones con una unión más estrecha con el cielo. {4TI 177.2}

El plan de Dios no es enviar mensajeros que complazcan y adulen a los pecadores. Sus mensajes no arrullan a los que permanecen en la seguridad carnal y no se santifican. Pone pesadas cargas sobre las conciencias de los que obran el mal y traspasa sus almas con afiladas flechas de culpabilidad. Los ángeles ministradores presentan ante ellos los temibles juicios de Dios para que sientan su gran necesidad y fuerza el clamor de agonía: “¿Qué puedo hacer para ser salvo?” La misma mano que humilla hasta el polvo, que reprende el pecado y avergüenza el orgullo y la ambición, levanta al penitente y quebrantado y pregunta llena de compasión: “¿Qué quieres que te haga?” Marcos 10:51. {4TI 177.3}

Cuando el hombre ha pecado contra el Dios santo y misericordioso, no hay conducta más noble que el arrepentimiento sincero y la confesión de sus errores con lágrimas en los ojos y el alma doliente. Dios sólo acepta un corazón traspasado y un espíritu contrito. Pero el rey y sus gobernantes, llenos de orgullo y arrogancia, rechazaron la invitación de Dios para que regresaran a él. No estaban dispuestos a escuchar sus advertencias y arrepentirse. Ésta fue su última oportunidad. Dios había declarado que si no escuchaban su voz les infligiría una temible retribución. No quisieron oír y fue pronunciado juicio sobre Israel y el hombre que se había enorgullecido y se había levantado contra el Todopoderoso sintió toda su ira. {4TI 178.1}

“Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim rey de Judá: ‘No tendrá quien se siente sobre el trono de David; y su cuerpo será echado al calor del día y al hielo de la noche. Y castigaré su maldad en él, y en su descendencia y en sus siervos; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalén y sobre los varones de Judá, todo el mal que les he anunciado y no escucharon’”. Jeremías 36:30-31. {4TI 178.2}

Quemar el rollo no acabó con el asunto. Fue más fácil arrojar las palabras escritas que la reprobación y la advertencia que contenían y el inminente castigo que Dios había pronunciado contra el rebelde Israel. El Señor ordenó que se reprodujera el rollo destruido. Las palabras del Infinito no podían ser destruidas. “Y tomó Jeremías otro rollo y lo dio a Baruc hijo de Nerías escriba; y escribió en él de boca de Jeremías todas las palabras del libro que quemó en el fuego Joacim rey de Judá; y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes”. Jeremías 36:32. {4TI 178.3}

Dios no envía juicios sobre su pueblo sin antes haberlo avisado para que se arrepienta. Usa todos los medios para hacerlo volver a la obediencia y no visita su iniquidad con juicios hasta que le ha dado amplias oportunidades de arrepentimiento. Los hombres

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airados querían impedir la labor del profeta de Dios privándolo de libertad. Sin embargo, Dios puede hablar a los hombres aun a través de los muros de las prisiones e incrementar la efectividad de sus siervos con los mismos medios con que sus perseguidores quieren limitar su influencia. {4TI 178.4}

En este tiempo muchos menosprecian las fieles reprensiones de Dios dadas en testimonio. Se me ha mostrado que algunos, tal como hizo aquel malvado rey de Israel, han llegado a quemar las palabras escritas de reprobación y advertencia. Sin embargo, la oposición a los designios de Dios no aplaza su ejecución. Desafiar las palabras que el Señor habla a través de sus instrumentos escogidos sólo provocará su ira y, finalmente, traerá la ruina segura al transgresor. A menudo, la indignación enciende el corazón del pecador contra el agente que Dios escoge para hacerle llegar sus reprensiones. Siempre ha sido así, y ese mismo espíritu que encarceló a Jeremías por haber obedecido la palabra del Señor persiste en nuestros días. {4TI 179.1}

A la vez que los hombres no aceptan humildemente las repetidas advertencias se complacen con falsos maestros que adulan su vanidad y refuerzan su maldad y, sin embargo, no son capaces de ayudarlos en los días de tribulación. Los siervos escogidos de Dios deben afrontar con valor y paciencia todos los sufrimientos y las pruebas que les traen los reproches, la negligencia o las interpretaciones erróneas porque cumplen fielmente el deber que Dios les ha encomendado. Deben recordar que los profetas de la antigüedad y el Salvador del mundo también sufrieron los malos tratos y la persecución por causa de la palabra. Deben esperar la misma oposición que se manifestó al quemar el rollo que había sido escrito al dictado de Dios. {4TI 179.2}

El Señor prepara un pueblo para el cielo. Los defectos de carácter, la voluntad obstinada, la idolatría soberbia, la indulgencia con las faltas, el odio y las contiendas provocan la ira de Dios; el pueblo que guarda sus mandamientos debe abandonar todas esas taras. Las argucias de Satanás engañan y enceguecen a los que viven en esos pecados. Creen que están en la luz y, sin embargo, andan a tientas en las tinieblas. En nuestros días hay murmuradores entre nosotros, como también hubo murmuradores en el antiguo Israel. Los que, con una tolerancia imprudente, mueven a rebelión a los hombres, cuando su egoísmo los atenaza ante las reprensiones merecidas, no son amigos de Dios, el gran Reprensor. Dios enviará reprensión y advertencia a su pueblo mientras esté en la tierra. {4TI 179.3}

Los que, valientemente, escogen el bando correcto, los que alientan la sumisión a la voluntad revelada de Dios, esforzándose por abandonar sus malas acciones, son amigos del Señor; el cual, por amor, desea corregir los errores de su pueblo para así poder limpiarlos y, tras borrar todas sus transgresiones, prepararlos para su santo reino. {4TI 180.1}

Sedequías sucedió a Joacim en el trono de Jerusalén. Pero ni el nuevo rey ni su corte, ni tampoco el pueblo, escucharon las palabras del Señor habladas por medio de Jeremías. Los caldeos comenzaron el asedio a Jerusalén, pero durante un tiempo tuvieron que emplear sus armas contra los egipcios. Sedequías envió un mensajero a Jeremías

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pidiéndole que orara al Dios de Israel en favor de su pueblo. La temible respuesta del profeta fue que el ejército caldeo regresaría y destruiría la ciudad. El Señor mostraba así que el hombre no puede retener los juicios divinos. “Así ha dicho Jehová: ‘No os engañéis a vosotros mismos, diciendo: ‘Sin duda ya los caldeos se apartarán de nosotros’; porque no se apartarán. Porque aun cuando hiriereis a todo el ejército de los caldeos que pelean contra vosotros, y quedasen de ellos solamente hombres heridos, cada uno se levantará de su tienda, y pondrán esta ciudad a fuego’”. Jeremías 37:9-10. {4TI 180.2}

Jeremías consideró que había cumplido con su tarea e intentó abandonar la ciudad. Pero se lo impidió el hijo de uno de los falsos profetas, el cual dio informes de que se iba a unir al enemigo. Jeremías negó la falsa acusación, pero fue traído de vuelta a la ciudad. Los príncipes prefirieron creer al hijo del falso profeta porque odiaban a Jeremías. Creían que él les había traído la calamidad que había predicho. Enfurecidos, lo golpearon y lo encarcelaron. {4TI 180.3}

Tras haberlo retenido durante varios días en las mazmorras, el rey Sedequías mandó que lo trajeran a su presencia y, en secreto, le preguntó si había alguna otra palabra de parte del Señor. Jeremías repitió otra vez su advertencia de que la nación sería entregada en las manos del rey de Babilonia. {4TI 180.4}

“Dijo también Jeremías al rey Sedequías: ‘¿En qué pequé contra ti, y contra tus siervos, y contra este pueblo, para que me pusieseis en la cárcel? ¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaban diciendo: ‘No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros ni contra esta tierra?’ Ahora pues, oye, te ruego, oh rey mi señor, caiga mi súplica delante de ti, y no me hagas volver a casa del escriba Jonatán, para que no muera allí’. Entonces dio orden el rey Sedequías, y custodiaron a Jeremías en el patio de la cárcel, haciéndole dar una torta de pan al día, de la calle de los panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se gastase. Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel”. Jeremías 37:18-21. {4TI 181.1}

El malvado rey no se atrevió a mostrar públicamente que creía en Jeremías, sino que su temor lo llevó a querer obtener información de él. Era demasiado débil para oponerse a las acusaciones de sus gobernantes y del pueblo, sometiéndose a la voluntad de Dios tal como la había declarado el profeta. Finalmente, algunos hombres que gozaban de autoridad y estaban enfurecidos por la obstinación del profeta en predecir calamidades se acercaron al rey y le dijeron que mientras el profeta viviera no cesaría en sus predicciones de desastre. Afirmaron que era un enemigo de la nación y que sus palabras habían debilitado las manos del pueblo y atraído la desdicha; por eso querían matarlo. {4TI 181.2}

El cobarde rey sabía que esos cargos eran falsos. No obstante, quería que los que ocupaban puestos de poder e influencia en la nación le fueran propicios; por lo que fingió que creía sus falsedades y les entregó a Jeremías para que hicieran con él como les pluguiera. “Entonces tomaron a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la cárcel; y metieron a Jeremías con sogas. Y en la cisterna no había agua, sino cieno, y se hundió Jeremías en el cieno”. Sin embargo, Dios

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levantó a sus amigos para que intercedieran por él ante el rey y volvieron a sacarlo al patio de la cárcel. {4TI 181.3}

Una vez más, el rey quiso entrevistarse secretamente con Jeremías y le pidió que le relatara fielmente los propósitos de Dios sobre Jerusalén. “Y Jeremías dijo a Sedequías: ‘Si te lo declarare, ¿no es verdad que me matarás?, y si te diere consejo, no me escucharás’. Y juró el rey Sedequías en secreto a Jeremías, diciendo: ‘Vive Jehová que nos hizo esta alma, que no te mataré, ni te entregaré en mano de estos varones que buscan tu vida”. Jeremías 38:15-16. Entonces Jeremías repitió la advertencia del Señor a oídos del rey. Dijo: “‘Así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel: ‘Si te entregas enseguida a los príncipes del rey de Babilonia, tu alma vivirá, y esta ciudad no será puesta a fuego, y vivirás tú y tu casa. Pero si no te entregas a los príncipes del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en mano de los caldeos, y la pondrán a fuego, y tú no escaparás de sus manos’. Y dijo el rey Sedequías a Jeremías: ‘Tengo temor de los judíos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me escarnezcan’. Y dijo Jeremías: ‘No te entregarán. Oye ahora la voz de Jehová que yo te hablo, y te irá bien y vivirás’”. Jeremías 38:17-20. {4TI 181.4}

He aquí una prueba de la sufriente misericordia de Dios. Aún a tan tardía hora, si se hubiese sometido a sus requerimientos, el pueblo habría salvado la vida y la ciudad se habría librado de la conflagración. Pero el rey pensó que había ido demasiado lejos para retractarse. Temía a los judíos, temía que lo ridiculizaran, temía por su vida. En aquel día era demasiado humillante decir al pueblo: “Acepto la palabra del Señor dicha por boca de su profeta Jeremías. No me aventuraré a guerrear contra el enemigo por causa de sus advertencias”. {4TI 182.1}

Con lágrimas en los ojos Jeremías suplicó al rey que se salvara él mismo y al pueblo. Con angustia de espíritu le aseguró que no escaparía con vida y que todas sus posesiones caerían en manos del rey de Babilonia. Tenía la oportunidad de salvar la ciudad; pero había emprendido el mal camino y no estaba dispuesto a volver sobre sus pasos. Decidió seguir el consejo de los falsos profetas y de los hombres a quienes despreciaba y ridiculizaban su debilidad de carácter porque se rendía tan prontamente a sus deseos. Cedió la noble libertad de su humanidad para convertirse en un atemorizado esclavo de la opinión pública. Aunque no tenía ningún propósito malvado, carecía de la resolución necesaria para mantenerse firme al lado de la verdad. Aunque estaba convencido de que Jeremías decía la verdad, no poseía el talante moral para obedecer su consejo, sino que se obstinó en avanzar en la dirección equivocada. {4TI 182.2}

Era tan débil, sus temores humanos se habían apoderado de su alma hasta tal punto, que ni siquiera quería que sus cortesanos y el pueblo supieran que se había reunido con el profeta. Si ese cobarde gobernante se hubiese mantenido firme ante su pueblo y hubiera declarado que creía las palabras del profeta, las cuales ya se habían cumplido, habría evitado una gran desolación. Debería haber dicho: “obedeceré al Señor y salvaré la ciudad de la ruina total. No menospreciaré los mandamientos de Dios por temor a los hombres o en busca de su favor. Amo la verdad, odio el pecado y seguiré el consejo del Todopoderoso

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de Israel”. Sólo así el pueblo habría respetado su valeroso espíritu y los que dudaban entre la fe y la infidelidad habrían tomado un firme partido por la verdad. El valor y la justicia de su conducta habrían inspirado a sus súbitos con admiración y lealtad. Habría tenido un amplio apoyo e Israel no habría sufrido la indescriptible calamidad del fuego, las matanzas y las hambrunas. {4TI 183.1}

Sedequías pagó un alto precio por su debilidad. El enemigo avanzó como una avalancha irresistible y devastó la ciudad. El ejército hebreo se batió en retirada víctima de la confusión. La nación fue conquistada. Sedequías fue tomado prisionero y sus hijos murieron asesinados ante sus propios ojos. Después fue llevado cautivo fuera de Jerusalén mientras oía los alaridos de su desdichado pueblo y el rugir de las llamas que devoraban sus casas. Le arrancaron los ojos y cuando llegó a Babilonia murió en la miseria. Ésta fue la pena por haber caído en la infidelidad y haber seguido consejos impíos. {4TI 183.2}

En nuestros días hay muchos falsos profetas que no consideran que el pecado sea repulsivo. Se quejan de que las reprensiones y las advertencias de los mensajeros de Dios alteran innecesariamente la paz del pueblo. Arrullan las almas de los pecadores, y las suyas propias, llevándolas a una acomodación fatal con sus enseñanzas agradables y engañosas. El antiguo Israel cayó víctima de las adulaciones de los sacerdotes corruptos. Su predicción de prosperidad era más agradable que el mensaje del verdadero profeta, quien aconsejaba el arrepentimiento y la sumisión. {4TI 183.3}

Los siervos de Dios deben manifestar un espíritu tierno y compasivo y mostrar a todos que en sus asuntos con el pueblo no les impulsa ningún motivo personal y no se complacen en dar mensajes de furia en nombre del Señor. Sin embargo, nunca deben titubear a la hora de señalar los pecados que corrompen a los que profesan ser el pueblo de Dios ni cesar en su empeño de influir en ellos para que se vuelvan de sus errores y obedezcan al Señor. {4TI 183.4}

Los que se esfuerzan por esconder el pecado y hacer que parezca menos serio a las mentes de los transgresores hacen la labor de los falsos profetas y la ira de Dios retribuirá su conducta. El Señor nunca entrará en componendas con los deseos de los hombres corruptos. El falso profeta condenó a Jeremías por haber afligido al pueblo con sus graves acusaciones; quiso tranquilizarlo prometiéndole seguridad y prosperidad, pensando que no debía recordar continuamente los pecados de las pobres gentes ni amenazarlas con el castigo. Esta conducta aumentó aún más, si cabe, la resistencia de los judíos al consejo del verdadero profeta e intensificó su enemistad hacia él. {4TI 184.1}

Dios no se complace con el que obra el mal. No permite que ninguna libertad brille por encima de los pecados de su pueblo ni que se proclame “paz, paz” cuando ha declarado que los condenados no tendrán paz. Los que alientan a rebelión contra los siervos que Dios envía para dar su mensaje se rebelan contra la palabra del Señor. {4TI 184.2}

Testimonios para la Iglesia, tomo 4. Capítulo 18: ''Son necesarias las reprobaciones fieles''

Son necesarias las reprobaciones fieles

Escribí el siguiente testimonio, recibido en la visión del 5 de enero de 1875, en mi tienda, entre los servicios de la reunión campestre de agosto de aquél año. Se inicia con las

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condiciones en que se encontraba _____ en enero de ese mismo año. Los acontecimientos del siguiente verano justificaron plenamente la aparente severidad del testimonio. En septiembre leí algunos fragmentos a esa iglesia y, bajo nuestra dirección, se inició una gran obra; por lo que, con la esperanza de que sea de utilidad para esa iglesia y otras, doy el testimonio en esta humilde obra. {4TI 185.1}

Las tinieblas toman el control allí donde debería gobernar el Espíritu de Dios. Sin embargo, pocos de los que se enrolan en la obra se dan cuenta de la necesidad del esfuerzo personal y la responsabilidad individual que requieren todas las responsabilidades que asumen. La mayoría las consideran al mismo nivel que las empresas ordinarias. {4TI 185.2}

La soberbia domina en muchos que deberían saber que una vida de amor sacrificado es una vida de paz y libertad. Los que buscan la felicidad mediante la autocomplacencia y cuidando principalmente sus propios intereses han emprendido el camino equivocado si desean asegurarse alguna felicidad en la tierra. Quien es infiel en los más insignificantes deberes, lo será también en los mayores. El que descuida el fiel cumplimiento de las pequeñas tareas que se le confían demuestra que es incapaz de llevar responsabilidades más pesadas e indica que no se ha entregado en cuerpo y alma a la labor y que no piensa, siquiera un momento, en la gloria de Dios. {4TI 185.3}

Algunos se afanan por definir los deberes ajenos y se aperciben de toda la importancia que es inherente a las responsabilidades que tales deberes conllevan. Sin embargo, son incapaces de darse cuenta de los suyos. La fidelidad personal y la responsabilidad individual son necesarias, en especial, en el Instituto de Salud [el sanatorio], en las oficinas, en la iglesia y en la escuela. Si todos los que están relacionados con esas instituciones escucharan atentamente lo que Jesús les ordena hacer, en lugar de detenerse a preguntar qué debería hacer tal o cual hombre, seríamos testigos de un gran cambio en todos los departamentos de la obra. Si en todos los corazones reinaran las palabras: “Debo escuchar las enseñanzas de Cristo y obedecer su voz, nadie puede hacer mi trabajo en mi lugar, la atención de los demás nunca puede subsanar mi negligencia”, veríamos que la causa de Dios avanzaría hasta metas nunca alcanzadas. {4TI 185.4}

No hacer nada, esperar a que los demás actúen, trae la debilidad espiritual. Retener las propias energías es una manera segura de perderlas. Jesús requiere una obediencia explícita y una sumisión dispuesta de todos sus siervos. En el servicio a Cristo no debe haber contención ni autoindulgencia. No hay acuerdo posible entre Cristo y Belial. ¡Cuánta falta de dedicación a la obra de Dios, cuánta falta de preocupación ha habido en _____! {4TI 186.1}

El corazón de A no se ha consagrado a Dios. Tiene capacidades y talentos por los que tendrá que rendir cuentas al Dador de todas las cosas. Su corazón no está consagrado y su vida es indigna de su profesión; por más que haya estado vinculado con la sagrada obra de Dios durante numerosos años. ¡Cuánta luz ha tenido, qué privilegios! Ha disfrutado de las más extrañas oportunidades para desarrollar un verdadero carácter cristiano. Las palabras de Cristo, cuando lloró sobre Jerusalén, son aplicables a su caso: “¡Oh, si también

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tu conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos”. Lucas 19:42. A, la condena de Dios cuelga sobre su cabeza, “por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”. Lucas 19:44. {4TI 186.2}

B tiene el mismo tipo de carácter, aunque no es tan soberbio. Ambos aman más los placeres que a Dios. Su conducta contradice en todo una vida cristiana. Carecen de estabilidad, sobriedad y dedicación a Dios. En B, la obra de gracia también es muy superficial. Desea ser cristiano, pero no se esfuerza por mantener la victoria sobre el yo y actuar según sus convicciones de lo que es justo o erróneo. Dios sólo acepta acciones, no palabras ociosas o intenciones vacías. {4TI 186.3}

A, ha escuchado las palabras de reprensión de Dios, sus consejos, sus advertencias, así como sus súplicas amorosas. Pero no basta con escuchar. “Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. Santiago 1:22. Dejarse llevar por la corriente, y gritar “¡Hosanna!” con la multitud, es fácil. Pero en la tranquilidad de la vida diaria, cuando no hay ninguna excitación o exaltación, llega la prueba de la verdadera cristiandad. Es entonces cuando su corazón se enfría, su celo desfallece y los ejercicios religiosos se vuelven desagradables para usted. {4TI 186.4}

Sin duda alguna, usted descuida hacer la voluntad de Dios. Cristo dice: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”. Juan 15:14. Ésta es la condición que se nos impone, ésta es la prueba que pone de manifiesto el carácter de las personas. Los sentimientos son a menudo engañosos y las emociones no son una salvaguarda segura; porque son variables y están sujetos a circunstancias externas. Muchos se pierden porque confían en las impresiones de sus sentidos. La clave es: ¿Qué hace por Cristo? ¿Cuáles son sus sacrificios? ¿Y sus victorias? El espíritu soberbio vencido, la tentación de descuidar los deberes resistida, las pasiones subyugadas y una obediencia dispuesta y alegre rendida a la voluntad de Cristo son, de largo, las mayores pruebas de que se es un hijo de Dios, libre de la piedad espasmódica y la religión emocional. {4TI 187.1}

Hermanos, ambos sienten aversión a la reprensión, siempre ha despertado en sus corazones el desafecto y la murmuración contra su mejor Amigo, quien siempre ha buscado su bien y a quien ustedes le deben todo el respeto por un sinfín de razones. Se han separado de él y han ofendido al Espíritu de Dios al levantarse contra las palabras que ha dado a sus siervos al respecto de su conducta. No han escuchado a esas admoniciones y, por lo tanto, han rechazado el Espíritu de Dios y lo han alejado de sus corazones. Su comportamiento se ha vuelto despreocupado e indiferente. {4TI 187.2}

Hermano A, durante los muchos años que ha sido bendecido con la gran luz que Dios ha permitido que brillara sobre su camino, usted debería haber ganado una gran experiencia. Escuché una voz que decía de usted: “Es un árbol estéril. ¿Por qué esas ramas estériles echan su sombra sobre el suelo que podría ocupar un árbol que lleva fruto? Córtalo para que no inutilice la tierra”. Luego escuché la voz suplicante de la Misericordia, diciendo: “Ten un poco de paciencia. Cavaré sus raíces, lo podaré. Dale otra oportunidad; si aun así no da fruto, córtalo”. A ese árbol improductivo se le ha concedido un poco más de tiempo de gracia, un poco más de tiempo para que una vida malgastada florezca y lleve fruto.

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¿Aprovechará la oportunidad? ¿Recibirá las advertencias del Espíritu de Dios? Las palabras que Jesús pronunció cuando Jerusalén menospreció la salvación que, por gracia, le ofrecía el Redentor también se le dicen a usted: “¡Jerusalén, Jerusalén […] cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Mateo 23:37. Cristo suplicó, invitó; pero el pueblo a quien había de salvar no correspondió su amor. Usted no ha sido mejor en su tiempo que aquellos pobres, engañados y enceguecidos judíos. Podría haber aprovechado los benditos privilegios y las oportunidades que se le brindaban, perfeccionando un carácter cristiano; pero su corazón se ha vuelto rebelde y no está dispuesto a humillarse para convertirse realmente y vivir en obediencia a los designios de Dios. {4TI 187.3}

Los sentimientos de rencor y murmuraciones que algunos han expresado también han encontrado abrigo en su alma, aunque no se haya atrevido a hablar claramente al respecto. Mejor habría sido para la obra y para todos aquellos que están relacionados con ella que usted hubiera sido apartado de ella ya hace años. Cuanta más luz ha recibido, cuantos más privilegios ha disfrutado, menor ha ido la sinceridad y la justicia que ha manifestado. Su corazón era carnal y ha descuidado la palabra explícita de Dios. Aunque a su alrededor han abundado las advertencias y los consejos, y ha tenido las pruebas más claras de que Dios estaba en esa obra y que le hablaba su voz, ha rechazado las solemnes reprensiones, considerándolas livianas, y ha seguido adelante con su soberbia. {4TI 188.1}

A veces se han despertado sus temores; pero, aun así, nunca se dio cuenta de su desdichada condición espiritual y del absoluto peligro que corría. Una y otra vez, ha vuelto a caer en el mismo estado de indiferencia y soberbia. Su arrepentimiento nunca ha sido suficientemente profundo como para llegar a una reforma total. Su tarea sólo ha sido superficial, no una transformación completa, necesaria para hacerlo aceptable a Dios. “El que me sigue”, dice Jesús, “no andará en tinieblas”. Juan 8:12. Sin embargo, durante la mayor parte de su vida pretendidamente cristiana usted ha andado en tinieblas porque no se ha vinculado con el cielo y recibido la pura luz del Espíritu de Dios. {4TI 188.2}

Si estuviera en comunión diaria con el Señor y cultivase el amor por las almas, abandonaría el yo y sería un sincero obrero de la viña del Señor. Percibiría cómo la fiel ejecución de los deberes de la vida lo mantendría alejado del amor a sí mismo y la autocomplacencia. No ha sido diligente, no ha buscado obtener una mejor experiencia en el día a día. En este momento debería ser un hombre solvente en cualquier puesto de responsabilidad, pero la soberbia ha marcado todo cuanto ha tocado su mano. Ha sido hábil para conseguir sus propios propósitos, pero no ha ganado sabiduría con la experiencia de tantos años. {4TI 189.1}

B se ha infatuado. Podría haber avanzado con firmeza, creciendo en gracia, pero la apariencia externa le ha parecido más importante que los adornos internos, tales como el vestido de un espíritu manso y pacífico, que Dios considera de gran valor. Los no creyentes que han sido empleados por la obra, pero que no han disfrutado de la luz de la verdad presente que ustedes sí han disfrutado, han sido mucho más fieles y conscientes de su tarea que ustedes, a quienes me dirijo. Si se hubiesen reunido diligentemente con Cristo,

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muchos de ellos estarían ahora con nosotros en la verdad. Pero las vidas de ambos fueron para ellos piedra de tropiezo. Dios mira a esas personas con una piedad y una aprobación mayores que a aquellos que creen la verdad, pero que lo niegan con sus obras. La fe que se deja a un lado según las conveniencias y se usa como si de un vestido se tratara no es la religión de Cristo, sino un artículo espurio que no resistirá las pruebas de este mundo. {4TI 189.2}

La verdadera religión se muestra siempre con claridad en nuestras palabras, en nuestro comportamiento y en todas las acciones de la vida. Los seguidores de Cristo no deben divorciar la religión de los negocios. Deben ir de la mano y los mandamientos de Dios deben ser estrictamente respetados en todos los detalles de los asuntos materiales. Saber que somos hijos de Dios debería elevar el tono del carácter aun en los deberes cotidianos de la vida, impidiendo que seamos perezosos para los negocios y favoreciendo un espíritu ferviente. Una religión así soporta el escrutinio del mundo con una gran conciencia e integridad. {4TI 189.3}

Cada obrero debería considerarse como un mayordomo de Dios y desempeñar su labor con exactitud y fiel vigilancia. Constantemente debería preguntarse: “¿Lo que hago está de acuerdo con la voluntad de Dios? ¿Será del agrado del Redentor?” La religión de la Biblia eleva la razón hasta el punto de que Cristo se mezcla con todos los pensamientos. Cada acción, cada palabra y cada momento de nuestras vidas deberían llevar el carácter distintivo de nuestra santa fe. El fin de todas las cosas está al alcance de la mano y no tenemos tiempo para la ociosidad o la vida de placeres, que está en franca oposición con los propósitos de Dios. {4TI 189.4}

El Señor no es cosa de broma. Los que se olvidan de su misericordia y sus bendiciones en este tiempo de oportunidad traerán sobre sí tinieblas impenetrables y se convertirán en candidatos para la ira de Dios. La maldición del Todopoderoso visitó Sodoma y Gomorra por causa de sus pecados e iniquidades. En nuestros días hay quienes han abusado igualmente de la misericordia de Dios y han ridiculizado sus advertencias. Sin dejar de ser reprobable, era menos intolerable la conducta de Sodoma y Gomorra que la de aquellos que, llevando el nombre de Cristo, lo deshonran con sus vidas impías. Todos ellos se están ganando una temible condena en el día en que la ira de Dios los visite con su juicio. {4TI 190.1}

Por causa de su ignorancia, la situación de los pecadores que no han gozado de la luz y de los privilegios que los adventistas del séptimo día han podido gozar será más favorable ante Dios que aquella de los que son infieles mientras están vinculados con su obra y profesan amarlo y servirlo. Cristo vertió lágrimas en el monte; su corazón estaba angustiado y roto porque su pueblo escogido no correspondía a su amor y le mostraba ingratitud. Había trabajado incansablemente para salvarlo del destino que estaba a punto de traer sobre sí, pero su pueblo rechazó su misericordia y no sabía el tiempo de su visitación. Su tiempo de privilegios llegaba a su fin, pero sus ojos estaban tan ciegos que no era capaz de verlo. {4TI 190.2}

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Jesús recorrió con su mirada a lo largo de los siglos hasta el fin de los tiempos y, viendo los casos de todos los que habían pagado su amor y admoniciones con soberbia y descuido, y los de todos aquellos que algún día lo harían, les dirigió esas solemnes palabras que declaran su desconocimiento del tiempo de su visitación. Los judíos juntaban sobre sus cabezas las tenebrosas nubes de la condena; muchos hoy en día, de manera similar, atraen sobre sí la ira de Dios porque desaprovechan las oportunidades que se les brindan, se mofan de los consejos y del amor de Jesús y menosprecian y odian a sus siervos porque dicen la verdad. {4TI 190.3}

En ningún lugar de la faz de la tierra ha brillado tanta luz como en _____. Ni siquiera la antigua Jerusalén había sido tan favorecida con el resplandor de los rayos celestiales iluminando el camino que debía seguir su pueblo. Aun así, no anduvieron en obediencia fiel, bajo la radiante luz, sirviendo a Dios de día y de noche. El resultado de abandonar la luz revelada por el Espíritu del Señor es una religión enfermiza y enana. La energía y el amor crecen a medida que los ejercitamos. Las gracias cristianas sólo se desarrollan mediante el cultivo cuidadoso. {4TI 191.1}

Necesidad de disciplina en la familia

El estado de muchos de _____ es verdaderamente alarmante; en especial la mayoría de los jóvenes. Las familias se mudaron con la idea de que no debían cargar con la iglesia, sino ser una ayuda para ella. En muchos casos, el resultado ha sido el contrario. La desidia de los padres en la disciplina de sus hijos ha sido la causa de muchos males en muchas familias. Los jóvenes no han sido dirigidos como se debiera. Los padres han descuidado las instrucciones de la palabra de Dios a este respecto y los hijos han tomado las riendas del gobierno. La consecuencia es que, por lo general, han conseguido gobernar a sus padres en lugar de estar bajo su autoridad. {4TI 191.2}

Los padres están ciegos ante el verdadero estado de sus hijos, quienes han conseguido engañarlos completamente. Sin embargo, los que han perdido el control sobre sus hijos se muestran disgustados cuando otros intentan meterlos en vereda o indican sus defectos con el propósito de corregirlos. La causa de Dios se ha visto frenada en _____ porque los padres traen a sus indisciplinados e ingobernables hijos a esa gran iglesia. Muchos viven descuidando constantemente el deber de educar a sus hijos en los consejos y la admonición de Dios. Ellos mismos tienen mucho que decir al respecto de la maldad de los jóvenes de _____, ya que el mal ejemplo y las influencias dañinas de sus propios hijos han desmoralizado a los jóvenes que con ellos se relacionaban. {4TI 191.3}

Esas familias han traído sobre esa iglesia las cargas más pesadas. Llegan con falsas ideas. Parece que esperan que la iglesia sea irreprensible y se haga cargo de la responsabilidad de hacer unos buenos cristianos de aquellos mismos hijos que ellos, como padres, son incapaces de controlar y mantener sujetos. Ellos mismos se vuelven una abrumadora carga para la iglesia. Sería de gran ayuda si renunciaran a su soberbia y se esforzaran por honrar a Dios y reparar los errores que cometieron en sus vidas. Pero no sucede así, se mantienen altivos, prestos a criticar la falta de espiritualidad de la iglesia, cuya mayor

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calamidad es que entre sus miembros cuenta a muchos como ellos, pesos muertos, personas cuyos corazones y cuyas vidas no se han consagrado, cuya conducta es completamente errónea. Las instituciones situadas en _____ han soportado demasiados cuerpos enfermos y exangües que sólo buscaban su propia prosperidad y vitalidad espiritual. {4TI 192.1}

Críticas a los que llevan responsabilidades

La iglesia sufre por falta de obreros cristianos abnegados. Si todos los que, por lo general, no pueden resistir a la tentación y son demasiado débiles para permanecer de pie solos, se mantuviesen alejados de _____, reinaría en aquel lugar una atmósfera espiritual mucho más pura. Los que se alimentan de las hojarascas de los fracasos y deficiencias ajenas, que juntan para sí mismos los miasmas malsanos de las negligencias y los defectos de sus vecinos, haciéndose basureros de la iglesia, no constituyen ninguna ventaja para la sociedad de la cual forman parte, sino que son, en realidad, una carga para la comunidad a la cual imponen su presencia. {4TI 192.2}

Lo que necesita la iglesia no son cargas, sino obreros fervientes; no personas que censuren, sino edificadores de Sión. Se necesitan verdaderamente misioneros en el gran corazón de la obra, hombres que retengan la fortaleza, que sean tan fieles como el acero para preservar el honor de aquellos a quienes Dios ha colocado a la cabeza de su obra, y que harán cuanto puedan para sostener la causa en todos sus departamentos, aun a costa del sacrificio de sus propios intereses y vidas, si es necesario. Pero se me mostró que son pocos los que tienen la verdad entretejida con su misma alma, que pueden soportar la prueba escrutadora de Dios. Son muchos los que han aceptado la verdad, pero ésta no se ha apoderado de ellos para transformar su corazón y purificarlo de todo egoísmo. Hay quienes vienen a _____ para ayudar en la obra, como también muchos que son miembros antiguos, que tendrán que rendir una terrible cuenta a Dios por el estorbo que han sido para la causa, por su amor propio y su vida no consagrada. {4TI 192.3}

La religión no tiene virtud salvadora si el carácter de aquellos que la profesan no corresponde a su profesión de fe. Dios ha dado misericordiosamente mucha luz a su pueblo de _____, pero Satanás quiere realizar su obra, y ejerce con más energía su poder en el mismo corazón de ésta. Se apodera de hombres y mujeres egoístas, no consagrados, y los hace centinelas para que vigilen a los fieles siervos de Dios, pongan en duda sus palabras, sus actos y sus motivos, y critiquen y murmuren contra sus reprensiones y amonestaciones. Por su medio crea sospechas y celos y procura debilitar el valor de los fieles, agradar a los que no son santificados, y anular las labores de los siervos de Dios. {4TI 193.1}

Satanás ha ejercido gran poder sobre la mente de los padres por medio de sus hijos indisciplinados. El pecado de la negligencia paterna está anotado contra muchos observadores del sábado. El espíritu de la chismografía es uno de los agentes esenciales que tiene Satanás para sembrar discordia y disensión, para separar amigos y minar la fe de muchos en la veracidad de nuestra posición. Hay hermanos y hermanas que propenden

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demasiado a hablar de las faltas y de los errores que creen ver en los demás, y especialmente en aquellos que han dado sin vacilar los mensajes de reprensión y amonestación que Dios les confiara. {4TI 193.2}

Los hijos de estos quejosos escuchan con oídos abiertos y reciben el veneno del desafecto. Los padres están así cerrando ciegamente las avenidas por medio de las cuales se podrían alcanzar los corazones de los hijos. Cuántas familias sazonan sus comidas diarias con dudas y preguntas. Disecan el carácter de sus amigos y lo sirven como delicado postre. Circula por la mesa un precioso trozo de calumnia, para que lo comenten, no solamente los adultos, sino también los niños. Esto deshonra a Dios. Jesús dijo: “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis”. Mateo 25:40. Por lo tanto, desprecian y ultrajan a Cristo los que calumnian a sus siervos. {4TI 193.3}

Los nombres de los siervos escogidos de Dios han sido tratados con falta de respeto y en algunos casos con absoluto desprecio por ciertas personas que debieran haberlos mantenido en alto. Los niños han oído las observaciones irrespetuosas de sus padres con referencia a las solemnes reprensiones y amonestaciones dadas por los siervos de Dios. Han comprendido las burlas escarnecedoras y expresiones despectivas que de vez en cuando cayeron en sus oídos, y la tendencia ha sido poner en su mente los intereses eternos y sagrados al mismo nivel que los asuntos comunes del mundo. ¡Qué obra están haciendo estos padres al transformar a sus hijos en incrédulos desde su infancia! Así es como se enseña a los niños a ser irreverentes y a rebelarse contra las reprensiones que el cielo envía contra el pecado. Es inevitable que prevalezca la decadencia espiritual donde existen tales males. Esos mismos padres y madres cegados por el enemigo, se preguntan por qué sus hijos se inclinan tanto a la incredulidad y a dudar de la verdad de la Biblia. Se preguntan por qué es tan difícil que los alcancen las influencias morales y religiosas. Si tuviesen percepción espiritual, descubrirían en seguida que este deplorable estado de cosas es resultado de la influencia que ellos ejercen en su hogar, de sus celos y desconfianza. Así se educan muchos incrédulos en los círculos familiares de los que profesan ser cristianos. {4TI 194.1}

Muchos son los que hallan placer especial en discurrir y espaciarse en los defectos, reales o imaginarios, de aquellos que llevan pesadas responsabilidades en relación con las instituciones de la causa de Dios. Pasan por alto el bien que han realizado, los beneficios que ha producido su ardua labor y su devoción incansable a la causa, y fijan su atención en alguna equivocación aparente, en algún asunto que, una vez consumado, ellos imaginan que se podría haber hecho de una manera mejor con resultados más halagüeños, cuando la verdad es que, si ellos hubiesen tenido que hacer la obra, o se habrían negado a dar un paso en las circunstancias desalentadoras del caso, o habrían actuado con más indiscreción que quienes la hicieron siguiendo las indicaciones de la providencia de Dios. {4TI 194.2}

Pero estos habladores indisciplinados se aferran a los detalles más desagradables del trabajo, como el liquen a las asperezas de la roca. Estas personas se atrofian espiritualmente al espaciarse de continuo en las faltas y los defectos de los demás. Son

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moralmente incapaces de discernir las acciones buenas y nobles, los esfuerzos abnegados, el verdadero heroísmo y el sacrificio propio. No se están volviendo más nobles ni más elevados en su vida y esperanza, ni más generosos y amplios en sus ideas y planes. No cultivan la caridad que debe caracterizar la vida del cristiano. Se están degenerando cada día, y sus prejuicios y opiniones se estrechan cada vez más. La mezquindad es su elemento, y la atmósfera que los rodea es venenosa para la paz y la felicidad. {4TI 195.1}

El gran pecado de _____ es que no quiso recibir la luz que Dios le dio a través de sus siervos. Cristo dijo a sus apóstoles: “El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”. Juan 13:20. Queda claro en esto que los que rechazan los mensajes de los siervos de Dios, no sólo rechazan al hijo, sino también al Padre. {4TI 195.2}

Y sigue diciendo: “Mas en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: ‘Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros’. Y os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma que para aquella ciudad. ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotros, tiempo ha que sentadas en cilicio y en ceniza se habrían arrepentido. Por tanto, en el juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Capernaúm, que hasta los cielos eres levantada, hasta el Hades serás abatida. El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió”. Lucas 10:10-16. {4TI 195.3}

¡Cuán terribles y solemnes son estas palabras! Es muy importante que no rechacemos las advertencias y admoniciones que Dios nos hace llegar por medio de sus humildes instrumentos; porque al menoscabar la luz que traen sus mensajeros menoscabamos al Salvador del mundo, al Rey de gloria. Muchos corren este terrible riesgo y atraen sobre sí la condenación de Dios. El Todopoderoso no será tenido en menos ni permitirá que su voz sea despreciada sin impunidad. {4TI 195.4}

Los males de la falta de disciplina

Los hermanos C y D no trajeron el alivio a la causa en _____ que debieran haber traído. Si humildemente, hubiesen permanecido en el temor de Dios y perseverado en hacer el bien tanto en la iglesia como en la obra, habrían sido una gran bendición para la obra de Dios. Si se hubiesen apercibido de la gran responsabilidad que tienen ante Dios por la educación y la formación de sus hijos, habrían sido valiosos ejemplos para otros. Los hijos necesitan tanto la educación que reciben en la escuela como la formación que proporciona el hogar para que su fuerza mental y moral se desarrolle en la debida proporción; por lo que cada una de ellas necesita de ejercicio. Se deben desarrollar las capacidades físicas, mentales y espirituales para que puedan formar un carácter equilibrado. {4TI 196.1}

Para que esto sea así, los hijos deben ser objeto de cuidados, vigilancia, protección y disciplina. Se requieren esfuerzos pacientes y hábiles para moldear a los jóvenes de la

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manera correcta. Algunas tendencias malignas deben ser reprimidas cuidadosamente y rechazadas con ternura, la mente debe ser estimulada a favor de lo que es correcto. Es necesario estimular al niño con juicio para que alcance el gobierno de sí mismo; de otro modo, el propósito deseado se verá frustrado. {4TI 196.2}

Los padres deben preguntarse: “¿Quién alcanza todas estas cosas?” El único capaz de alcanzar todos estos requerimientos es Dios. Si lo mantienen al margen y no buscan su consejo y su ayuda, su tarea caerá en saco roto. Pero la oración, el estudio de la Biblia y el celo sincero tendrán un noble éxito en este importante deber y su recompensa multiplicará por cien el tiempo y el cuidado dedicados. Pero las habladurías y la ansiedad referidas a la apariencia externa han usurpado el precioso tiempo que debería haber sido dedicado a la oración para obtener sabiduría y fuerza de Dios para cumplir su más sagrado deber. Los padres sabios ordenarán su entorno de tal modo que sea favorable para la formación de un carácter correcto en sus hijos. Casi siempre está en su mano conseguirlo. La fuente de sabiduría está abierta para que puedan sacar de ella todo el conocimiento necesario. {4TI 196.3}

La Biblia, un libro lleno de enseñanzas, debería ser su libro de texto. Si forman a sus hijos en consonancia con sus preceptos, no sólo pondrán los pies de sus hijos en la senda adecuada, sino que los educarán en los deberes más sagrados. Las ideas que se graban en la mente de un joven son difíciles de borrar. Por tanto, es muy importante que esas ideas sean las adecuadas e inclinen las flexibles facultades de los jóvenes en la dirección correcta. {4TI 197.1}

Algunos padres vinieron a _____ con sus hijos y los arrojaron a la iglesia como si, a partir de ese momento, abandonaran toda responsabilidad en su formación moral y religiosa. El hermano y la hermana C, así como el hermano y la hermana D, han cometido un gravísimo error tanto en disciplinar a sus hijos como en gobernarse a ellos mismos. Sus hijos se han vanagloriado de la libertad de que disponen para hacer lo que les place. Han sido liberados de sus deberes domésticos y menosprecian las normas. Para ellos, una vida útil es una vida de trabajos inútiles. El gobierno débil de sus hogares los ha vuelto inaptos para cualquier cargo y, la consecuencia natural es su rebelión contra la disciplina de la escuela. Sus padres han hecho caso de sus quejas, les han dado crédito y, compadeciéndose de sus imaginarias tribulaciones, han alentado a sus hijos para que se comportaran mal. En muchos casos, esos padres han dado crédito a engaños claros urdidos por sus mentirosos hijos. Algunos de los casos de niños indisciplinados y tramposos tienen mucho que ver con la pérdida de autoridad de la escuela y la desmoralización de los jóvenes de nuestra iglesia. {4TI 197.2}

En el cielo hay un orden perfecto, una concordia y un acuerdo sin defecto. Si aquí los padres descuidan enseñar a sus hijos el respeto a la autoridad, ¿cómo pueden esperar que sean considerados compañeros adecuados para los santos ángeles en un mundo de paz y armonía? Los padres, al mostrarse indulgentes con las malas acciones de sus hijos, están creando un elemento que traerá la discordia a la sociedad y menoscabará la autoridad de la escuela y de la iglesia. {4TI 197.3}

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Los niños necesitan una guía y un cuidado atentos, más ahora que nunca, porque Satanás quiere ganar el control de sus mentes y sus corazones para expulsar el Espíritu de Dios. El temible estado de los jóvenes de esta época constituye uno de los signos más claros de que vivimos en los últimos días. Sin embargo, la ruina de muchos puede ser imputada directamente a la mala dirección de sus padres. El espíritu de murmuración contra las reprobaciones ha echado sus raíces y está dando su fruto de insubordinación. Los padres están disgustados con el carácter que desarrollan sus hijos, a la vez que están ciegos ante los errores que comenten y los hacen ser como son. {4TI 198.1}

Elí reprochaba a sus hijos su mala conducta, pero no actuaba prontamente para corregirla. Aquel padre que rehuía las dificultades y se mostraba demasiado afectuoso recibió la advertencia de Dios: su negligencia no quedaría sin retribución. Aun así, no se dio cuenta de la importancia de apartar el mal de Israel, de una vez por todas. Debería haber tomado medidas sin dilación; en cambio, con una sumisión destacable, dijo: “Jehová es; haga lo que bien le pareciere”. 1 Samuel 3:18. Si se hubiera apercibido completamente de la culpa de su negligencia, Israel se habría salvado de la humillación de la derrota y el arca de Dios no habría caído en manos enemigas. {4TI 198.2}

Dios condena la negligencia que flirtea con el crimen y el pecado; no deja sin castigo la insensibilidad que no se apresura a detectar su amenazadora presencia en las familias de los que profesan ser cristianos. Para él los padres son responsables en gran medida de los errores y las locuras de su descendencia. Dios visitó con su condena, no sólo a los hijos de Elí, sino a Elí mismo; este terrible ejemplo debería ser una advertencia para los padres de nuestros días. {4TI 198.3}

Mientras miraba la peligrosa situación en que se encuentran sus jóvenes y se me mostraba la indiferencia de los padres respecto de su bienestar, mi corazón se afligió y desfalleció. Los ángeles estaban tristes y lloraban amargamente. Los jóvenes se van al mundo y caen en las manos de Satanás. Se vuelven menos susceptibles a la dulce influencia de la gracia de Dios, son más y más confiados y desafiantes y muestran una creciente despreocupación por los intereses eternos. Vi cómo Satanás plantaba su bandera en los hogares de los que profesan ser los elegidos de Dios y, sin embargo, los que andan en la luz deberían ser capaces de discernir la diferencia entre la bandera negra del adversario y el estandarte manchado con la sangre de Cristo. {4TI 198.4}

Los niños deben ser educados con normas y ejemplo. Los padres deberían cumplir sus grandes responsabilidades con temor y emoción. Deberían ofrecer fervorosas oraciones para pedir fuerza y guía divinas en su tarea. En muchas familias se siembra la semilla de la vanidad y la soberbia en el corazón de los niños desde casi su mismo nacimiento. En su presencia, se comentan y alaban sus pequeños engaños, y se repiten a otros con exageraciones. Los pequeños toman nota de esto y se crecen; no dudan en interrumpir conversaciones y se vuelven atrevidos e impertinentes. La adulación y la indulgencia alimentan su vanidad y su obstinación, hasta el punto que el más joven alcanza a gobernar toda la familia, padre y madre incluidos. {4TI 199.1}

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La disposición que esta clase de formación da no puede ser dejada de lado mientras los juicios del niño crecen en firmeza. A medida que el cuerpo del niño va creciendo, crece también su intelecto; y lo que en un bebé puede parecer gracioso, en un adulto puede llegar a ser menospreciable y perverso. Quieren gobernar a los que los rodean; y si alguno no se rinde a sus deseos, se consideran insultados y ofendidos. La causa es que en su juventud se toleraron sus ofensas en lugar de enseñarles la necesaria negación del yo para soportar las duras pruebas de la vida. {4TI 199.2}

A menudo, los padres, pensando que así será más fácil tratar con ellos, tratan a sus hijos con favoritismo y condescendencia. Es mucho más sencillo permitirles que hagan lo que les pazca en lugar de dirigir las inclinaciones que con tanta fuerza surgen en sus corazones. Este comportamiento es cobarde. Rehuir las responsabilidades es perverso; porque llegará el día en que esos hijos, cuyas inclinaciones no fueron dirigidas y habrán degenerado en vicios, traerán la reprensión y la desgracia sobre ellos y sobre sus familias. Salen a la vida sin estar preparados para resistir sus tentaciones, sin la fuerza necesaria para soportar las situaciones complejas y desconcertantes. Son apasionados, arrogantes, indisciplinados y quieren doblegar a los demás a su voluntad; cuando esto no sucede piensan que el mundo los desaprovecha y se vuelven contra él. {4TI 199.3}

Las lecciones que se aprenden en la infancia, buenas o malas, no se aprenden en vano. Para bien o para mal, el carácter se desarrolla en la juventud. Aunque en el hogar pueda haber alabanzas y adulación, en el mundo cada uno es considerado por sus propios méritos. Quienes han sido malcriados, a los cuales se ha rendido la autoridad doméstica, están sujetos a mortificación diaria porque se ven obligados a rendirse a otros. Muchos llegan a aprender su verdadero lugar por medio de estas crudas lecciones de la vida. Las broncas, los enfados y el lenguaje directo de sus superiores suelen mostrarles su verdadero estatus social y los humillan hasta que entienden y aceptan su lugar. Esta es ordalía innecesaria que podría haberse evitado con una formación adecuada en la juventud. {4TI 200.1}

La mayoría de estas personas indisciplinadas pasan por la vida dándose de bruces contra el mundo, fracasando allí donde deberían tener éxito. Llegan a pensar que el mundo está resentido con ellas porque no las adula ni las trata con dulzura. Por tanto, se vengan del mundo devolviéndole resentimiento y desobediencia. A veces las circunstancias las obligan a fingir una humildad que no sienten, pero no es natural en ellos y, tarde o temprano, sus verdaderos caracteres acabarán por salir a la luz. {4TI 200.2}

Si tales personas tienen familia, su gobierno se vuelve arbitrario y muestra aquella disposición soberbia e irracional que deben disimular fuera del hogar. Quienes dependen de ellas sienten hasta lo indecible los errores cometidos en su formación. ¿Por qué los padres educan a sus hijos de tal manera que lleguen a estar en constante conflicto con todos aquellos que entran en contacto con ellos? {4TI 200.3}

Su experiencia religiosa está moldeada por la educación recibida en la infancia. Las tristes pruebas, tan peligrosas para la prosperidad de una iglesia porque son la causa de que la fe de muchos flaquee, se tambalee y acabe desvaneciéndose entre la duda y la insatisfacción,

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suelen tener su origen en un espíritu indómito y rebelde, resultado de la indulgencia de los padres en la más tierna infancia. ¡Cuántas vidas se han perdido, cuántos delitos se han cometido, a causa de la influencia de una pasión desenfrenada que debería haber sido corregida en la infancia, cuando la mente es moldeable y el corazón fácilmente influenciable por lo que es correcto y está sujeto a la voluntad de una madre amorosa! La educación ineficiente de los hijos es la base de una gran cantidad de desgracias. {4TI 200.4}

Los niños a los que se les permite andar a sus anchas no son felices. El corazón indómito no posee los elementos necesarios para su sosiego y satisfacción. La mente y el corazón deben ser disciplinados y sujetos a las normas adecuadas para que el carácter esté en armonía con las sabias leyes que gobiernan nuestro ser. El desasosiego y la insatisfacción son fruto de la indulgencia y la soberbia. A menos que se siembren preciosas flores y sea objeto de esmerados cuidados, el suelo del corazón, como el de un jardín, sólo será capaz de dar espinas y cardos. Como sucede en la naturaleza visible, así también se da en el alma humana. {4TI 201.1}

Los jóvenes de _____ se encuentran en una condición desconcertante. Mientras algunos miembros de la iglesia se sienten insatisfechos con los que ocupan cargos de responsabilidad, son encontrados faltos y murmuran contra las reprensiones, insinuando sus dudas y cuchicheando sobre los asuntos ajenos, sus almas están empapadas de tinieblas y sus hijos han sido impregnados con el espíritu que obra en sus padres. Esta disposición tiene como fin la destrucción de toda autoridad. Dios considera a esos padres responsables de la malicia y la rebelión de los jóvenes que están a su cuidado. {4TI 201.2}

Satanás ha tenido un maravilloso éxito en sus planes. Los hombres de experiencia, los padres de familia, que manifiestan una obstinada resistencia cuando sus planes son contravenidos muestran claramente que no pueden controlarse a sí mismos. ¿Cómo pueden, pues, controlar a sus hijos, que siguen sus mismos pasos y se rebelan contra su autoridad y cualquier otra norma, como ellos mismos se rebelan contra la autoridad de la iglesia y las instituciones con las que se relacionan? Algunos de estos pretendidos cristianos se han rendido en las manos de Satanás y se han convertido en sus instrumentos. Influyen en las almas contra la verdad mostrando su insubordinación e insatisfacción. A la vez que profesan justicia, huyen de delante del Todopoderoso y, antes de darse cuenta de la enormidad de su pecado, han cumplido el objetivo del adversario. El daño ya ha sido hecho, la sombra de tinieblas ya se ha extendido, las flechas de Satanás han encontrado un blanco. Ciertamente, un poco de levadura ha bastado para fermentar toda la masa. La falta de fe se infiltra y hunde sus garras en las mentes que han aceptado completamente la verdad. {4TI 201.3}

Entre tanto, esos espasmódicos obreros de Satanás miran inocentemente a los que después de haberlos arrastrado al escepticismo permanecen inamovibles ante la reprensión y las súplicas. Mientras esas personas que han recibido su influencia se han alejado de la fe más aún de lo que ellos mismos se habrían aventurado, se lisonjean de ser, en comparación, virtuosos y justos. No entienden que esos desdichados casos son hijos de sus lenguas

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desenfrenadas y su perversa rebelión, porque los que han cedido a la tentación han caído por culpa de su mala influencia. Ellos iniciaron el problema; ellos sembraron la semilla de la anarquía y la infidelidad. {4TI 202.1}

No hay justificación para que las familias traigan a sus hijos a _____ sin que estén bajo el control de sus padres. Si los padres han desoído la palabra de Dios al respecto de la instrucción y la formación de sus hijos, _____ no es su lugar. Sólo traerán la desmoralización de los jóvenes del lugar y la discordia dominará allí donde debieran reinar la paz y la prosperidad. Que tales padres se ocupen de corregir y disciplinar a sus hijos antes de aventurarse a imponerlos a la iglesia de _____ {4TI 202.2}

Muchos son tan culpables de haber descuidado a sus hijos como lo fue Elí; el castigo de Dios caerá sobre ellos con la misma certeza con que cayó sobre él. El caso del hermano E fue uno de los destacados. La mano de Dios se extendió en la ira de su condena, no sólo sobre sus hijos, sino también sobre él mismo. La palabra de Dios era clara, pero sus admoniciones cayeron en saco roto. Recibió advertencias, escuchó reprensiones, pero no hizo caso de ninguna de ellas y la maldición cayó sobre él. Es asunto terrible descuidar la educación de los hijos. No sólo porque se perderán, sino porque también se condenan los padres, los cuales se han apartado tanto de Dios que han perdido todo sentido de su sagrada responsabilidad y permanecen en una peligrosa posición respecto de la vida eterna. {4TI 202.3}

Me dirijo ahora a los padres excesivamente afectuosos e indulgentes con sus hijos. Estas son las enseñanzas de la Biblia para tratar con un hijo rebelde: “Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndolo castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: ‘Éste nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz, es glotón y borracho’. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá, así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá”. Deuteronomio 21:18-21. {4TI 203.1}

Tanto los jóvenes como los adultos que están relacionados con la obra deben ser objeto de cuidadosa vigilancia, para que su influencia no se oponga directamente al objetivo designado por la obra. Si el carácter de algún empleado aleja de Dios y la verdad, no se dude en apartarlo. Debe ser separado de la obra al instante, porque aleja a las personas de Cristo en lugar de unirlas a él. Virtualmente, es un siervo de Satanás. {4TI 203.2}

Sí, relacionados con la obra, hay jóvenes que no respetan la autoridad de los padres, son ingobernables en casa y menosprecian el consejo y la dirección, sobre ellos caerá la maldición de Dios; no sólo sobre ellos, sino que, en caso de que continúen ocupando su cargo y tengan más oportunidades de pervertir a los jóvenes con los que entren en contacto, también caerá sobre la obra. Quienes ocupen puestos de responsabilidad en la obra deberán dar cuenta de la influencia dominante. Si son indiferentes a la maldición de los insubordinados y los emplean de manera irresponsable, son partícipes de su pecado. {4TI 203.3}

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En _____ se ha colmado la medida de la iniquidad. Dios reclama otro orden de cosas. Los jóvenes relacionados con su obra deberían ser seleccionados de entre aquellos que puedan mejorar, refinarse y ennoblecerse con su relación con la causa de Dios. Es preciso que soldados fieles, prontos a entrar en acción, ocupen los puestos de responsabilidad, en especial aquellos que se encuentran en el centro de la obra. Como centinelas despiertos, los que profesan la verdad deberían salvaguardar los intereses de la causa en la obra; deberían salvaguardarse a sí mismos y unos a otros de la contaminación espiritual. {4TI 203.4}

Los que están empapados del espíritu de independencia y van a _____ como alumnos de nuestra escuela, pensando que podrán actuar según les plazca y a sus anchas en todos los asuntos, deben saber que deberán seguir la adecuada disciplina. En especial, los jóvenes que residen en _____ deberán ser sometidos a las más estrictas normas para proteger su integridad y su moral. Si no se someten a esas disposiciones, deberán ser expulsados de la escuela y separados de aquellos a quienes desmoralizan con su mal ejemplo. {4TI 204.1}

Los padres que viven alejados envían a sus hijos a _____ para que los eduquen, confiando plenamente que recibirán la formación moral adecuada y no serán expuestos a influencias descarriadas. Por tal motivo, la atmósfera de nuestra escuela debe ser purificada. La falta de adaptación y la desconsideración de la virtud estricta se ha desarrollado entre algunos hombres y mujeres jóvenes de _____. Algunos de ellos han caído muy bajo en la escala de la moral e influyen en los jóvenes alumnos que han sido enviados desde lejos y no tienen las ventajas de la protección y el consejo de sus padres. Esta cuestión debe ser resuelta inmediatamente porque es un asunto de máxima importancia. {4TI 204.2}

La influencia de algunos jóvenes de _____ es desmoralizadora. En apariencia, piensan que es digno de alabanza parecer independientes y mostrar falta de respeto por la autoridad de sus padres. Pablo da una fiel descripción de esa clase de jóvenes en estas palabras: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios”. 2 Timoteo 3:1-4. {4TI 204.3}

La influencia de esa clase de personas en los jóvenes de _____ está causando mucho perjuicio. Su conversación y ejemplo son despreciables. Los jóvenes de moral bien fundada, cuya mente tiene un carácter elevado, no deberían encontrar atractiva la relación con esas personas y, por lo tanto, deberían permanecer alejados de su influencia. Pero hay hombres y mujeres jóvenes que encuentran placer en su compañía. Satanás se ha propuesto adormecer la sensibilidad espiritual de ciertas personas que han creído la verdad y nublar sus mentes con falsas ideas hasta que sean incapaces de discernir lo erróneo de lo correcto. Se mina con sugestiones su confianza en los siervos escogidos de Dios y desembocan en una declarada pérdida de fe. {4TI 204.4}

Si los jóvenes escogiesen a aquellos cuyas vidas honran las creencias que profesan se librarían de muchos y graves peligros. Satanás busca constantemente la ruina de aquellos

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que, desconocedores de sus maquinaciones, no sienten la necesidad de orar y recibir consejo de los amigos experimentados y piadosos. Muchos de los jóvenes que acuden a _____ con buenas intenciones de vivir vidas cristianas se ven mezclados con una clase de jóvenes que tomándolos de la mano, bajo la falsa apariencia de una amistad, los guían directamente hacia la trampa de Satanás. El enemigo no siempre se muestra como un león rugiente; a menudo aparece como un ángel de luz, afectando maneras amistosas y presentando tentaciones especiales difíciles de resistir para los que carecen de experiencia. Algunas veces consigue engañar al imprudente excitando la piedad de su naturaleza compasiva y presentándose a sí mismo como un ser justo perseguido injustamente. {4TI 205.1}

Satanás tiene instrumentos dispuestos a hacer este trabajo. En este campo su habilidad se ha perfeccionado por años de experiencia. Usa el conocimiento acumulado a lo largo de los siglos para ejecutar sus perversos designios. Los ignorantes jóvenes se ponen en las manos de Satanás para que los use como instrumentos para llevar a las almas a la ruina. Los que se rinden al poder de Satanás no consiguen la felicidad. Jamás se conforman ni encuentran reposo. Están insatisfechos, son quejosos e irritables, desagradecidos y rebeldes. Uno de ellos es el joven del que se habla en estas palabras. Aun así, Dios tendrá misericordia de él si se arrepiente sinceramente y se convierte. La sangre expiatoria de Cristo lavará sus pecados. {4TI 205.2}

El Salvador del mundo ofrece el don de la vida eterna a los descarriados. Con una compasión aún mayor que la de un padre terrenal que perdona a su hijo descarriado, arrepentido y sufriente, Jesús busca una respuesta a sus ofrecimientos de amor y perdón. Clama a los errantes: “Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros”. Malaquías 3:7. Si el pecador no escucha la voz de misericordia que lo llama con tierno y compasivo amor, su alma quedará en las tinieblas. Si desaprovecha la oportunidad que se le presenta y persiste en su mala conducta, en el momento menos esperado, la ira de Dios caerá sobre él. “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para el medicina”. Proverbios 29:1. Este joven ha tomado a la ligera la autoridad de su padre y ha menospreciado la corrección. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría”. Proverbios 9:10. Es el fundamento de la correcta educación. Los que, teniendo una oportunidad favorable, no hayan aprendido esta primera gran lección, no sólo están descalificados para el servicio en la causa del Señor, sino que son un claro perjuicio para la comunidad en que viven. {4TI 205.3}

Salomón exhorta a los jóvenes: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello. Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas”. “La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas; clama en los principales lugares de reunión; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones. ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los insensatos aborrecerán la ciencia? Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras. Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien

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atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos. Porque el desvío de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los necios los echará a perder; mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal”. Proverbios 1:8-10; 20-33. {4TI 206.1}

Es preciso que se mantenga el orden en las distintas instituciones de _____. Se debe erradicar la insubordinación. Nadie que habiendo sido instruido por padres observadores del sábado y gozado del privilegio de poder escuchar la vedad pero que, aun así, persista en su rebelión contra sus enseñanzas debe permanecer en la obra. Ninguna persona que hable con ligereza de ella o trate nuestra santa fe con menosprecio debe permanecer en la obra de Dios. Quienes a pesar de que han estado relacionados por tanto tiempo con la obra y han tenido múltiples oportunidades de aceptar nuestra fe, pero manifiestan oposición a la verdad deben ser apartados de la obra. Si persisten en menospreciar la luz y considerar la salvación como algo liviano, su influencia es contraria a la verdad. Esa misma indiferencia ejerce una influencia dañina cuyo resultado es el enfriamiento de la fe de los otros y su alejamiento de Dios. Los impenitentes y rebeldes no deben ocupar cargos que podrían ser desempeñados por personas que respeten la verdad y se rinden a la influencia del Espíritu de Dios porque están íntimamente vinculadas con su sagrada tarea. {4TI 207.1}

La influencia de los jóvenes en la obra no es la que debiera. A y B, virtualmente, han trabajado contra la causa. La influencia de su conversación y de su comportamiento ha sido tal que ha desagradado a los que no creen y los ha alejado de nuestra fe y de Cristo. Los jóvenes que no escuchan las advertencias de la palabra de Dios y tratan con liviandad los Testimonios del Espíritu Santo no son más que una maldición viviente para la obra y deben ser apartados de ella. {4TI 207.2}

Los jóvenes cuyas influencias son desmoralizadoras no tienen nada que ver con nuestro colegio. Aquellos que están poseídos por un sentimentalismo enfermizo y asisten a la escuela sólo como una oportunidad para flirtear e intercambiar atenciones inadecuadas deben ser sometidos a las más estrictas normas. Es preciso que se mantenga la autoridad. La justicia y la misericordia son hermanas gemelas e inseparables. {4TI 207.3}

Si no se hacen esfuerzos para corregir el estado de cosas existente en _____, pronto se convertirá en un lugar donde reinarán la inmoralidad y la disipación. ¿Los padres y los responsables de nuestras instituciones permanecerán en la inactividad mientras Satanás se apodera de las mentes de nuestros hijos? Dios aborrece los pecados alimentados y disimulados por la iglesia, aceptados en la obra y protegidos bajo el tejado paterno. Que

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los padres, y aquellos que tienen autoridad, se pongan manos a la obra con sinceridad y purguen este mal de entre ellos. {4TI 207.4}

Vivimos en los últimos días. Juan exclama: “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”. Apocalipsis 21:12. Cristo es el único refugio en estos tiempos de peligro. Satanás está trabajando secretamente, en las tinieblas. Traicioneramente, aparta de la cruz a los seguidores de Cristo y los lleva a la autoindulgencia y a la perdición. {4TI 208.1}

En _____ se encuentran intereses vitales. Satanás se opone a cualquier cosa que refuerce la causa de Cristo y debilite su poder. Se ha dedicado diligentemente a diseñar planes para socavar la obra de Dios. No descansa siquiera un momento porque ve que la justicia gana ascendencia. Tiene legiones de ángeles perversos que envía allí donde la luz del cielo brilla sobre las personas. Allí pone sus piquetes para apoderarse de todos los imprudentes, hombres, mujeres o niños, y forzarlos a servirlo. {4TI 208.2}

El corazón de la obra está en _____. Al igual que el corazón humano impele la sangre de vida hacia todas las partes del cuerpo, así sucede con la gestión de ese lugar, que es el cuartel general de nuestra iglesia, la cual afecta a todo el cuerpo de creyentes. Si el corazón físico está sano, la sangre que envía por todo el sistema también está sana; pero si esta fuente es impura, todo el organismo cae enfermo por el veneno que lleva el fluido vital. Del mismo modo sucede con la iglesia. Si el corazón de la obra se corrompe, toda la iglesia, con sus distintos departamentos e intereses esparcidos por toda la faz de la tierra, sufrirá las consecuencias. {4TI 208.3}

La obra capital de Satanás se encuentra en el cuartel general de nuestra fe. No ahorra esfuerzos para corromper a los hombres que ocupan cargos de responsabilidad y persuadirlos para que sean infieles en sus variadas tareas. Insinúa sus sospechas y celos en las mentes de aquellos cuyo negocio es cumplir fielmente la obra de Dios. Mientras Dios prueba a sus asistentes, preparándolos para sus puestos, Satanás hace lo indecible para engañarlos y tentarlos, para que no sólo se destruyan a sí mismos, sino que influyan en otros y los lleven a obrar el mal y perjudicar la gran obra. Recurre a todos los medios a su alcance para conseguir que se tambalee la confianza que el pueblo de Dios debe depositar en la voz de advertencia y reprobación por medio de la cual Dios desea purificar la iglesia y hacer prosperar su causa. {4TI 208.4}

El plan de Satanás es debilitar la fe del pueblo de Dios en los Testimonios. El siguiente paso será el escepticismo al respecto de los puntos vitales de nuestra fe, los pilares de nuestra posición. Seguirá la duda aun de las mismas Sagradas Escrituras y, finalmente, el descenso a la perdición. Cuando se duda de los Testimonios en los que una vez se creyó y se abandonan, Satanás sabe que los que han sido engañados no se detendrán y redobla sus esfuerzos hasta que desencadena la rebelión abierta, la cual se vuelve incurable y desemboca en la destrucción. {4TI 209.1}

Satanás ha ganado una gran ventaja en _____ porque el pueblo de Dios no ha vigilado los destacamentos. Los mismos hombres sobre los cuales Dios había declarado que aceptaría su trabajo si se consagraban completamente, han sido víctimas del engaño, han fallado

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en el cumplimiento de sus deberes y se han mostrado como una terrible carga y desaliento, en lugar de la ayuda y la bendición que debieran haber sido. Ha faltado muy poco para que los hombres a los que se había confiado el campamento lo traicionaran y lo entregaran en manos del enemigo. Han abierto las puertas a un oponente astuto que ha deseado su destrucción. {4TI 209.2}

Hombres de experiencia que, aunque han visto manos traicioneras que han quitado las trancas para que Satanás pueda entrar, se han mantenido impasibles, aparentemente indiferentes. Algunos se han alegrado de verlo porque parecía una atenuante de su anterior descuido, el cual había hecho necesaria la concurrencia de otros para cubrir los puestos de responsabilidad que habían sido descuidados o mal desempeñados. Esta falta de vigilancia por parte de los nuevos responsables parecía excusar la falta de fidelidad de los anteriores, a la vez que mostraba que aquellos eran completamente negligentes en el cumplimiento de su deber. Esas personas no se dan cuenta de que Dios los considera responsables de cada ventaja que obtiene el adversario, al cual se le ha permitido entrar en el campamento. La desolación y la ruina que siguen están a las puertas de los centinelas infieles, quienes, por causa de su negligencia, se convierten en agentes en manos del adversario para ganar almas para la destrucción. Los hombres que ocupan cargos de responsabilidad deben buscar la sabiduría y la dirección de Dios y no confiar en su propio juicio y conocimiento. Como Salomón, deben orar fervientemente para obtener fe y luz y Dios les dará generosas provisiones. {4TI 209.3}

Dios desea que su obra sea llevada a cabo con inteligencia, no desorganizadamente. Desea que se lleve a cabo con fidelidad y cuidadosa meticulosidad; sólo así Dios podrá poner su sello de aprobación sobre ella. Bendecirá y guiará a los que lo aman y andan con temor y humildad delante de él y los vinculará con el cielo. Si los obreros depositan en él su confianza, les dará sabiduría y corregirá sus enfermedades para que puedan ser capaces de desempeñar la obra del Señor con perfección. {4TI 210.1}

Debemos revestirnos de la armadura y estar preparados para resistir con éxito todos los ataques de Satanás. Su malignidad y cruel poder no están valorados en su justa medida. Cuando ve frustrados sus planes, retrocede un poco, cambia de táctica y vuelve a atacar con nuevos prodigios destinados a seducir y destruir a los hijos de los hombres. Se debería advertir muy encarecidamente a los jóvenes contra su poder y, con paciencia y oración, enseñarles a soportar las pruebas que, sin duda, les llegarán en la vida. Deben ser guiados para que se aferren a la palabra de Dios y presten atención a los consejos. {4TI 210.2}

Vivir la fe según los méritos del Redentor crucificado los llevará sanos y salvos a través del horno ardiente de la aflicción y las pruebas. Al igual que sucedió con los tres amigos de Daniel, el Cuarto los acompañará en el abrasador calor del horno ardiente y ni siquiera sus vestidos serán tocados por el olor del humo. Debemos animar a nuestros hijos para que sean estudiosos de la Biblia y tengan firmes principios religiosos que resistan la prueba de los peligros que, con toda certeza, experimentarán todos los que vivan en la tierra durante los últimos días del fin de la historia del mundo. {4TI 210.3}

Testimonio: 10-02-2018

Amados, febrero, 10, 2018. Estaba absorta leyendo Isaías 8, a las 11 de la mañana, ya que el Señor me lo había dado de madrugada. Y, mientras estaba viendo ahí todas las cosas que el Señor me estaba mostrando a través de este capítulo de Isaías 8, vi cómo había un casamiento, un hijo que iba a nacer, y que ese hijo se iba a llamar Maher-salal-hasbaz. Que significaba: el despojo se apresura y la presa se precipita”. Y que antes de que el niño pudiera decir: “padre mío” y “madre mía”, iba a venir esta destrucción dada por el rey de Asiria. Allí se nos dice la causa del por qué esto iba a ocurrir, y quiénes iban a ser los que iban a ser librados, y quiénes eran los que no iban a ser librados. Y mientras yo estaba absorta en todo esto, y viendo toda esta situación, me dije: “Señor, ¡qué maravilloso tú eres! Porque cuando están las cosas por ocurrir tú siempre dejas una señal para saber que esto está por ocurrir”. {Daisy Escalante: 10-02-2018, es.p1}

Entonces, en ese momento, cuando terminé de leer Isaías 8, comencé a leer Isaías 9:1-7, porque me dio una curiosidad de poder seguir, para saber que más estaba pasando; adicional al capítulo 8. Porque allí había leído unas preguntas que están en el versículo 19, donde dice: “¿no consultará el pueblo a su Dios? ¿y apelará por los vivos a los muertos?” Y no realmente aquí se está tratando de los muertos literales sino muertos espirituales, por eso es que el Señor nos está llamando, amados hermanos, a que nosotros consultemos directamente a Él, ¡a Él! Y que consultemos a los vivos, a los vivos espirituales, para que, entonces, a través del Santo Espíritu, pues, podamos todos caer en la misma página. {Daisy Escalante: 10-02-2018, es.p2}

Y mientras yo estaba absorta en esto, y meditando, y diciendo: “Señor, ¿hay algo que tú quieres, adicional a esto, que yo sepa, que me quieres decir?” En ese momento, amados, escuché palabra del Señor que me dijo: “Preparaos, y procurad el bien, sabiendo que mi día está delante de vosotros. No contristéis al Espíritu Santo por el cual seréis, finalmente, sellados, pues el que no llevare dicho sello será su fin eternamente. Sed, pues, celosos como vuestro Padre en los cielos es celoso, y da pan a cada uno según su necesidad. Procurad el bien sin el cual ninguno podrá ver el rostro de Dios. Tened paz entre vosotros y vuestra alma. ¿Por qué, pues, cambiaréis esta paz por congoja de espíritu? ¿Por qué teméis si sois fieles a Mí? Más, pues, temed el ser hallados faltos, pues no hay luz en él y es piedra de tropiezo y sepulcro blanqueado. Salvar vuestra vida os descalifica del cielo —más Yo salvársela a ustedes, los calificará—, no serán así los que me verán con vida. Sed, pues, celosos en vuestras conversaciones y acciones, teniendo así en cuenta que, aún, vuestros pensamientos están delante de Mí. ¡Anhelad mi reino y os será concedido! ¡Buscadme y viviréis! Yo y los míos vivimos en la abnegación eterna; si deseáis ser parte de este reino, debéis vivir de igual manera. No hay nada que haya sido violado en mi ley, y ésta debe ser cuidadosamente observada y cumplida, pues es la ley de mi gobierno y de mi carácter. Cualquier infractor perecerá. ¿Cómo, pues, hombres mortales, le obedeceréis y la guardaréis? Santifícalos en tu verdad”, contestó, “tu palabra es la verdad”. {Daisy Escalante: 10-02-2018, es.p3}

Y luego se me dieron tres versículos; “Miqueas 6:8, Habacuc 2:4 y Filipenses 4:3”.

Esto es lo que tengo que decirles, amados hermanos, que el Señor me dio este día para ustedes, y que es mi deseo y ruego —y oración—, que sigamos escudriñando la Palabra de Dios, porque en ella es que hay vida. Y, en ella, es donde vamos a estar todos en el mismo camino, dirigidos bajo el mismo Espíritu Santo, para poder llegar a la Canaán Celestial. Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 10-02-2018, es.p4}

Isaías 8

1 Y me dijo Jehová: Toma una tabla grande, y escribe en ella en estilo de hombre tocante a Maher-salal-has-baz.
2 Y tomé conmigo como testigos fieles para que confirmaran, al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías.
3 Y me allegué a la profetisa, la cual concibió y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová: Ponle por nombre Maher-salal-has-baz.
4 Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y madre mía, será quitada la fuerza de Damasco y los despojos de Samaria, en la presencia del rey de Asiria.
5 Otra vez volvió Jehová a hablarme, diciendo:
6 Por cuanto este pueblo desechó las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo de Remalías,
7 por tanto, he aquí que el Señor hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y muchas, a saber, al rey de Asiria con todo su poder; el cual subirá sobre todos sus ríos, y pasará sobre todas sus riberas;
8 y pasando hasta Judá, inundará y seguirá adelante, y llegará hasta el cuello; y extendiendo sus alas, llenará la anchura de tu tierra, oh Emmanuel.
9 Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd, todos los que sois de lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados; apercibíos, y seréis quebrantados.
10 Tomad consejo, y será frustrado; proferid palabra, y no será firme; porque Dios [está] con nosotros.
11 Porque Jehová me habló así con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo:
12 No llaméis conspiración, a todas las cosas a que este pueblo llama conspiración, ni temáis lo que temen, ni tengáis miedo.
13 A Jehová de los ejércitos, a Él santificad; [sea] Él vuestro temor, y Él [sea] vuestro miedo.
14 Entonces Él será por santuario; mas a las dos casas de Israel por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red a los moradores de Jerusalén.
15 Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados; se enredarán, y serán apresados.
16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos.
17 Esperaré, pues, en Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y a Él buscaré.
18 He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová, por señales y prodigios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos que mora en el monte de Sión.
19 Y cuando os dijeren: Consultad a los que evocan a los muertos y a los adivinos, que susurran y murmuran, [responded]: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?
20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.
21 Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto.
22 Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y [serán] lanzados a las tinieblas.

Isaías 9:1-7

1 Aunque no [será] esta oscuridad tal como fue en su angustia, cuando al principio Él levemente afligió la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí; y después más gravemente los afligió por el camino del mar, al otro lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.
2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.
3 Aumentando la gente, no aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos.
4 Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián.
5 Porque toda batalla de quien pelea es con estruendo, y con vestidura revolcada en sangre; pero [esto] será para quema, y combustible para el fuego.
6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado será sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
7 Lo dilatado de [su] imperio y de su paz no [tendrá] límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

Miqueas 6:8

8 Oh hombre, Él te ha declarado lo que [es] bueno, y ¿qué pide Jehová de ti? Solamente hacer justicia, y amar misericordia, y caminar humildemente con tu Dios.

Habacuc 2:4

4 He aquí se enorgullece aquel cuya alma no es recta en él; mas el justo por su fe vivirá.

Filipenses 4:3

3 Y te ruego también a ti, fiel compañero, ayuda a aquellas [mujeres] que trabajaron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también, y los otros de mis colaboradores, cuyos nombres [están] en el libro de la vida.

Testimonio: 07-07-2018

Amados, julio 7, 2018. En sueños fui llevada a este lugar, era una casa inmensa. Era de cemento, tenía un sótano, también, muy grande. Allí, en la casa, vi como muchos lugares, muchos cuartos, como muchos departamentos que tenía la casa. {Daisy Escalante: 07-07-2018, es.p1}

Y allí había muchos adulterios, fornicaciones, mucho homosexualismo, lesbianismo, esto eran la orden del día, lo que estaba pasando allí. Todos estaban en sus orgías, se deleitaban y se reían en grandes carcajadas. Y vi cómo, en el sótano, había pequeños cuartos, estos cuartos estaban con rejas, y allí comenzaban a echar niños, mujeres, hombres, que no se querían someter a sus requerimientos. {Daisy Escalante: 07-07-2018, es.p2}

Estas personas que eran puestas en estos lugares enrejados, eran vituperados, maltratados, por estas personas. Y, mientras yo veía tan grande mal, entró un hombre alto, más que todos aquellos, y era un hombre fuerte y dijo en voz muy alta: todos los que crean en el Señor Jesús arrodíllense pues la hora es llegada. Pues el número del ejército descrito en la Biblia ya está completado”. Entonces vi cómo, los vituperados y maltratados, todos, nos arrodillamos y clamamos a Dios por liberación. Entonces escuché al hombre decir: “¡Señor, ten piedad y líbranos de tan grande mal!” Entonces, ahí, en ese momento, desperté. {Daisy Escalante: 07-07-2018, es.p3}

Desperté muy sorprendida por lo que había visto en ese momento, por lo que había escuchado. Y me dijeron: “Amós 4:6-8”. Entonces, mientras estaba buscando en la Palabra de Dios qué quería decirme Dios con Amós 4:6-8, escuché: “Alemania”. Entonces yo decía: “¿Alemania? ¿y que tiene que ver Alemania con todo esto?” Más yo no sé qué quería decir Alemania, pero Dios si sabe y Él es el que nos lo hará saber, porque, pues, los entendidos van a entender todas las cosas que Dios nos quiere decir. {Daisy Escalante: 07-07-2018, es.p4}

Así que, según para ustedes, [como] tengo yo también esta asignación, la doy a ustedes también. Y, en el día de hoy, mientras estaba yo meditando en todo esto, recibí una llamada de una persona que hace tiempo no me hablaba. Es una persona que, como sabe que soy adventista, pues, no me llama a menudo y tampoco, pues, me llamaría [en] sábado para contarme lo que me contó. Y me dice que nos preparemos porque, bueno, como él no es adventista, pues, según él, él está alertándome para que nos preparemos porque la invasión extraterrestre, pues, viene. Y que el ejército ya está preparado para liberar a los humanos de estos invasores alienígenas. {Daisy Escalante: 07-07-2018, es.p5}

Nosotros sabemos que esto de los aliens y todas estas cosas, pues, sabemos que estos son cosas del enemigo. Pero lo raro que me habló, y me [causó extrañeza] porque cuando me habló me dijo esto: “y Alemania tiene mucho que ver”. Eso despertó mucho, mucho, mucho, mi interés por lo que había pasado conmigo en esta madrugada, lo que Dios me había dicho. Entonces por eso se los dejo de asignación, yo también tengo esa asignación. Pero lo más que les puedo decir, amados hermanos, a cada uno de ustedes, es que, por favor, pongamos nuestra vida en las manos de Dios. Los tiempos están cambiando drásticamente, todos estos volcanes, todos estos desastres naturales, todas estas cosas indican lo que ya nosotros sabemos: viene una ley dominical en esta encíclica ambiental. Y, sabemos que, pronto vamos a tener que enfrentarnos a un decisivo surgimiento de una ley que va a imponer el domingo, y no nada más va a ser que lo va a decir para que aquellos que quieran o no quieran lo hagan, sino para forzarnos. Y nosotros tenemos que estar, desde ya, decididos y posicionados en los lugares donde Dios quiere para cada uno de nosotros. {Daisy Escalante: 07-07-2018, es.p6}

Doy gracias a Dios porque todos los días llegan personas que nos llaman y que nos cuentan, a través de los chats, y del email, que ya están posicionándose, que ya están saliendo, otros pidiendo oración porque lo quieren hacer. El Señor está esperando por su pueblo. Está ya, esto ya, las últimas ya. El número ya es completado y, pronto, estas cosas se desatarán encima de nosotros como nunca antes hemos visto en la historia de este mundo. El Señor nos está advirtiendo, amados hermanos. ¡Por favor, hagamos caso! ¡hagamos caso! Dejemos todo lo que este mundo nos puede ofrecer y levantemos bandera sobre el príncipe Emmanuel, bajo la bandera del príncipe Emmanuel, para que entonces así nosotros podamos estar protegidos por este ser tan maravilloso que es Cristo Jesús. Porque es el único que nos puede librar, Él es el único que nos puede socorrer, amados hermanos, en esta tribulación tan grande que ya está encima de nosotros. {Daisy Escalante: 07-07-2018, es.p7}

Vayan a los lugares donde Dios quiere que estén, por favor con las indicaciones que Dios quiere, un lugar apartado donde no seamos privados de adorar a nuestro Dios, que tenga un terreno amplio donde puedan sembrar, que tengan una casa pequeña, que tenga agua, esto es muy importante amados hermanos. Y otra cosa que es, también, bien importante: sitios donde nadie quiere estar. {Daisy Escalante: 07-07-2018, es.p8}

Muchas personas llaman para decir: “bueno, es que, mira este lugar, que está requete [muy] bonito”, y comienzan a poner fotos. ¡Por favor, no hagan eso! ¡no hagan eso! porque Dios dice que está buscando hombres discretos en estos movimientos. Debemos dejar todo esto, ¿verdad?; sí aconsejar a otros y decirles. Pero, ¡por favor, no expongan sus lugares! porque sabemos que el enemigo de las almas tiene sus secuaces aún dentro de nuestras familias, dentro de nuestras filas; porque dice que la persecución va a comenzar en casa. Esto ya está dicho, amados hermanos, cuidémonos por favor; y hagamos lo que Dios quiere que hagamos. Y, sobre todo, estemos pendientes a las señales de los tiempos, porque el Señor nos está avisando, y si él nos está avisando es porque él quiere lo mejor para cada uno de nosotros. Que el Señor me los bendiga a todos y sigamos adelante bajo la bandera ensangrentada del príncipe Emmanuel, hasta el fin. Y que podamos todos ser ciudadanos de la Patria Celestial con Él. Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 07-07-2018, es.p9}

Amós 4:6-8

6 Yo también os di limpieza de dientes en todas vuestras ciudades, y falta de pan en todos vuestros pueblos; pero no os volvisteis a mí, dice Jehová.
7 Y también yo os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió; la parte sobre la cual no llovió, se secó.
8 Y venían dos [o] tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo no os volvisteis a mí, dice Jehová.

Testimonio: 20-02-2019

Amados, febrero 20, 2019. En sueños estaba en una guagua [autobús]. Era una guagua, o tráiler de pasajeros, bien grande, que tenía muchos cuartos de cocina, sala, baño, etcétera. Allí vi muchos conocidos, unos cocinaban para vender, otros hacían cosas para negociar. Luego de ver dentro de este tráiler, que tenía muchas personas, se me indicó salir. Salí del tráiler y comencé a verlo por fuera, como se me indicó. Por dentro, ese tráiler, tenía toda la comodidad para vivir y negociar y todos se sentían seguros. Ya, al verlo por fuera, comencé a darme cuenta que el tráiler estaba en una cuesta muy pronunciada y tenía gomas [ruedas]. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p1}

Vi entonces un hombre alto con sombrero de ala ancha, ¡y su aspecto era terrible! Él subía al tráiler. Le seguí hasta la puerta del mismo, y lo vi apretar un botón. El tráiler comenzó a moverse y grité: “¡salgan, salgan!”. Pero todos, aterrados, no se movían. Unos decían: “¡no puedo tirarme de aquí! tengo mis cosas, deja recogerlas”. Otros decían: “si salto me robarán las cosas”. Oí una mujer decir: “¿cómo mantendré mis hijos? Ya ni aún puedo cuidar bien su salud con lo que tengo, y si salto, lo poco que tengo, se perderá”. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p2}

Fuera del tráiler, veía el tráiler moverse calle abajo hacia la deriva. Vi a través de las ventanas del tráiler un joven conocido y grité con todas mis fuerzas su nombre y le dije: “¡salta, salta!” Y él me miró y, angustiado, comenzó a tratar de salir. Las ventanas, cerradas no se las podía abrir, más éste cogió algo dentro del tráiler y rompió una ventana y salió por ella. Se cortó y se golpeó, pero pudo salir. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p3}

En ese momento, al ver yo que la ventana estaba abierta, escuchaba lo que hablaban los del tráiler y grité, otra vez, y les dije: “¡salgan, salgan!”. Más ninguno más salió. El tráiler agarró velocidad y ahí muchos comenzaron a gritar. Pero, en ese momento, llegó el fin de la carretera y vi cómo el tráiler se despeñó y ya no los pude ver más. Agarré al joven herido por la mano y caminamos hacia una pequeña casa, donde había pocas personas orando y clamando y aferrándose a Dios por el sufrimiento de, todos, haber perdido a alguien en aquel tráiler. Allí, consolados por Dios, y descansando en sus brazos de amor, agradecimos a Dios por su protección y salvación. Todo era caos, desgracia a nuestro alrededor, más nos sentíamos seguros de su grande y poderosa salvación. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p4}

¡Bendito Dios por su amor y por su misericordia! Porque, a pesar de que no hacemos las cosas, muchas veces, como Él quiere que las hagamos, su misericordia siempre, su apelación siempre está ante nosotros para que podamos, por su ayuda y por su misericordia, ser más que vencedores. Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p5}

Testimonio: 25-04-2020

25 de abril 2020. A las 11 de la mañana, mientras meditaba en la Palabra del Señor, vino palabra del Señor a mí diciendo: “yo no negocio mi verdad. Hasta el fin habrá personas que querrán negociar la verdad, y dirán: ‘¡Señor, en tu nombre hicimos esto y aquello!’ Y yo les diré: ‘apartaos de Mí, obradores de maldad; porque, negociar la verdad, es ecumenismo”. {Daisy Escalante: 25-04-2020, es.p1}

Palabras fieles y verdaderas del Señor para cada uno de vosotros, que el Señor nos bendiga. {Daisy Escalante: 25-04-2020, es.p2}

Testimonio: 26-04-2020

26 de abril 2020. Era, ya, noche y me disponía a dormir, cuando escuché la voz del Señor que me dijo: “bienaventurados los que mueren en Mí de hora en adelante, porque serán, en Mí, reservados para la vida eterna, y sus obras, en la tierra, continuarán. Estad preparados y apercibidos. Confiad en Mí. Pongan toda su esperanza en Mí y Yo os haré descansar”. {Daisy Escalante: 26-04-2020, es.p1}

Palabras fieles y verdaderas del Señor para cada uno de vosotros. Que el Señor nos fortalezca y nos bendiga. {Daisy Escalante: 26-04-2020, es.p2}

Himno 72: Eterno Dios, mi Creador
Himno 122: Amoroso Salvador