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Manjar Sabático

29-08-2020

Jeremías 8

1 En aquel tiempo, dice Jehová, sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalén, fuera de sus sepulcros;
2 y los esparcirán al sol y a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y a quienes sirvieron, y en pos de quienes anduvieron, a quienes consultaron, y a quienes adoraron. No serán recogidos, ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra.
3 Y se escogerá la muerte antes que la vida por todo el remanente que quedare de esta mala generación, en todos los lugares adonde arrojaré yo a los que quedaren, dice Jehová de los ejércitos.
4 Les dirás asimismo: Así dice Jehová: El que cae, ¿no se levanta? El que se desvía, ¿no regresa al camino?
5 ¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, no han querido volverse.
6 Escuché y oí; [pero] no hablan derecho, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla.
7 Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová.
8 ¿Cómo decís: Nosotros [somos] sabios, y la ley de Jehová [está] con nosotros? Ciertamente, he aquí que en vano se cortó la pluma, por demás fueron los escribas.
9 Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron presos: he aquí que aborrecieron la palabra de Jehová; ¿y qué sabiduría tienen?
10 Por tanto, daré sus esposas a otros, [y] sus campos a quienes los posean; porque desde el chico hasta el grande cada uno sigue la avaricia, desde el profeta hasta el sacerdote todos practican el engaño.
11 Y curaron el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no [hay] paz.
12 ¿Se avergonzaron de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni siquiera se han ruborizado; por tanto, caerán entre los que caigan, cuando los castigue, caerán, dice Jehová.
13 Los destruiré del todo, dice Jehová. No [habrá] uvas en la vid, ni higos en la higuera, y se caerá la hoja; y [lo que] les he dado pasará de ellos.
14 ¿Por qué nos estamos sentados? Congregaos, y entremos en las ciudades fortificadas, y allí reposaremos; porque Jehová nuestro Dios nos ha hecho callar, dándonos a beber bebida de hiel, porque pecamos contra Jehová.
15 Esperamos paz, y no [hubo] bien; tiempo de sanidad, y he aquí turbación.
16 Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; del sonido de los relinchos de sus fuertes tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, ciudad y moradores de ella.
17 Porque he aquí que yo envío sobre vosotros serpientes, áspides, contra las cuales no hay encantamiento; y os morderán, dice Jehová.
18 A causa de mi fuerte dolor mi corazón desfallece en mí.
19 He aquí la voz del clamor de la hija de mi pueblo, a causa de los que moran en tierra lejana: ¿No [está] Jehová en Sión? ¿No [está] en ella su Rey? ¿Por qué me provocaron a ira con sus imágenes de talla [y] con vanidades extrañas?
20 Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos.
21 Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado.
22 ¿No [hay] bálsamo en Galaad? ¿No [hay] allí médico? ¿Por qué, pues, no se ha restablecido la salud de la hija de mi pueblo?

Tito 2

1 Pero tú habla lo que armoniza con la sana doctrina.
2 Que los ancianos sean sobrios, honestos, templados, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia.
3 Las ancianas asimismo, [sean] de un porte santo, no calumniadoras, no dadas a mucho vino, maestras de honestidad;
4 que enseñen a las mujeres jóvenes a ser prudentes, a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos;
5 [a ser] discretas, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos; para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
6 Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes;
7 presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en doctrina, [mostrando] integridad, honestidad, sinceridad,
8 palabra sana, e irreprochable; para que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.
9 [Exhorta] a los siervos a ser obedientes a sus amos, [y] a que [les] agraden en todo; que no [sean] respondones;
10 no defraudando, sino mostrando toda buena lealtad; para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.
11 Porque la gracia de Dios que trae salvación se ha manifestado a todos los hombres,
12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a las concupiscencias mundanas, vivamos en este presente mundo, sobria, justa y piadosamente.
13 Aguardando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,
14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y purificar para sí un pueblo peculiar, celoso de buenas obras.
15 Estas cosas habla y exhorta, y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.

Historia de la Redención, Cap. 18: “La ley De Dios”

Este capítulo está basado en Éxodo 19 Y 20.

Después que los hijos de Israel salieron de Refidim llegaron al “desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. Y Moisés subió a Dios: y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios y cómo os tomé sobre alas de águila, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardaréis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo”. {HR 140.1}

Este hizo entonces un pacto solemne y aceptó a Dios como su gobernante, y por medio de él los israelitas se convirtieron en los súbditos especiales de su divina autoridad. “Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo habló contigo, y también para que te crean para siempre”. Cuando los hebreos enfrentaban dificultades en el camino, estaban dispuestos a murmurar contra Moisés y Aarón, y los acusaban de haber sacado de Egipto a las huestes de Israel para destruirlas. Dios quería honrar a Moisés en presencia de ellos, para que se sintieran inducidos a confiar en sus instrucciones, y supieran que había puesto su Espíritu en él. {HR 140.2}

Preparativos para acercarse a Dios

El Señor dio a Moisés directivas definidas a fin de que el pueblo se preparara para que él pudiera acercarse a ellos, y para que pudieran oír su voz anunciada, no por ángeles, sino por Dios mismo. “Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos, y estén preparados para el día tercero, porque el tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí”. {HR 141.1}

Se pidió a la gente que se abstuviera de labores y cuidados mundanos, y que se dedicara a meditaciones devocionales. También les pidió que lavaran sus vestiduras. No es menos exigente ahora que en aquel entonces. Es un Dios de orden, y requiere de su pueblo sobre la tierra que practique hábitos de estricta limpieza. Los que adoran al Señor con ropas sucias y sin bañarse, no comparecen delante de él de una manera aceptable. No se complace con su falta de reverencia, y no aceptará el culto de adoradores sucios, porque de ese modo insultan a su Hacedor. El Creador de los cielos y de la tierra considera de tanta importancia la limpieza que dijo: “Y laven sus vestidos”. {HR 141.2}

“Y señalarás términos al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte”. Este mandamiento tenía como propósito impresionar la mente de ese pueblo rebelde con una profunda veneración por Dios, autor de todas sus leyes y la autoridad de la cual ellas emanaban. {HR 141.3}

La manifestación de Dios y su terrible majestad

“Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento”. La hueste angélica que acompañaba a la divina majestad llamó al pueblo mediante un sonido semejante al de una trompeta, que aumentó en intensidad hasta que toda la tierra tembló. {HR 142.1}

“Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera”. La majestad divina descendió en una nube con un glorioso cortejo de ángeles que parecían llamas de fuego. {HR 142.2}

“El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés sobre la cumbre del monte, y Moisés subió. Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos. Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acerquen a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estragos”. {HR 142.3}

De ese modo entonces el Señor promulgó su ley en medio de una terrible majestad desde la cima del Sinaí, para que su pueblo creyera. Acompañó la promulgación de la ley con una sublime exhibición de su autoridad, para que supieran que es el único Dios verdadero y viviente. No se permitió que Moisés entrara en la nube de gloria, sino que se acercara y penetrara en las espesas tinieblas que lo rodeaban. Y estuvo de pie entre el pueblo y el Señor. {HR 143.1}

Se promulga la ley de Dios

Después que el Señor hubo dado todas esas evidencias de su poder, les dijo quién era: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. El mismo Dios que manifestó su poder entre los egipcios, dio entonces su ley: {HR 143.2}

“No tendrás dioses ajenos delante de mí. {HR 143.3}

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. {HR 143.4}

“No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. {HR 143.5}

“Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. {HR 143.6}

“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da. {HR 144.1}

“No matarás. {HR 144.2}

“No cometerás adulterio. {HR 144.3}

“No hurtarás. {HR 144.4}

“No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. {HR 144.5}

“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”. {HR 144.6}

Los dos primeros mandamientos pronunciados por Jehová atacan la idolatría, porque ésta, al ser practicada, induce al hombre a sumirse muchísimo en el pecado y la rebeldía, y resultaría con el tiempo en la ofrenda de sacrificios humanos. El Señor quería proteger a su pueblo para que ni se acercara a tales abominaciones. Los cuatro primeros mandamientos se dieron para mostrar al hombre cuáles son sus deberes hacia el Altísimo. El cuarto es el eslabón que une al gran Dios con el hombre. El sábado fue dado especialmente en beneficio del hombre y para honra del Señor. Los seis últimos preceptos señalan el deber del hombre hacia sus semejantes. {HR 144.7}

El sábado había de ser una señal entre Dios y su pueblo para siempre. De esta manera se manifestaría la señal: todos los que guardaran el sábado pondrían de manifiesto mediante esa enseñanza que eran adoradores del Dios viviente, Creador de los cielos y la tierra. El sábado sería una señal entre el Señor y su pueblo mientras hubiera gente sobre la tierra que le sirviese. {HR 144.8}

“Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. {HR 145.1}

“Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios. Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros”. La majestuosa presencia del Señor en el Sinaí y las conmociones que produjo en la tierra su presencia, los terribles truenos y relámpagos que acompañaron la manifestación de Dios, impresionaron la mente de la gente con un temor y una reverencia tales por su sagrada majestad, que instintivamente retrocedieron delante de la subyugadora presencia del Altísimo, no fuera que no pudieran soportar su terrible gloria. {HR 145.2}

El peligro de la idolatría

Una vez más Dios quiso guardar a los hijos de Israel de la idolatría. Les dijo: “No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis”. Estaban en peligro de imitar el ejemplo de los egipcios, y de hacer imágenes que representaran a Dios. {HR 145.3}

El Señor dijo a Moisés: “He aquí yo envío mi ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él. Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren. Porque mi ángel irá delante de ti y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del fereseo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir”. El ángel que iba delante de Israel era el Señor Jesucristo. “No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas. Mas a Jehová vuestro Dios serviréis y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti”. Éxodo 23:20-25. {HR 145.4}

Dios quería que su pueblo entendiera que sólo él debía ser objeto de adoración; y que cuando vencieran a las naciones idólatras que los rodearan no debían conservar ni una sola de sus imágenes de su culto, sino que debían destruirlas completamente. Muchas de esas deidades paganas eran muy costosas, y artísticamente confeccionadas, como para tentar a los que habían presenciado el culto idólatra, tan común en Egipto, para que consideraran esos objetos inanimados con cierto grado de reverencia. El Señor quería que su pueblo supiera que a causa de la idolatría de esas naciones, que los había inducido a practicar toda clase de impiedad, él usaría a los israelitas como su instrumento para castigarlos y destruir sus dioses. {HR 146.1}

“Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo el pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos. Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, delante de ti. No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo. Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra. Y fíjate tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Eufrates, porque pondré en tus manos a los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti. No harás alianza con ellos, ni con sus dioses. En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo”. Éxodo 23:27-33. Dios dio estas promesas a su pueblo con la condición de que le obedeciera. Si servía al Señor plenamente, haría grandes cosas por él. {HR 146.2}

Después que Moisés hubo recibido los juicios de Dios, y los hubo escrito para el pueblo, juntamente con las promesas que se cumplirían si obedecían, el Señor le dijo: “Sube ante Jehová, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinaréis desde lejos. Pero Moisés solo se acercará a Jehová; y ellos no se acerquen, ni suba el pueblo con él. Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho”. Éxodo 24:1-3. {HR 147.1}

Moisés no escribió los Diez Mandamientos sino los juicios que Dios les había intimado a observar, y las promesas que se cumplirían con la condición de que los obedecieran. Se las leyó al pueblo, y éste se comprometió a obedecer todas las palabras que el Señor había dicho. Moisés escribió entonces en un libro la solemne promesa de ellos, y ofreció sacrificios al Altísimo en favor del pueblo. “Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre estas cosas”. Éxodo 24:7, 8. El pueblo repitió su solemne promesa al Señor de que haría todo lo que él había dicho, y serían obedientes. {HR 147.2}

La eterna ley de Dios

La ley de Dios existía antes que el hombre fuera creado. Los ángeles estaban gobernados por ella. Satanás cayó porque transgredió los principios del gobierno del Señor. Después que Adán y Eva fueron creados, el Altísimo les dio a conocer su ley. No fue escrita entonces; pero Jehová la repitió en presencia de ellos. {HR 148.1}

El día de reposo del cuarto mandamiento fue instituido en el Edén. Después de haber hecho el mundo y haber creado al hombre sobre la tierra, hizo el sábado para el hombre. Después del pecado y la caída de Adán nada se eliminó de la ley de Dios. Los principios de los Diez Mandamientos existían antes de la caída y eran de tal naturaleza que se adecuaban a las condiciones de los seres santos. Después de la caída no se cambiaron los principios de esos preceptos, sino que se añadieron algunos tomando en cuenta la condición caída del hombre. {HR 148.2}

Se estableció un sistema que requería el sacrificio de animales, para mantener constantemente frente al hombre caído lo que la serpiente logró que Eva no creyera, es a saber, que la paga de la desobediencia es muerte. La transgresión de la ley de Dios hizo necesaria la muerte de Cristo como sacrificio, para que de esa manera fuera posible que el hombre se librara de ese castigo, y al mismo tiempo se preservara el honor de la ley de Dios. El sistema de sacrificios debía enseñar humildad al hombre, en vista de su condición caída, y debía conducirlo al arrepentimiento y a confiar sólo en el Señor para el perdón de sus pasadas transgresiones a su ley, por medio del prometido Redentor. Si la ley de Dios nunca hubiera sido traspasada nunca habría habido muerte, ni habría habido necesidad de preceptos adicionales para adaptarlos a la condición caída del hombre. {HR 148.3}

Adán enseñó la ley de Dios a sus descendientes, y ésta fue transmitida por los fieles a través de las generaciones sucesivas. La constante transgresión de la ley de Dios requirió el derramamiento de un diluvio sobre la tierra. La ley fue preservada por Noé y su familia que por obrar bien fueron salvados en el arca mediante un milagro de Dios. Noé enseñó los Diez Mandamientos a sus descendientes. El Señor preservó a un pueblo propio, a partir de Adán, en cuyo corazón estaba su ley. Dice que Abrahán “oyó… mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”. Génesis 26:5. {HR 149.1}

El Señor se le apareció a Abrahán y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera”. Génesis 17:1, 2. “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti”. Ver. 7. {HR 149.2}

Después requirió que Abrahán y su descendencia se circuncidaran, lo que era un círculo cortado en la carne, como señal de que Dios los había cortado y separado de todas las naciones para que constituyeran su tesoro especial. Mediante esa señal se comprometían solemnemente a no contraer matrimonio con personas provenientes de otras naciones, porque si lo hacían podían perder su reverencia por Dios y su santa ley, y llegarían a ser semejantes a los pueblos idólatras que los rodeaban. {HR 149.3}

Mediante el acto de la circuncisión aceptaban solemnemente cumplir su parte de las condiciones del pacto hecho con Abrahán, es a saber, mantenerse separados de todas las naciones y ser perfectos. Si los descendientes de Abrahán se hubieran mantenido separados de las otras naciones, no habrían caído en la idolatría. Al mantenerse separados de las otras naciones, la gran tentación de participar de sus costumbres pecaminosas y de revelarse contra Dios no hubiera existido para ellos. Perdieron en gran medida su carácter peculiar y santo al mezclarse con las naciones que los rodeaban. A fin de castigarlos, el Señor trajo hambre sobre la tierra, lo que los obligó a descender a Egipto para preservar su vida. Pero Dios no los olvidó mientras estaban en Egipto, por causa de su pacto con Abrahán. Permitió que fueran oprimidos por los egipcios para que se volvieran a él en su angustia, eligieran su gobierno justo y misericordioso, y obedecieran sus requerimientos. {HR 150.1}

Sólo unas pocas familias descendieron al principio a Egipto. Crecieron hasta convertirse en una gran multitud. Algunos fueron cuidadosos al instruir a sus hijos en la ley de Dios, pero muchos israelitas habían visto tanta idolatría que tenían ideas confusas acerca de la ley de Dios. Los que temían a Dios clamaban con angustia de espíritu para que se quebrantara el yugo de su gravosa esclavitud, y para que el Señor los sacara de la tierra de su cautiverio a fin de que pudieran servirlo libremente. Dios escuchó sus clamores y suscitó a Moisés como instrumento suyo para que llevara a cabo la liberación de su pueblo. Después de salir de Egipto, y de la división de las aguas del mar Rojo delante de ellos, el Señor los probó para ver si confiaban en el que los había sacado, una nación de otra nación, por medio de señales, tentaciones y maravillas. Pero no pudieron soportar la prueba. Murmuraron contra el Señor por las dificultades que encontraron en el camino, y manifestaron su deseo de regresar otra vez a Egipto. {HR 150.2}

Escritas en tablas de piedra

Para que no tuvieran excusa, el Señor mismo condescendió a descender al Sinaí, envuelto en gloria y rodeado por sus ángeles, y en una forma sublime e impresionante dio a conocer su ley de los Diez Mandamientos. No confió en nadie para enseñarla, ni siquiera en sus ángeles, sino que dio su ley con voz audible al oído de todo el pueblo. Ni aun entonces confió en la frágil memoria de una gente proclive a olvidar sus requerimientos, sino que los escribió con su propio dedo en tablas de piedra. Eliminó toda posibilidad de que mezclaran sus santos preceptos con tradiciones, o que confundieran sus requerimientos con las costumbres de los hombres. {HR 151.1}

Se acercó entonces aún más a su pueblo, tan dispuesto a apartarse, de modo que no se limitó a dejarle los diez preceptos del Decálogo. Ordenó a Moisés que escribiera lo que le iba a decir, es a saber, juicios y leyes con indicaciones precisas con respecto a lo que quería que hicieran, para que así guardaran los diez preceptos que habían sido grabados en tablas de piedra. Esas indicaciones y esos requerimientos específicos se dieron para inducir al hombre falible a obedecer la ley moral, que tan dispuesto está a transgredir. {HR 151.2}

Si el hombre hubiera guardado la ley de Dios, tal como le fue dada a Adán después de su caída, y preservada en el arca por Noé, y observada por Abrahán, no habría habido necesidad del rito de la circuncisión. Y si los descendientes de Abrahán hubieran guardado el pacto, del cual la circuncisión era una garantía, nunca hubieran caído en la idolatría ni se habría permitido que descendieran a Egipto ni habría habido necesidad de que Dios proclamara su ley desde el Sinaí y la grabara en tablas de piedra, ni que salvaguardara esos preceptos mediante las indicaciones, los juicios y los estatutos que le dio a Moisés. {HR 151.3}

Juicios y estatutos

Este escribió esos juicios y estatutos procedentes de los labios de Dios mientras se encontraba con él en el monte. Si el pueblo de Dios hubiera obedecido los principios contenidos en los Diez Mandamientos, no habría habido necesidad de las indicaciones definidas dadas a Moisés, que él escribió en un libro, con relación a su deber hacia Dios y hacia sus semejantes. Las indicaciones difinidas que el Señor le dio a Moisés con respecto al deber de su pueblo hacia sus semejantes y al extranjero, son los principios de los Diez Mandamientos simplificados, y presentados en forma definida para que no pudieran caer en error. {HR 152.1}

El Señor instruyó a Moisés claramente con respecto a los sacrificios ceremoniales que debían terminar con la muerte de Cristo. El sistema de sacrificios preanunciaba la ofrenda de Cristo como Cordero sin mancha. {HR 152.2}

El Altísimo estableció primeramente el sistema de ofrendas y sacrificios con Adán después de su caída; éste los enseñó a sus descendientes. Este sistema se corrompió antes del diluvio por causa de los que se separaron de los fieles seguidores del Señor y se dedicaron a la construcción de la torre de Babel. Ofrecieron sacrificios a los dioses que ellos mismos se hicieron en lugar de ofrecérselos al Dios del cielo. Lo hicieron no porque tuvieran fe en el Redentor venidero, sino porque creían que podrían agradar a sus dioses al ofrecer una gran cantidad de animales sobre sus altares contaminados e idolátricos. Su superstición los indujo a caer en enormes extravagancias. Enseñaban a la gente que mientras más valiosos fueran los sacrificios que ofrecía, mayor placer proporcionarían a sus ídolos, y mayores serían también la prosperidad y las riquezas de la nación. Por esa razón a menudo se ofrecían sacrificios humanos a esos dioses inertes. Esas naciones tenían leyes y reglamentos sumamente crueles para controlar las acciones de la gente. Esas leyes fueron promulgadas por hombres cuyos corazones no habían sido suavizados por la gracia; y aunque podían condonar el más degradante de los crímenes, una pequeña ofensa los inducía a castigarla con el más cruel de los castigos. {HR 152.3}

Moisés tenía presente esto cuando dijo a Israel: “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es ésta. Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?” Deuteronomio 4:5-8. {HR 153.1}

Testimonio: 20-02-2019

Amados, febrero 20, 2019. En sueños estaba en una guagua [autobús]. Era una guagua, o tráiler de pasajeros, bien grande, que tenía muchos cuartos de cocina, sala, baño, etcétera. Allí vi muchos conocidos, unos cocinaban para vender, otros hacían cosas para negociar. Luego de ver dentro de este tráiler, que tenía muchas personas, se me indicó salir. Salí del tráiler y comencé a verlo por fuera, como se me indicó. Por dentro, ese tráiler, tenía toda la comodidad para vivir y negociar y todos se sentían seguros. Ya, al verlo por fuera, comencé a darme cuenta que el tráiler estaba en una cuesta muy pronunciada y tenía gomas [ruedas]. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p1}

Vi entonces un hombre alto con sombrero de ala ancha, ¡y su aspecto era terrible! Él subía al tráiler. Le seguí hasta la puerta del mismo, y lo vi apretar un botón. El tráiler comenzó a moverse y grité: “¡salgan, salgan!”. Pero todos, aterrados, no se movían. Unos decían: “¡no puedo tirarme de aquí! tengo mis cosas, deja recogerlas”. Otros decían: “si salto me robarán las cosas”. Oí una mujer decir: “¿cómo mantendré mis hijos? Ya ni aún puedo cuidar bien su salud con lo que tengo, y si salto, lo poco que tengo, se perderá”. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p2}

Fuera del tráiler, veía el tráiler moverse calle abajo hacia la deriva. Vi a través de las ventanas del tráiler un joven conocido y grité con todas mis fuerzas su nombre y le dije: “¡salta, salta!” Y él me miró y, angustiado, comenzó a tratar de salir. Las ventanas, cerradas no se las podía abrir, más éste cogió algo dentro del tráiler y rompió una ventana y salió por ella. Se cortó y se golpeó, pero pudo salir. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p3}

En ese momento, al ver yo que la ventana estaba abierta, escuchaba lo que hablaban los del tráiler y grité, otra vez, y les dije: “¡salgan, salgan!”. Más ninguno más salió. El tráiler agarró velocidad y ahí muchos comenzaron a gritar. Pero, en ese momento, llegó el fin de la carretera y vi cómo el tráiler se despeñó y ya no los pude ver más. Agarré al joven herido por la mano y caminamos hacia una pequeña casa, donde había pocas personas orando y clamando y aferrándose a Dios por el sufrimiento de, todos, haber perdido a alguien en aquel tráiler. Allí, consolados por Dios, y descansando en sus brazos de amor, agradecimos a Dios por su protección y salvación. Todo era caos, desgracia a nuestro alrededor, más nos sentíamos seguros de su grande y poderosa salvación. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p4}

¡Bendito Dios por su amor y por su misericordia! Porque, a pesar de que no hacemos las cosas, muchas veces, como Él quiere que las hagamos, su misericordia siempre, su apelación siempre está ante nosotros para que podamos, por su ayuda y por su misericordia, ser más que vencedores. Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 20-02-2019 , es.p5}

Testimonio: 16-03-2019 #01

Amados, 16 de marzo 2019. A las 12:15 pm, mientras meditaba en las cosas que el Señor me ha dejado saber, vino palabra de Dios a mí diciendo: “la licenciosidad en el matrimonio —donde se practican prácticas homosexuales y de lesbianismo, la lascivia, el pecado secreto, y actos animales—, degradan al ser humano volviéndolo, así, insensible a la voz de Dios. Este es el mayor de los planes del enemigo que desde tiempos inmemorables ha sido trabajado, en él, hasta llegar a ser, hoy, lo que estamos viendo.” {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p1}

“Si nuestra necesidad es que Dios os dirija y proteja siempre, ¿podréis, acaso, pensar que, en tales prácticas, el Señor y sus ángeles están? Velad, porque el adversario salió a vuestra destrucción.” {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p2}

“¿Qué más odió satanás sino lo que Dios mismo constituyó en el huerto del Edén? ¿el matrimonio entre hombre y mujer —siendo el hombre la cabeza del hogar, este patriarcado sólo válido ante Dios, al ser Dios la cabeza de éste—? El día sagrado, pacto entre Dios y el hombre, es a saber el sábado, séptimo día de la semana del Señor, el shabat, que Dios mismo lo guardó con la santa pareja en aquel huerto que Él mismo preparó en un campo maravilloso. Era, pues, muy sabido por el enemigo de Dios que, si nos apartamos del patriarcado dando lugar hacia el matriarcado, y practicando el paganismo desde antes de Jezabel, el matrimonio estaría en peligro infernal. Así también el vivir en las ciudades y desechar el campo como cosa ruin, baja, aborrecible, lleva al ser humano a la transgresión voluntaria, o involuntaria, del sábado del Señor. Por tal razón, estas instituciones gemelas fueron pilares plasmados desde el inicio de la humanidad.” {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p3}

“Satanás ha plasmado la rebeldía en esto para, así, asegurarse la destrucción humana. Así, con el hogar destruido, recomienda al ser humano: ‘tu felicidad es primero, haz lo que quieras, todo es válido por tu felicidad’. Y así, las más bajas pasiones alimentadas por una creencia errónea, y alimentadas por una carne corrompida, y con una sangre efervescente por la alimentación a base de animales y todo lo que proviene de animal, y lejos de Dios, sucumben [a] los horrores más denigrantes que se hayan visto, sintiéndose, así, que suyo es el mundo y sus conquistas. Nada está más lejos de la verdad, pero el adversario pone un velo en sus ojos para su destrucción. Asimismo, el campo nos conecta con el Dueño y Creador de la creación. Es por esta razón que el enemigo lucha para que las masas permanezcan en las ciudades llenas de vicios y disensión. El ojo vigilante de Dios observa nuestro proceder y no podrá ser burlado. ¡Arrepentíos y buscad su rostro mientras éste pueda ser hallado!” {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p4}

Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p5}

Testimonio: 16-03-2019 #02

Amados, 16 de marzo 2019. A las 12:15 pm, mientras meditaba en las cosas que el Señor me ha dejado saber, vino palabra de Dios a mí diciendo: “la licenciosidad en el matrimonio —donde se practican prácticas homosexuales y de lesbianismo, la lascivia, el pecado secreto, y actos animales—, degradan al ser humano volviéndolo, así, insensible a la voz de Dios. Este es el mayor de los planes del enemigo que desde tiempos inmemorables ha sido trabajado, en él, hasta llegar a ser, hoy, lo que estamos viendo.” {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p1}

“Si nuestra necesidad es que Dios os dirija y proteja siempre, ¿podréis, acaso, pensar que, en tales prácticas, el Señor y sus ángeles están? Velad, porque el adversario salió a vuestra destrucción.” {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p2}

“¿Qué más odió satanás sino lo que Dios mismo constituyó en el huerto del Edén? ¿el matrimonio entre hombre y mujer —siendo el hombre la cabeza del hogar, este patriarcado sólo válido ante Dios, al ser Dios la cabeza de éste—? El día sagrado, pacto entre Dios y el hombre, es a saber el sábado, séptimo día de la semana del Señor, el shabat, que Dios mismo lo guardó con la santa pareja en aquel huerto que Él mismo preparó en un campo maravilloso. Era, pues, muy sabido por el enemigo de Dios que, si nos apartamos del patriarcado dando lugar hacia el matriarcado, y practicando el paganismo desde antes de Jezabel, el matrimonio estaría en peligro infernal. Así también el vivir en las ciudades y desechar el campo como cosa ruin, baja, aborrecible, lleva al ser humano a la transgresión voluntaria, o involuntaria, del sábado del Señor. Por tal razón, estas instituciones gemelas fueron pilares plasmados desde el inicio de la humanidad.” {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p3}

“Satanás ha plasmado la rebeldía en esto para, así, asegurarse la destrucción humana. Así, con el hogar destruido, recomienda al ser humano: ‘tu felicidad es primero, haz lo que quieras, todo es válido por tu felicidad’. Y así, las más bajas pasiones alimentadas por una creencia errónea, y alimentadas por una carne corrompida, y con una sangre efervescente por la alimentación a base de animales y todo lo que proviene de animal, y lejos de Dios, sucumben [a] los horrores más denigrantes que se hayan visto, sintiéndose, así, que suyo es el mundo y sus conquistas. Nada está más lejos de la verdad, pero el adversario pone un velo en sus ojos para su destrucción. Asimismo, el campo nos conecta con el Dueño y Creador de la creación. Es por esta razón que el enemigo lucha para que las masas permanezcan en las ciudades llenas de vicios y disensión. El ojo vigilante de Dios observa nuestro proceder y no podrá ser burlado. ¡Arrepentíos y buscad su rostro mientras éste pueda ser hallado!” {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p4}

Que el Señor me los bendiga. {Daisy Escalante: 16-03-2019 #02, es.p5}

Himno 278: Al contemplarte, mi Salvador
Himno 287: Perdido fui al buen Jesús